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Por: Diego Laserna @dglaserna

El año pasado Mauricio García Villegas escribió una columna luego de que su padre muriera atropellado por una moto en la que decía que hoy en Colombia las motos matan más gente que el conflicto armado. García concluía diciendo que “lo peor es que, como los muertos de esta tragedia son a cuentagotas, están dispersos por todo el territorio y no son el producto de un actor armado o de una catástrofe natural, sino de la falta de regulación, la tragedia no se ve”.

Y tal vez donde menos se ve es en Bogotá pero la tragedia está ahí, como sangre que nos corre pierna arriba.

Durante los últimos 15 años el deterioro del servicio de Transmilenio y la desastrosa transición del transporte público tradicional al SITP han hecho que la gente busque alternativas al bus. Unos han comprado carro y otros se han pasado a la bici pero la gran mayoría se han pasado a la moto.

Fuente: Secretaria de Movilidad – Presentación

Y las razones no sorprenden. El que anda en moto se mueve más rápido, no paga peaje, puede pasear a la novia, consume poca gasolina, saca el pase fácil, no tiene pico y placa y paga poco por su vehículo.   Esos factores y más explican la explosión en el número de motos en Bogotá pero lo que es difícil medir para estos nuevos conductores de moto son las probabilidades de que su nuevo vehículo los deje lesionados de por vida o muertos.

Fuente Secretaria de Movilidad – Derecho de petición

Durante los últimos nueve años los muertos en accidentes que involucran una motocicleta se han multiplicado por tres en Bogotá, ya superando la barrera de los trescientos y es presumible que de continuar la tendencia en compra de motos, siga subiendo ¿Qué vamos a hacer? ¿O simplemente nos importa menos que se mate la gente como consecuencia de las motos que como consecuencia de las balas?

Básicamente hay que hacer dos cosas. Una popular y la otra muy impopular.

La primera es mejorar la calidad del transporte público. Que deje de ser una chichonera, sea seguro, tenga buenas frecuencias y buena cobertura. Esa es popular porque es responsabilidad del gobierno y creemos que no tenemos que pagar para que pase. La segunda es muy impopular y es hacer menos atractiva la moto. Eso implica quitarle las gabelas que tiene. Por ejemplo empezar a cobrarle peajes, hacer que el precio de su SOAT refleje el riesgo que representa, garantizar que no puedan parquear en la calle y si es el caso subirle los aranceles. También es clave supervisar con rigor como las escuelas están entregando los pases y que los que sigan usando la moto lo hagan de una manera segura y respetuosa.

En Vietnam, un país donde las motos definitivamente le ganaron la batalla al transporte público,  una persona en motocicleta aproximadamente cada hora y media. Es decir más de once mil al año. ¿Vamos a permitir lo mismo en Colombia? Si estamos decididos a evitarlo alguien va a tener que darse el lapo de popularidad que implica trancarlo. Algo así como lo que le tocó a Santos con las FARC.

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Diego Laserna estudió planeación urbana. Es activista del Combo2600, comentarista de Alerta Bogotá y un eterno estudiante de mandarín. Le encanta el brillo del la grama del Campín y detesta la sensación mantequilluda de la baranda de los buses. Lo pueden seguir en Facebook  y Twitter 

La foto principal fue tomada de .

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