Una ciudad enorme y compleja como Bogotá, caracterizada por sus monumentales trancones, ha llevado a cabo desde hace varios años diferentes iniciativas para desincentivar el uso del auto particular, como la promoción del uso de la bicicleta y de las ciclovías, el Día Sin Carro o la medida del Pico y Placa.
A pesar de todos estos esfuerzos, la cantidad de carros en circulación en la capital del país, y en todo el país en general, ha ido en aumento, en parte porque el transporte público no satisface las expectativas de los usuarios y mucho menos las de los ciudadanos que prefieren movilizarse en su vehículo privado.
Por eso mismo, no se entiende la propuesta anunciada la semana pasada por el alcalde de la Capital, Enrique Peñalosa, para que en unos seis meses los ciudadanos que paguen 4 millones de pesos al año queden exonerados de cumplir la medida del Pico y Placa, pues se trata de un mensaje confuso. ¿La idea no era desestimular el uso del carro? Aunque, en efecto, esta medida sería una nueva fuente de recursos para el Distrito, no contribuye a reducir la congestión en una ciudad de por sí congestionada.
“La mayoría de ciudadanos de ingresos más altos no están cumpliendo con el pico y placa porque lo que hacen es comprar uno adicional. Sería mejor que esos recursos sean pagados por un permiso especial para circular el día de pico y placa, propuesta que ya aprobó el Concejo de Bogotá”, fue lo que explicó el mandatario capitalino.
Claro alcalde, pero si estos ciudadanos de ingresos altos tuvieron el dinero suficiente para comprar un segundo carro, sencillamente no van a tener inconveniente en pagar por evitar el Pico y Placa para ambos vehículos.
La propuesta tiene tanto de largo como de ancho, para empezar, ella va en contravía del propósito de desincentivar el uso del auto particular y de reducir la contaminación en la Capital, ya que se está abriendo la posibilidad de que circulen más carros en el ya caótico tráfico bogotano. Es parecido a lo que antes se pensaba, que construir más vías aliviaría un poco la congestión de las ciudades, pero el efecto es contrario porque a más vías, más vehículos.
Se estima que en Bogotá hay poco más de 1´770.000 carros, de los cuales 622 mil automotores salen de circulación a diario por efecto del Pico y Placa.
Por otro lado, el Pico y Placa, como ha venido funcionando desde hace casi veinte años con distintos ajustes a lo largo del tiempo, opera en condición de igualdad para todos los carros particulares, y es reconocido y aceptado por los ciudadanos, quienes ya están acostumbrados a la medida, lo que obliga a que todos los conductores contribuyan a ella al menos dos días a la semana (entre lunes y viernes) a hacer menos pesado el flujo vehicular en la ciudad. Por supuesto, hay quienes han podido comprar dos carros para contrarrestar la medida, pero, aun así, ellos también tienen que dejar sus carros en el garaje dos días cada semana.
Además, el Pico y Placa logra que los ciudadanos que deben dejar guardado su carro un día a la semana busquen nuevas alternativas para movilizarse, como el transporte público (bus o taxi) o la bicicleta.
Abrir la posibilidad de que si se pagan cuatro millones de pesos se puede pasar por encima de esta restricción del Pico y Placa acaba con la condición de igualdad con que venía operando, porque no todos los dueños de carros van a tener el dinero para pagar la exoneración, solo un sector privilegiado de la sociedad. Por lo tanto, esta es una medida eminentemente clasista que busca beneficiar solo a un sector privilegiado de la población.
Es algo parecido a lo que sucede con el servicio militar obligatorio, que deja de ser “obligatorio” si se tiene el dinero para pagar la Libreta Militar y quedar libre de hacerlo. En ese caso es bien sabido que quienes prestan ese servicio son especialmente los jóvenes de los estratos sociales más bajos. Algo parecido sucede con el Pico y Placa, guardando las proporciones, porque lo más seguro es que sean los ciudadanos de estratos sociales altos los directamente beneficiados.
Por otro lado, el Alcalde también anunció que estudia la posibilidad de eliminar por completo el Pico y Placa para los taxis. Volvemos a lo mismo, eso significaría tener más carros en circulación, más congestión y más competencia para los mismos taxistas.
Pagar para evadir el Pico y Placa o pagar por congestionar es una medida que desde enero se viene aplicando en Cali, allí los usuarios pueden escoger el tiempo que quieran cancelar, por un año deben pagar 2’578.680 pesos; por un semestre: $ 1’289.340; por un mes: $ 214.890. Según reportó la Secretaría de Movilidad de esa ciudad, al 18 de abril se habían recaudado $1311 millones de pesos por 1312 vehículos particulares. Sin embargo, algunos ciudadanos consideran que de esta manera se pierde la esencia del Pico y Placa que era descongestionar y descontaminar.
Cobrar por congestionar es una medida que se aplica en varias ciudades del mundo, pero en una ciudad altamente congestionada como lo es Bogotá, la medida termina siendo cobrar para congestionar aún más la ciudad. El mensaje que queda de pagar para evitar el Pico y Placa es que con dinero todo se arregla, todo se compra, algo muy negativo, ya que se termina premiando al que congestiona.
De acuerdo con su artículo. Pero aparte de que la medida es abierta y descaradamente clasista, es completamente inequitativa y no desde el punto de vista económico. Me explico: el hecho de que haya vehículos que no cumplan con la restricción por hacer uso del derecho a pagar para evitarla genera congestión en la ciudad, una externalidad negativa que terminaremos sufriendo quienes no paguemos el cobro, quienes lo hagan, quienes usamos transporte público tanto individual como colectivo, en fin.
Es decir, el Distrito va a tener un nuevo ingreso, un alivio en sus arcas a costa de un descenso en el bienestar de todos los ciudadanos, incluso de los que paguen el cobro por congestión.
Lo paradójico de todo esto es que según la teoría económica del bienestar, quienes accedan a pagar el cobro serán quienes más mermado verán su nivel de bienestar general. Lo anterior se sustenta en el hecho de que todos los ciudadanos sufriremos una baja en la calidad de vida por el incremento en el tráfico, pero sólo aquellos que paguen tendrán, adicionalmente, una reducción en su ingreso disponible. Por mucho que el derecho que adquieren con su pago les reporte algún nivel de utilidad o de satisfacción, no creo que compense la «desutilidad» de compartir un tráfico cada vez más caótico.
Califica:
Eso de comprar el pico y placa por parte de los que tienen poder adquisitivo, no es más que corrupción establecida, u orquestada por la administración de Bogotá, encabezada por Peñalosa y el Secretario de Movilidad.
Califica: