Frente al peligro de una epidemia de Chikungunya, el Ministerio de Salud de Colombia debería pedir ayuda a un país que, como Cuba, se destaca por sus contribuciones mundiales en el campo de la salud pública.
A ojo de buen cubero
De acuerdo con las declaraciones del funcionario que ocupa el cargo de ministro de salud desde hace 2 años en la actualidad hay en Colombia, mal contadas, mil personas contagiadas por el Chikungunya.
A pesar de las alertas de la Organización Mundial de la Salud OMS y de su homóloga para América, la OPS, dicho funcionario no tuvo la previsión de incluir en el presupuesto de 2014 un rubro destinado a enfrentar el riesgo -inminente, al decir de las autoridades en la materia-, de una epidemia de Chikungunya.
Salvo un par de excepciones, la mayoría de los gobiernos de América y del Caribe, fortalecieran su capacidad para “detectar y confirmar casos, manejar pacientes e implementar una efectiva estrategia de comunicación con el público para reducir la presencia del vector”.
Contrario a las alertas de la OMS (¿Quizás las considera «alboroto populista»?) el ministro, eminente doctor, en economía, hizo caso omiso del llamamiento. Sólo muestra preocupación ahora cuando, “mal contados”, reconoce mil contagiados sin sustentar dicha cifra en estudio alguno: a ojo de buen cubero, al más puro estilo de los economistas neoliberales, lanza elucubraciones numéricas para justificar cualquier cifra que cuadre a las finanzas de la cartera a su cargo aunque, al poco tiempo, esa decisión se convierta en desdichas para los sufrientes ciudadanos.
Dolorosas afecciones
Así pues, el Ministerio de Salud en Colombia cuenta con 3 millones de dólares para iniciar estudios de riesgo que sustenten si se justifica o no invertir en un programa que impida que esos mil enfermos de hoy se multipliquen.
La cifra de infectados, según los expertos, podría llegar a 700 mil en Colombia. Cerca de la mitad podría necesitar atención médico-hospitalaria. Aunque se recupere, la mayoría de quienes padezcan el mal de Chikungunya seguirá sufriendo dolorosas afecciones en el futuro.
Que diga el doctor, en economía, cuánto podría representar eso en mermas de la productividad de los trabajadores en aquellas zonas donde la epidemia alcanzará el equivalente a la población de ciudad mediana.
El Chikungunya se propaga por debajo de los 2 mil 200 metros de altura sobre el nivel del mar donde abundan el Aedes Aegyptis y el Aedes Aedes Albopictus que la trasmiten igual que al dengue hemorrágico.
Hasta junio de 2014 se contabilizaban 260 mil enfermos en la cuenca del mar Caribe. El Salvador presentó 1512 casos, mientras en Cuba, cuyo territorio en su totalidad está expuesto, se han detectado y atendido apenas 13 episodios hasta mediados de septiembre de 2014. Todos corresponden a viajeros ilegales que lo contrajeron en Haití y República Dominicana esta última con una cifra impresionante: 165. 433 enfermos.
Las autoridades cubanas reaccionaron tan pronto se conoció la 1ª alerta de la OMS: intensificaron la vigilancia epidemiológica en costas y aeropuertos, identifican y fumigan todos los días posibles focos de transmisores, las medidas preventivas son practicadas por la población en toda la Isla y tienen la capacidad de brindar colaboración a otros países que enfrentan esta situación.
Contra el ébola
Cuba fue el primer país en responder el llamado de la OMS para enfrentar el reciente brote de ébola que azota al África. En realidad, lo que más se necesita -y menos hay-, es personal dispuesto y con la preparación suficiente para enfrentar el arduo reto de frenar la expansión de la epidemia.
Actualmente, trabajan contra el ébola 27 voluntarios cubanos en Sierra Leona, el país más afectado por este brote. A partir de la primera semana de octubre de 2014 se les suma un contingente de 125 médicos y personal especializado, que cumplirá 6 meses de servicio voluntario.
Todos son voluntarios y poseen sólida experiencia previa en misiones similares en África. El valioso gesto cubano ha merecido los agradecimientos del secretario general de la ONU así como de los directivos de la OMS y la OPS. Ejemplo para el mundo, han llamado la actitud de Cuba.
La enfermedad presenta tasas de mortalidad entre el 60% y el 90%. Hasta ahora ningún voluntario cubano ha adquirido la mortal fiebre hemorrágica que ha causado 2 mil muertes entre la población africana.
Roberto Morales, Ministro de Salud Pública de Cuba, aseguró que no hay riesgo de que la fiebre hemorrágica viral haga presencia en la mayor de las Antillas. A su regreso, los voluntarios cubanos se someten a rigurosos controles.
Alemania ofreció aumentar un fondo para ayudar a superar la emergencia hasta 10 millones de euros. El gobierno británico se manifestó dispuesto a gastar hasta 6.5 millones de libras esterlinas en la producción de una vacuna contra el mal.
La directora general de la OMS, Margaret Chan, sostuvo que “el dinero, los materiales son importantes, pero eso por sí solo no puede detener la transmisión de Ébola”. Por eso la presencia del personal cubano representa un valor enorme para la salud mundial: porque suministra lo más valioso en la lucha contra ese tipo de enfermedades, algo cuya solución, inclusive la que se busca en laboratorios y centros de investigación, es simple y compleja al mismo tiempo.
Delicada y firme: el talento que, en forma generosa entrega Cuba a través de los abnegados, experimentados y dispuestos profesionales que participan en esta misión de ribetes casi suicidas y, por tanto, heroica.
Por la salud de los pobladores de las ardientes tierras bajas y costas colombianas, el Ministro de Salud; doctor en Economía, debería pedir ayuda a Cuba para luchar contra el temible Chikungunya. Seguro que la OMS lo apadrina y lo que ahorre podría invertirse en, por ejemplo, bajar el precio de los pañales para niños de familias pobres.
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