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Hoy quiero saludarte refiriéndome a muchas palabras que se han vuelto parte de nuestras conversaciones; y también de mensajes que llegan a través de las pantallas que nos unen en un espacio creado por el mundo, para que nos quedemos en casa.

Me refiero a aquellas palabras que comenzamos a repetir y a escuchar una y otra vez, volviéndose cotidianas y zumbando nuestros oídos.

Pero llegó la hora de confrontar cada una de ellas para ver qué es lo que traen.

Por ejemplo; decimos cada día que estamos viviendo en una “incertidumbre” porque no sabemos el final de esta película llamada cuarentena en pandemia.

Es la incertidumbre que se da al no saber cómo desenredar esa cuerda que amarra tu libertad y que surge precisamente porque aparece esa otra palabra: “miedo”.

Y cuando se juntan las comenzamos a ver como las dos tenazas de un cangrejo llamado mente, que se mueven para atrapar nuestra tranquilidad.

Hoy te recuerdo que el miedo y la incertidumbre están en la mente. Por eso te pido que te centres en tu corazón, donde habitan valores de vida como la paz interior, la tranquilidad, el discernimiento, la observación, la paciencia, el auto conocimiento, la fe, la tranquilidad y la sabiduría para actuar.

La propuesta del corazón será actuar, y tu bien sabes que la mente está acostumbrada a reaccionar.

Bueno. Pues deja ya de reaccionar desde el miedo; deja de vestirte de incertidumbre y cúbrete de seguridad y confianza. Arma un plan, diseña tu agenda diaria, convierte en oportunidad esta experiencia y conviértela a favor tuyo.

Ya sabes; si tienes cuestionamientos asegúrate de buscar las respuestas en tu corazón, y que no seas tú uno de aquellos que considera esta experiencia de cuarentena como algo oscuro que le esta sucediendo a la humanidad.

Porque quizás has producido pensamientos involuntarios como: ¿cuándo cesará esta horrible noche? o,“cuándo esto tan terrible pase todo seguirá igual”.

Te digo dos cosas: primero; ni el mundo ni tú seguirán siendo igual. La pandemia pasa, el virus se transforma, pero la enseñanza quedará para siempre. Y segundo: no le temas a la noche, ni dejes que tus miedos se manifiesten en la oscuridad, cuando puedes centrarte en la luz de la luna.

Mira que las plantas más frondosas crecen durante la oscuridad de la noche; y el crecimiento espiritual ocurre en la tiniebla.

En lugar de preguntarte cuándo vas a salir de esa oscuridad, pregúntate qué debes aprender de esa tiniebla.
 Cuando aprendas a dar gracias por tus desgracias comenzarás a verlas convertidas en bendiciones.

Ahora bien; que bueno aprender a ver los cambios y las adversidades como pruebas que te dejarán comprobar tus fuerzas.

Por eso te invito a ver esta cuarentena como una oportunidad para conocer las bondades de la noche, su infinita sabiduría y el poder de su silencio. Recuerda que el momento más oscuro de la noche es justo a unos minutos del amanecer.
 Acepta esta experiencia como una invitación al despertar de tu conciencia. Acepta la noche de cuarenta días para vivir tu transformación.
 Luego dirás “que viva la larga noche que cambió mi vida”.

Porque si hay algo cierto, es que hemos sido llamados a una pausa.

El mundo se detuvo para darnos la oportunidad de detener nuestro mundo.

El planeta respira y el ser humano recupera su esencia.

La economía está quieta, hay incertidumbre y una niebla de pensamientos no nos deja ver el cielo despejado que todos tendremos mañana.

Tú y tu familia necesitan una voz de aliento

Escucha hoy esa voz optimista que te anima, que te impulsa, que te explica, que te orienta y que te invita a vivir esta experiencia como una oportunidad de transformación.

Escucha esa voz que quiere decirte la verdad; que quiere animarte y recordarte lo valioso que eres; y que descubras el potencial que hay en ti.

Hay una voz que quiere gritar al mundo que estás seguro, confiado y firme en tu propósito de vivir tranquilo y de aprender la lección que esta experiencia te está dejando.

Esa voz es la misma tuya. Entonces, no busques respuestas ni apoyo afuera. Porque toda la sabiduría de Dios está en ti. Adentro de ti. En tu corazón, en tu alma.

Invita a tu ser a experimentar la presencia de ese universo de amor dentro de ti y comienza a escuchar la voz interior que te dará alientos.

Has hoy el ejercicio de hablarte en voz alta; que tus oídos escuchen tu voz diciéndote a ti mismo que todo está bien. Así no esté como tu ego te lo está exigiendo.

Es que esa voz mi querido amigo o amiga que lees esto no es entre tu y los demás, es entre tu y Dios que está dentro de ti. ¿y sabes qué? Llámale como quieras; créeme que a esa fuente de amor que originó esta majestuosa creación no le importa el apodo que le pongas.

Y ya sabes; si te preguntan por estos días cómo estás, asegúrate de responder: CUARENTENAMENTE BIEN.

#hakunamatata

 

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