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Durante las últimas horas, Neymar dejó 222 millones de euros en el Barça y se fue al PSG ¿Cometió un error el brasileño?

El mercado de fichajes entra a su segundo mes con un bombazo: Neymar Jr deja el Barcelona para irse al Paris Saint Germain. 222 millones de euros fueron entregados por los abogados del jugador al club azulgrana para hacer efectiva la cláusula de rescisión del contrato que vinculaba al brasileño como jugador del Barça. El mundo del fútbol, irónicamente, ha hablado más de la descomunal cifra de dinero y de los problemas normativos del fichaje que de las consecuencias deportivas de la transferencia. Tanto el Barça como Ney pierden más de lo que ganan. ¿Quién pierde más?

Puede que el brasileño no sea el mejor jugador del mundo, pero es el que mejor está jugando (que es diferente). El Barcelona perderá gol, magia, regate, desmarque, visión y, sobre todo, un jugador único. Neymar es un futbolista transgresor, de esos que no solo repiten conceptos y jugadas, sino que inventan. Puede, solo y cuando su equipo más lo necesita, generar 3 goles en los 7 minutos finales y voltear una serie. Los culés van a extrañarlo cuando Lionel Messi y compañía no estén conectados o cuando quieran ver un lujo estético que decore un gol. Hará falta un jugador como él que (sea por las razones que sea) al salir a la cancha se hace matar por el escudo, intenta ganar cualquier balón y recibe todas las faltas que sean necesarias. Estoy seguro de que Josep Bartomeu, el Presidente del Barcelona, estará lamentándose que la cláusula no fuera mayor.

Pero el conjunto azulgrana ya fue el mejor equipo del mundo, quizás de la historia, sin Neymar. Los jugadores entran y salen, así es el negocio, pero los clubes se mantienen. No va a haber reemplazo que iguale el juego del extremo izquierdo, pero hay jugadores con suficiente nivel como para llenar ese hueco en el Barça. Mientras que los catalanes tendrán un jugador de menor nivel, Neymar tendrá un equipo de menor nivel. “¿Quién le hará los pases que le hacían Andrés Iniesta, Lionel Messi, Luis Suárez, Ivan Rakitić y Sergio Busquets?”, dijo hace poco un comentarista. El PSG cuenta con un buen equipo en ataque (Ángel Di Maria, Edinson Cavani, Lucas Moura y Marco Verratti, entre otros), sin embargo, la defensa todavía deja dudas y Kevin Trapp no siempre es un arquero de garantías. A la ecuación toca añadirle la liga francesa, que es inferior en competitividad a la española (y a la inglesa, la alemana y la italiana) y no sería, en ningún sentido, un desafío para Neymar. Si la gloria es lo que busca, vino a un lugar que no se la va a dar.

Por otro lado, estamos a un año del Mundial que es (o era) la mejor oportunidad que tiene Neymar de sellar su marca, no como gran jugador, sino como leyenda histórica. El fichaje por el PSG una temporada antes de la cita es un riesgo gigante, pues hasta los mejores necesitan adaptarse al cambio. En su llegada a la capital francesa, Neymar deberá manejar la presión de ser el jugador más caro del mundo y dar respuestas rápidas a los hinchas. Si el club no muestra un gran fútbol será su culpa y los aficionados se preguntarán si valió la pena gastar tanto en un solo puesto cuando había que reforzar varios. Llegar al Mundial después de una temporada regular o debajo de lo esperada podría significar un mal rendimiento en él y devolverse de Rusia sin la copa que, hoy por hoy, tiene a Brasil como uno de los favoritos.

Debe dolerles a los hinchas culés que uno de sus cracks se vaya de la nada, por la puerta de atrás, pero lo cierto es que siguen teniendo una de las cuatro mejores plantillas del mundo y pueden luchar el torneo que quieran. Neymar argumentó hace unas horas su decisión diciendo que busca nuevos retos y desafíos. Eso está bien, es entendible, pero buscó de afán y aceptó el primer reto que pudo pagar por él. Su historia puede compararse con la de Ícaro el ambicioso que, con sus alas de cera y plumas, no se contentó con volar, sino que quiso volar más alto de lo recomendado y cayó hasta su muerte cuando la cera se derritió ante el cercano sol. Más adelante sabremos qué pasa con las alas de Neymar. Por ahora, deberá volar con mucho cuidado y esperar que su cera aguante lo que se viene, porque su ambición lo subió más de la cuenta.

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