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Jonathan SilvaPor: Jonathan Silva

En Colombia se puso de moda el tema de que las iglesias, en especial las de corte protestante-cristiano, hagan proselitismo político. Evidentemente, esto ha causado indignación tanto fuera como dentro de la misma. Los más férreos críticos del cristianismo han aprovechado para deslegitimar el trabajo de la iglesia en el país. Además, han sacado de contexto la función de ella, a pesar de que haya muchos líderes y pastores que hagan las cosas muy bien. Pero siempre será más fácil ver lo malo que lo bueno, y a aquellos que no representan los verdaderos valores de las enseñanzas de Jesucristo. En lugar de entrar en debates viscerales y de descrédito hay que mirar el contexto real, cuál fue el papel de Jesucristo en la política y cuál fue su aporte a ella.

Existe una disyuntiva dentro de los cristianos, si participan o no en política. Nacen preguntas como: ¿deben existir partidos netamente cristianos?, ¿debemos apoyar candidaturas de alcaldes, gobernantes o presidentes? Sin embargo, lo primero que deberían hacer los cristianos es tomar a Jesús como ejemplo. Ahora, muchos son expertos en usar la biblia y sacar de contexto algunos pasajes que están en ella para así poder argumentar lo que creen que está bien. No obstante, en el cristianismo el contexto más importante es Jesús, y como cristianos se debe entender que hay que ir a él y su vida para poder responder esta pregunta.

¿Cómo interpretamos la vida de Jesús frente a este tema? Jesús nació y creció en un mundo político. Cuando fue dado a luz, Herodes gobernaba el pueblo de Israel, y por supuesto, el imperio romano gobernaba en Israel. Israel era sometido a extorsiones, cobros de impuestos, injusticias, maltrato y mucho desprecio por parte del imperio. Así pues, Jesús creció con una claridad impresionante de lo negativo que era eso para su pueblo y entendía la necesidad de cada ciudadano. Además, eran gobernados políticamente, pero también eran gobernados culturalmente por la cultura griega, por el helenismo de aquel tiempo. La cultura y lenguaje griego gobernaba el mundo. De hecho, el nuevo testamento de la biblia se escribe en griego, ya que este era el lenguaje que se hablaba en todo el imperio.

El pueblo judío esperaba un líder político y militar, que pudiera librar a su pueblo de esos abusos, y poderlo declarar rey sobre la nación. El nombre de Jesús ya era muy sonado como un gran líder de multitudes. Es aquí donde parece la única evidencia bíblica e histórica de cuando Jesús se manifiesta sobre un tema político, y es cuando miembros del partido herodiano y religiosos de ese entonces, en especial fariseos, lo abordan. Ellos estaban cansados de pagar impuestos, de tanta opresión por parte del imperio romano. Veían y querían saber si ese líder era capaz de manifestarse en contra de las autoridades, y decir: ¡No a los impuestos y a la opresión!, y de ser así, lo hubieran declarado Rey de la nación y encontrarían ese líder que esperaban.

Pero es totalmente impresionante lo que Jesús responde, y es una de las frases que ha retumbado a través de la historia: “al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Podrán imaginarse que no era la respuesta que esperaban estos militantes herodianos y fariseos. Pero fue una respuesta que daba a entender que no le interesaba el poder, le interesaba estar con la gente. De hecho, los evangelios cuando dicen que Jesús estuvo con la gente, no usan el término griego “laos” que significa “mucha gente”, sino el término “ojlos” que significa “gentuza pobre y despreciada”. A Jesús no le interesaban las élites ni el poder, sino los más necesitados.

Si bien la única vez que tuvo encuentro directo con políticos fue cuando lo condenaron a muerte, y su mensaje es clarísimo, ¡no quiso una corona de oro; él se decidió por una corona de espinas! Jesús tampoco vino a pelear contra homosexuales, en esa época los senadores romanos y emperadores abiertamente practicaban la homosexualidad. Él no perdió el tiempo peleando con ellos. Su mensaje se basó en el amor. Y es claro, para el lector honesto, que en Jesús el amor lo relativiza todo. El amor a Dios y el amor al prójimo son el corazón de la ley. Toda doctrina, toda regla, toda diferencia debe pasar por el filtro del amor.

Igual que en esa época, vivimos en un mundo candentemente político. Todos nos desenvolvemos ahí, y como dijo Aristóteles el hombre es un animal político. Las pasiones y reacciones sobre este tema son evidentes alrededor del mundo y más con la revolución tecnológica con la que vivimos hoy día. Linchamos al que no piensa de acuerdo a nuestra cosmovisión, y la iglesia cristiana no ha sido la excepción. En las pasadas elecciones de los Estados Unidos, los cristianos evangélicos se volcaron a apoyar a un candidato con posturas de racismo, xenofobia, irrespeto hacia las mujeres, alguien que hizo su dinero con casinos, con varios divorcios e infidelidades. Todo porque compartía un discurso en contra de las comunidades LGTBI. Ni hablar del caso Colombia. Este apoyo a muchos cristianos nos desconcertó.

Quiero terminar preguntando: ¿corre la iglesia el riesgo de vender su alma a la política y al Estado? Ahora respondo: sí, la incursión de la iglesia en la política ha generado odios, disensiones, peleas, mal entendidos y si miramos a través de la historia, hasta muertes. Todo porque se desvió la mirada de las enseñanzas de Jesús.

Tengo que decir que el cristianismo sin las enseñanzas de Jesús no es cristianismo, por eso algunos líderes que se hacen llamar cristianos en Colombia no representan el verdadero significado de nuestra fe. ¡Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios! No digo que como cristianos no hagan política, solo que no usen los templos para dejar subir políticos o tomar partido manipulando gente, no sea que un día el maestro baje y los saque a juete por mercadear con la fe.

Twitter @silvajonathan01

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