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Cuando uso el transporte público en París, especialmente los buses o el tranvía, me llama la atención que muchos pasajeros validan sus tiquetes, aun teniendo la oportunidad, o el “papayazo” (usando un término muy colombiano), de no hacerlo y de viajar gratis.

Esta situación la enfoco especialmente en aquellos viajeros que prefieren comprar sus pasajes menudeados, pues estos son válidos solo para un trayecto, sea en bus, tranvía, metro o tren, y cuestan 1,80 €.

Claro, en París también hay colados que siempre se exponen al riesgo de que haya algún operativo sorpresa de los agentes de los sistemas operadores del transporte de esta ciudad y de la región, la RATP y la SNCF, lo que conllevaría a una multa de unos 50 €, cifra que se puede incrementar si el pasajero se tarda en pagar. Pero a decir verdad, esta clase de controles aparece con más frecuencia en el metro, no así en los buses ni el los tranvías.

«El que salta por encima de un torniquete puede caer en un control», decía la campaña de la RATP de París en 2014.

En febrero de este año la RATP y la SNCF reconocían que la tasa de colados era más importante en los buses y en los tranvías, debido a la falta de controladores.

Ahora, ¿por qué hay pasajeros de buses y tranvías que deciden validar sus tiquetes a sabiendas de que el riesgo de ser multados es mínimo?

Esto habla de ciudadanos que obran correctamente sin necesidad de que los estén vigilando.

Habrá quienes justifiquen saltarse los torniquetes y no pagar debido a la calidad del servicio o al alto precio del tiquete. Entonces, ¿si el precio del pasaje valiera la mitad de lo que vale hoy, habría menos colados? No creo, el fondo no es el precio.

Se trata de un tema institucional y cultural para que el ciudadano no solo use el sistema de transporte, sino que también lo conozca por dentro. En ese sentido, desde hace varios años se trabaja en Medellín a través de ‘Cultura Metro’, un programa orientado a “generar una nueva cultura en los habitantes del Valle de Aburrá consolidando, paralelamente, relaciones de confianza con los vecinos de las estaciones y las líneas del Metro para generar sentido de pertenencia y actitud de cuidado y preservación del sistema de transporte”, como se explica en su sitio en Internet.

Entre sus actividades hay programas educativos en las escuelas y colegios, concursos de fotografía, formación de líderes y producción de videos informativos y pedagógicos sobre el buen uso del metro, del tranvía de Ayacucho, del Metroplús y del Metrocable.

El problema por los colados en el sistema TransMilenio de Bogotá ha sido ampliamente registrado por los medios de comunicación, el problema adicional que hay allí es que se trata de personas que están dispuestas a arriesgar sus vidas por ahorrarse un pasaje de bus.  Ya han muerto personas por caminar por el carril exclusivo del bus para evadir el pago del pasaje. En ese caso es necesario instalar barreras que separen los carriles exclusivos del sistema de los mixtos.

Colarse en el transporte puede traer un beneficio inmediato e individual para el que lo hace, pero es una imprudencia que ya ha costado vidas, además de ser una actitud egoísta que a largo plazo no solo perjudica al sistema de transporte, sino también a los usuarios que sí pagan.

A esto nos ha llevado la cultura del atajo, donde no pagar lo que debe se le ve como un acto de “viveza” y no como una forma de corrupción.

¿Cómo se sentirá uno de estos colados cuando paga su billete?

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