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De verdad, no creo que haya habido otra época en nuestro país en la que el odio haya reinado tanto en todos los escenarios, principalmente en la política y sus derivados.
En el colegio nos enseñaban que hubo, aquí, una Patria Boba (1810-1815), en la que unos defendían que el poder fuera centralista y otros, federalista. ¡Patético! Esa vez dizque nos liberamos de los españoles y después, durante cinco años, no pudimos ponernos de acuerdo sobre cómo nos deberíamos gobernar.
Algo va de la Patria Boba a hoy: hoy dizque nos liberamos de la guerra, pero en la posverdad predomina el odio. Odio desde todos los flancos, desde todas las esquinas ideológicas, desde todas las “posverdades”.
No entiendo, por ejemplo, cómo los colombianos hemos podido soportar, durante 6 años larguísimos -que parecen una eternidad-, el odio tan visceral y absolutamente encarnizado entre el expresidente Uribe y el presidente Santos. Y me aterra de qué manera Twitter se ha convertido, para uribistas y santistas, en un verdadero campo de batalla. Las cosas que unos y otros se dicen allí servirían para escribir un “Manual de agresiones verbales”. Repetirlas aquí sería multiplicar ese odio.
Y, hay que decirlo, muchos de mis colegas periodistas han tomado la decisión, recientemente o hace tiempo, de alinearse en una de las dos orillas del odio. Principalmente, columnistas. Unos y otros escriben motivados por ese sentimiento dañino y atacan sin compasión a la contraparte, la mayoría de las veces con verdades a medias o con mentiras disfrazadas de verdad. Quizá algunos pocos son objetivos en sus críticas y dicen una que otra verdad. Terrible.
¿El resultado? La profundización de la polarización o, en otras palabras, del odio. A esa profundización han contribuido dirigentes de todas las estirpes y esquinas, periodistas de aquí y de allá y columnistas militantes, curiosamente los llamados a sosegar los ánimos, a apaciguar espíritus, a calmar las aguas recias, a invitar a la gente que los sigue, los lee, los ve o los escucha a la reflexión, a la mesura, a la tolerancia, al discurso respetuoso y fraternal.
Las peleas de nuestros dirigentes nos han convertido en fanáticos seguidores de uno u otro extremo de la cuerda. Y siempre he creído que el fanatismo encarna odio. Lo peor es que es cierto lo que dicen: “nosotros nos agarramos abajo y ellos, después, allá arriba, se abrazan y deciden nuestro futuro alternándose el poder”. Bobada pelear por los políticos.
Y las redes sociales, especialmente Twitter, se han convertido en el escenario predilecto para quienes están convencidos de que el mundo debe ser en blanco y negro. Que no debe haber matices de grises. El mundo del “Quien no está conmigo, está contra mí” o del “Me gusta” o “No me gusta”.
Algo hay que hacer en esta patria de la posverdad en la que el odio predomina. No permitamos que nuestros dirigentes nos transfieran sus odios porque ellos después “cuadran caja” y, como dirían los abuelitos, luego nosotros “quedamos mirando un chispero”. Así ha sido en todos los tiempos, en todas las épocas, en la historia pasada o reciente de este bendito país.
Odio, por ejemplo, fue el que suscitó la marcha del pasado sábado y creció como bola de fuego en las redes sociales. Organizadores y detractores se acusaban de todo en 140 caracteres. Al final, los que no estamos ni con unos ni con otros comprendimos que la clase política de este país sigue en su estrategia de polarizar. “Divide y reinarás”, dice la vieja sentencia.
Algo hay que hacer para parar este odio creciente. Invoco a los políticos para que no llamen más a la división, sino a la unión. Y pido a la prensa, a los columnistas, que cierren esa cadena de odios y tomen el lugar que la historia les ordena: el de que sean ejemplo de convivencia, respeto y tolerancia en medio de las diferencias.
@nubiacamacho
Parte del problema son los mismos periodistas que gustan de magnificar los hechos, el caso Samper Vlado no fueron a protestar como simples ciudadanos, fueron a proposito, a instigar y tratar de armar algun desorden que desluciera la marcha. La verdad, es que par de infantiles y falta de profesionalismo, con esto certifican mas lo enmermelados que son.
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Primera cosa sensata que veo en mucho tiempo sobre ese tema, muy buen aporte y mejor llamado en especial a los periodistas que deberian ser imparciales a toda costa para dar una vision real del estado de la nacion y no ayudar a polarizar que es lo que hacen tristmente la mayoria hoy en dia (Y no solo en Colombia)
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gcasa, yo vi el video de Samper y Vlado y nada justifica la violencia; estoy de acuerdo. Justamente hay que denunciar ese tipo de hechos sin importar de quien vengan y hacia quien se dirigan. Mi punto de critica hacia la bloggera es que no podemos ser pasivos ante injusticia de ninguna clase. El articulo invita a tener una actitud fraternal pero eso no es practico ni realista en un pais como Colombia en la situacion que se vive. En todas las economias avanzadas existen posturas politicas opuestas. Hasta en la casa existen posturas opuestas a decisiones tribiales. De eso depende el equilibrio de las cosas. Eso mismo a nivel politico es lo que valida una democracia, de lo contrario por hacernos los ciegos es que vamos a terminar con un gobierno autoritario liderados por terroristas. El odio que predomina tiene una causa que se llama FARC y corrupcion (de donde venga), hay que corregir los problemas, no reemplazarlos por otros mas gaves
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Anti_regionalismos, a lo que refiere la columista es a que en Colombia no deben pasar cosas como la que le ocurrio a Daniel Samper y Vlado que por protestar por lo que ellos consideran corrupcion por parte de los promotores de la marcha fueron agredidos por participantes en la marcha, sin que nadie les defendiera su derecho a opinar. La marcha era contra la corrupcion en general no solo contra la corrupcion en este gobierno.
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Nubia .Cuando a la izquierda se le da alguna posibilidad de tomar el poder como lo ha hecho Juanpa empeza el odio,la intimidacion y la intolerancia entre nosotros,porque esa es la manera de penetrar en sociedades ingenuas como la nuestra.En Cuba tu no puedes expresarte ampliamente porque desconfias hasta de tus hermanos para no ser victima de la represiondel estado.
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Entonces seamos todos neutros porque segun el articulo vivimos en una Suiza postmoderna y futurista en donde nos debemos abrazar unos a otros sin importar que haya impunidad, narcotrafico, asesinatos, violaciones a los derechos humanos, hambre, pobreza, desigualdad social, corrupcion… y la lista no acaba, etc. Tranquilos que aqui no pasa nada. Eso pensaron los Venezolanos y ahi estan.
Asi vamos a superar los problemas de decadas no es cierto?
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de acuerdo profesora podemos hacer de Colombia el mejor vividero del mundo el plan de Claudia Lopez y Fajardo incluye empleo para todos con jornada de 36 horas y 4 horas semanales de capacitación permanente para mejorar competencia y productividad rebaja entre el 5 y el 10 por ciento en renta para las empresas que aumenten sus nominas de trabajadores con prioridad en jóvenes y mujeres, sistema universal de salud para todos por igual, aumentar cupos en universidades publicas y subsidios de educación superior, lucha frontal con aumento de penas para acabar la corrupción, seguridad en la ciudades y el campo, llevar el país al siguiente nivel reducir el desempleo a menos de 5 por ciento y duplicar los ingresos en los siguientes 8 años con crecimiento económico superior al 6 por ciento y énfasis en producción nacional, consumo interno y Turismo
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DE ACUERDO que no hay que confundir la opinión o la posición con desear la destrucción de lo otro.
pero hay que tomar posición y definirse, de lo contrario, es mirar los toros desde la barrera, no asumir ningún compromiso que conduzca al cambio para mejorar la vida de todos. Ser conciliador no es tomar posiciones pasivas, como parece que quiere la columnista.
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Muchos periodistas cometieron dos errores. El primer error fue que confundieron objetividad con ecuanimidad y creyeron que cuestionada la primera bien podían prescindir de la segunda y tomar partido. Error craso de una irresponsabilidad absurda tanto más en tiempos de twitter, que lleva a que los periodistas estén menos preocupados por investigar y más por conseguir seguidores o hacerse seguidores de otros. De ahí viene además el segundo error: confundir la verdad con la versión más popular. Ese es el abismo. Periodista que hace más de tres twitter al día es relacionista público.
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Qué llama usted Verdad, para decir que estamos en la post verdad?. Estamos en la peor postmentira de nuestra historia , cuando se le regaló el País a la narcodelincuencia. ¿Qué espera de un País al que se le pidió votar por algo y luego de le hizo conejo? Tener dignidad no significa ser intolerante.
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En este país la verdad esta sujeta a la moderación que nos inpondra la insurgencia.
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Increíble: y después de 60 años de tanto amor y altruismo con el que los terroristas masacraron a nuestras familias, convirtieron a los niños en esclavos sexuales y en bombas pisasuaves, y sembraron minas y explotaron bombas en escuelas hospitales e iglesias. No se concibe como pueden sentir tanto odio las víctimas, y llevar su rencor hasta clamar justicia.
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Alicia en el país de las maravillas. Qué ternura y qué ingenuidad la de esta bloguera. No todo está perdido cuando la candidez aún está presente en algunas almas puras.
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Muy acertada su columna. El odio que existe entre políticos es similar al que se vivió desde los años 30 entre liberales y conservadores. En lugar de avanzar hemos retrocedido. El odio engendra más odio. Ojala esos personajes se puedan deshacer de el y ayudar a construir una mejor Colombia que todos los colombianos de bien merecemos.
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Profesora: me parece muy atinada su columna y me atrevo a sugerir que en Colombia el problema no es ni de ideologías o política sino de decencia y moral; es decir, desde qué criterios de decencia y moral para la convivencia planteamos un debate; cuál de los dos bandos lo resistiría. Un pensador francés decía: “aquí no hay moral sino reacciones y un país sin moral es intrascendente”.
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Muy acertado su comentario. Mil gracias.
Abrazo.
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buen articulo. hay que desarmar los corazones. para sentarnos a dialogar y recuperar el rumbo de nuestro bello y mal administrado pais.
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Es cierto. Desarmar los espíritus.
Mil gracias por su comentario.
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Patrai posverdad? seguir creyendo posiblemente que llueve para arriba?
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Es muy sesudo su articulo, pero creo que los principales atizadores de ese odio son tanto columnista de prensa escrita que no son mas que furibundos enemigos de Uribe o de Santos, los primeros dizque por sentirse traicionados y los segundos dizque porque son pagos por el gobierno. Los otros atizadores esos si con mayor audiencia diaria los y las comentaristas radiales que desde muy temprano se sientan en la palabra a despotricar y pontificar como las y los grandes eruditos y ellos si con la ultima palabra. Debían empezar todos ellos por solo informar en sus medios de prensa y no ser tanto politólogo frustrado.
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Usted reduce este asunto a una postura maniquea: uribistas versus santistas. Yo creo que lo que reina en la actualidad es una dura confrontación en el campo ideológico en el que también tienen cabida los que como yo creemos que ese par de individuos le han hecho un daño enorme al país. El desafortunado proceso 8.000 fue el resultado de una guerra de egos, el de Pastrana versus el de Samper. El narcotráfico no fue un actor protagonista sino secundario. Ahora tenemos lo mismo: dos adictos al poder que se odian, y en medio están los colombianos que se polarizan cada día más. No obstante, considero mucho más dañino el papel de Uribe, un verdadero pirómano, un irresponsable que cada día que pasa siembra más discordia, más rencor. Santos no tiene fanáticos (no tiene cómo); pero Uribe sí, y peligrosos, gente carcomida por el odio y el afán de venganza, que ahora ven lejana (a no ser que comience el exterminio sistemático de los reinsertados, como en tiempos de la U.P.) por cuenta de la finalización del conflicto. Santos y Uribe son caimanes del mismo charco, pero no me cabe duda de que es más noble el propósito del primero de acabar por la vía de la negociación un conflicto que ha podido extenderse por unas décadas más, sin que se pudiera determinar con exactitud cuándo terminaría con la victoria de las fuerzas legales del Estado y después de quién sabe cuántos muertos más. Ahí sí toca tomar partido. No podemos posar de neutrales.
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