Liverpool y Tottenham jugarán la final de Champions, no solo por tener sistemas de juego sólidos, sino por su capacidad de reaccionar en momentos complicados.
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¡Vaya Champions hemos vivido! Desde la remontada del Manchester United al Paris Saint-Germain hasta la del Tottenham al Ajax, hemos visto partidos tan atractivos como sorprendentes. En cada uno de ellos, el torneo ha dejado claro que son necesarias una estrategia bien ejecutada así como una cabeza fría a toda prueba para llevarse la Orejona.
Tener una plantilla de 23 grandes jugadores no es tener un gran equipo. De nuevo fracasó el Paris Saint-Germain, que tras años de inversión no ha logrado que su galería de estrellas produzca un fútbol digno de la Champions. Neymar, Edinson Cavani, Kylian Mbappé, Ángel Di María e incluso Gianluigi Buffon, comoindividuos, poco pueden aportar cuando las conexiones en el campo son flojas y no se ve una intención clara de juego. De pies a cabeza, es un club que no inspira en la cancha.
Algo parecido le sucedió al Real Madrid, con la diferencia de que los blancos vienen de ganar tres Champions seguidas y su mal año no se debe al fracaso sino al agotamiento de un proyecto. Los merengues este año no tuvieron nivel y se vieron impotentes a la hora de ejecutar una idea de juego. A pesar de esa mentalidad ganadora y de esa cabeza fría que siempre reina en el Santiago Bernabéu, cuando los jugadores no ejecutan la estrategia, tarde o temprano se quiebra el proyecto. Quizá con Cristiano Ronaldo habrían llegado más lejos, pero ni los goles del portugués arreglan a una plantilla agotada y que necesita recambio.
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A otros equipos les sucedió lo contrario: hubo juego pero faltó cabeza. El Barcelona, el Ajax y el Manchester City se dejaron llevar por el momento a pesar de que durante la temporada habían mostrado ser conjuntos sólidos, efectivos y con claras propuestas de juego. Tras poner las series a su favor, se dejaron intimidar por el Tottenham (en el caso de Ajax y City) y el Liverpool (en el caso del Barça), lo que les impidió mantener la concentración y el orden que tanto les caracterizaba. No es que hayan renunciado a su idea de juego, es que no hubo cabeza en el momento para desarrollarla.
El éxito en el fútbol, sobre todo en los torneos cortos, recae sobre la fuerza mental y estratégica de un equipo. De poco sirve tener a Lionel Messi, Pep Guardiola, a jóvenes con mucho talento o millones de euros en compras, si en el campo uno de estos matices falla. La suerte o la genialidad individual influye, pero depender de eso es una muestra de debilidad. Liverpool y Tottenham están en la final por su fortaleza grupal y, claro, porque anotaron más goles que el rival. Falta ver cuál de los dos es capaz de manejar mejor la final en el Wanda para llevarse la Champions. Que bonito que es el fútbol, qué hermosa la Champions.
Foto: Getty Images
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