Sympathy For The Devil: las obsesiones rockeras de Carlos Lehder
Algún pequeño matón debió gritar ¡el avión, el avión! mientras lanzaba tiros al aire con una mini-uzi el día que su jefe, el temible Carlos Lehder, aterrizara en Cayo Norman, también conocida como la Isla de la Fantasía, con dos estrellas de la música. Pero para decepción del pequeño sicario, no se trataba de cantantes de salsa, como era la costumbre entre los narcos colombianos de esa época, sino de un Beatle y un Rolling Stone.
Ronnie Wood y Ringo Starr conocieron a Carlos Lehder en una fiesta en París a finales de los 70, y tras hacerlos morder el anzuelo de una promesa de cocaína y rumba se embarcaron hacia Cayo Norman, paradisíaca isla en las Bahamas propiedad de Lehder, a una fiesta que duraría cerca de un mes. El excéntrico narcotraficante les tenía preparado un estudio con los mejores instrumentos y tecnología, pero en medio de su eterno embale no pensaba dejarlos ir tan fácilmente. Según cuenta Wood en su autobiografía, Lehder tenía una personalidad dominante, fue una especie de «rumba forzosa». Sólo cuando sus compinches del Cartel de Medellín le exigieron menos rumba y más trabajo, las estrellas de rock pudieron regresar a sus respectivos países.
Pero las anécdotas rockeras no paran ahí. Desde hace mucho tiempo se tejió la leyenda de que los Rolling Stones habían estado en la Hacienda Nápoles, la “isla de la fantasía” de Pablo Escobar. No hay evidencia de eso, pero es probable que fuera Lehder quien le propusiera al “Patrón” la idea de una pequeña rumba con los Stones en su hacienda. ¿Cuántas celebridades, nacionales e internacionales, irían en esos años de esplendor a la hacienda de Pablo Escobar y la isla de Carlos Lehder?
Y así mismo, es bastante conocida la afición de Lehder por John Lennon, tanto así que a principios de los 80 mandó a erigir una estatua del cantante en La Posada Alemana, un resort de su propiedad en Quindío. La estatua fue muy popular y controversial porque el músico estaba representado desnudo con un casco de soldado alemán, con la guitarra Rickenbacker 325 que usó en los primeros años de los Beatles, con dos agujeros que representaban los disparos que le propinó Chapman, y con la palabra PAZ en sus genitales y mano izquierda. Aunque Lehder perteneció a uno de los grupos criminales más sanguinarios de la historia de Colombia y fue un declarado neo-nazi, lo conmovía profundamente el mensaje pacifista de Lennon. La estatua fue robada a finales de 2003 y hoy se desconoce su paradero.
Hace unos días se especuló que Lehder estaba libre desde hacía algunos años gracias a un programa de protección de testigos en Estados Unidos. Algunos familiares suyos desvirtuaron esta versión. En todo caso, seguramente Carlos Lehder seguirá rockanroleando, esperando que así como a Escobar lo visitaban en la cárcel de la Catedral grandes futbolistas y personalidades de la farándula, a él vayan a visitarlo algún día a su celda, o donde quiera que se encuentre, algún Beatle o un Rolling Stone, y, en ese momento, cantarles desde la clandestinidad:
Please allow me to introduce myself
I’m a man of wealth and taste
I’ve been around for a long, long year
Stole many a man’s soul and faith
And I was ‘round when Jesus Christ
Had his moment of doubt and pain
Twitter: @tornamesa_blog
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lo de los rolling stones en colombia a principios de los 80 es cierto, carlos ledher era el que los traeria,seria un concierto privado.conoci a alguien que lo invitaron,los noticieros de la epoca dieron la noticia.
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La Posada Alemana no queda en Pérdida. Esta mansión abandonada está en el departamento del Quindío, en la carretera que conduce de Armenia a Pereira.
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Mil gracias Jefersson, ya está corregido.
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