La Sal en la Herida

Petro y James – foto tomada de ComuTricolor

Yo creo, amigo lector, que usted está de acuerdo conmigo, ¡ya no más campaña política!, que gane el ‘menos pior’, ¡pero que gane ya!, estamos hasta el copete con ese ‘toconpe’, todos contra Petro, estamos hasta la coronilla de las estrategias bajas de la centro y extrema recalcitrante derecha, ya no más encuestas manipuladas, direccionadas, maquinadas, ‘proyectadas’, a conveniencia. De la izquierda dividida, ególatra y ambivalente a la derecha unida, con maquinaria aceitada y con discurso ‘anticastrochavista’ hay mucho trecho, pero esa polarización le hace mucho daño a Colombia. Santos y Uribe, lavando sus trapos al sol se encargaron de dividir el país, ahora, esa guerra Petro vs Duque, y Vargas Lleras tratando de acomodarse, lo único que ha logrado es que la gente prefiera abstenerse de votar, ojalá decidieran los ciudadanos un voto en blanco para cambiar de candidatos.

El país quiere que empiece ya el mundial de fútbol, y que la izquierda de James sea la que triunfe, porque esa izquierda sí une a Colombia, no la divide ni la polariza.

Que nuestra Selección nos ponga de nuevo a soñar, a abrazarnos con el vecino del lado, a unirnos, porque estas campañas presidenciales, lo único que han hecho es separarnos, ponernos a pelear unos con otros.

Por ahí vi un grafiti que decía: ¨Si este amor sobrevive a estas elecciones, entonces es verdadero amor¨.

Como lo dijimos en una columna pasada, ninguno de esos candidatos es el Mesías ni va a salvar a Colombia. Este país se arregla cuando haya pena de muerte para los corruptos, cuando haya educación para todos, y al haber educación, la gente no vota por tamales, ladrillos o prebendas, la gente vota a conciencia.

Colombia se arregla cuando a los maestros y a los policías se les pague bien, cuando no lleguen delincuentes al Senado ni a la Cámara, cuando haya empleo y oportunidades para todos, cuando a los niños, a los jóvenes, a las mujeres y a los animales se les trate bien.

Da risa escuchar los debates de estos candidatos: todos prometen, todos saben de todo, todos tienen la varita mágica para salvar a Colombia, y cuando los elijan, seguirán de seguro el modelo Santos, no cumplir ni años.

A mi Duque me parece un muy buen tipo y no pienso que sea títere de nadie. Pese a su juventud, es muy preparado, pero de ganar, las maquinarias no lo dejarán gobernar. Con Petro soy más cercano y afín, mi pensamiento político se acerca mucho a lo que él propone, pero su egocentrismo y prepotencia lo alejan; y Fajardo, un excelente profesor, con muy buenas ideas, pero ambivalente y poco coherente.

De Vargas Lleras ni hablar, es la peor opción de las posibles.

Dicho esto, no vale la pena cazar peleas con nadie por ninguno ni caer en esa guerra diaria de insultos por redes, en el vecindario, en la oficina y hasta en la calle. Ninguno de esos candidatos merece que uno se dañe la vida por ellos.

El voto en blanco es más agradecido y por lo menos no traiciona.

Como decía un oyente hoy en la W, la única izquierda que le sirve a Colombia es la de James y, (esto es de nuestra propia cosecha), la única derecha que le sirve es la de Falcao.

Si la izquierda política colombiana se hubiera unido desde el comienzo, dejando atrás sus egos y vanidades, que son tan grandes que no caben en el país, ganaría en primera vuelta. Su falta de humildad le hizo perder al país una oportunidad histórica de cambio. En cambio, la derecha, en ese ‘toconpe’ del que hablamos al principio, es capaz de unirse con tal de no perder el poder.

¡Ya no más política y que venga el fútbol!, un mes en el que descansaremos de campañas y candidatos. La votación para segunda vuelta será el 17 de junio, 3 días después de iniciado el mundial, y a disfrutar de la pelota.

Y los medos de comunicación, que son monotemáticos, pasarán de candidatos a Rusia 2018, no hablarán de otra cosa, luego, acabará el mundial y de nuevo a la triste realidad colombiana, sea cual sea el presidente.

La izquierda de Juan Fernando Quintero y la derecha de Bacca nos pondrán a gritar, a cantar a bailar, diferente a esa izquierda de Petro o a esa derecha de Duque y/o Vargas que nos pondrán a ‘peliar’.

Somos un país folclórico, mientras haya fútbol hay vida, y somos también un país, no político, politiquero. Pasamos de las urnas a la pelota y de la pelota a las urnas y las dos cosas las hacemos con apasionamiento, no con pasión. De estrategia futbolística sabemos mucho, pero de política, poco o nada, con la diferencia que, en la cancha, los jugadores son quienes pueden cambiar el resultado, pero en las urnas somos nosotros y, sin embargo, no lo hacemos, porque no votamos a conciencia, no votamos con la razón.

¡A la pelota!