En el primer trimestre del año, El Colombiano y Valora Analitik lanzaron un foro con varias personalidades del mundo empresarial para discutir sobre innovación, sostenibilidad y desarrollo con un hashtag que buscaba posicionar la discusión en redes sociales: es el #MomentoDeInnovar. En dicho evento, se agrupó en temáticas las diferentes perspectivas de la innovación en Colombia y la discusión fue encontrando premisas que todos compartieron sobre la necesidad, retos y ventajas comparativas de varios sectores en el país. Claramente es el momento de innovar, pero hay una pregunta estratégica que antecede a muchas otras y es por qué hacerlo. Siguiendo a Simon Sinek, ¿por qué hacemos lo que hacemos?
Desde hace un buen tiempo se habla de innovación, es complejo rastrear antes de los 80´s cómo las organizaciones lo hacían, posteriormente se empezó a hablar sobre «diversificación» un preconcepto (por así decirlo) que allanó el camino para implementar de alguna manera la innovación. La aceleración de la ciencia y tecnología como motor de cambio interpuso una visión que terminó por ser compatible y competitiva en el mercado de la mano de los los intereses de las organizaciones y que al mismo tiempo buscara generar un impacto positivo en la sociedad. De esta manera, la innovación más allá de una invitación en el mundo empresarial vendría siendo una necesidad.
Dados los recientes diseños de solución, ideación de servicios, metodologías, implementaciones y productos novedosos, las organizaciones independiente de su naturaleza pública o privada vienen identificando esta necesidad para seguir a flote con sus empresas o emprendimientos. Pero entonces, si tanto se habla de innovar, ¿por qué hacerlo? La innovación, grosso modo, es un acto, proceso de creación, ideación, descubrimiento, mutación e implementación en el mercado de un bien o servicio.
Simon Sinek, señala por ejemplo, en su best seller «Start With Why«, del por qué hacemos lo que hacemos como una forma de descubrimiento. Es decir, el propósito de nuestras acciones tiene que estar alineado con el core de nuestro negocio. El innovador en el mercado (inviduo o grupo) debe saberlo muy bien para así seguir adelante y no “tirar la toalla” o no hacerlo tan rápido. Y, agrega algo importante y es saber comunicar por qué hacemos lo que hacemos; ¿por qué debes elegir este producto o servicio y no otro? Pero eso solo lo sabe el innovador y del por qué lo hace termina por ser un reto que pasa por varias etapas y que debe ser transmitido finalmente al cliente. En este sentido, debemos cambiar el paradigma de que hay que hacer las cosas porque están de moda: «innovar por innovar». Esto termina siendo contraproducente y más importante que innovar, entender para qué voy a innovar y el propósito, y qué problema voy a resolver.
La innovación como muchos pensarían no es un medio para un fin, por el contrario, es una herramienta que facilita procesos, remueve barreras y brinda un ropaje de «diferencia» en un mercado cada vez más competitivo. Si estamos hablando del por qué innovar, estamos hablando directamente del propósito como mencioné anteriormente. De acuerdo con Alejandro Olaya, gerente de Innovación y Emprendimiento de la ANDI, Colombia cuenta con un cupo de cerca de $2 billones de pesos en el marco de deducciones tributarias para las empresas que presenten proyectos de innovación, sin embargo, lo presentado supera actualmente los $22 billones. Existe una brecha entre los incentivos que se les otorgan y lo que actualmente presentan con la firme necesidad de consolidar ecosistemas de transferencia tecnológica y de investigación.
Si hablamos de innovación hablamos de estrategia y a la vez de sostenibilidad. Es un maridaje que trasciende la mera invitación y se vuelve una necesidad inevitable conforme a cómo se hacen las cosas (por qué lo hago) y que busca precisamente adaptarse a la necesidad de los mercados y avanzar por la estabilidad y senda de la competitividad y el desarrollo.
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