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Uno los pueblos más adorables de Colombia, epicentro de héroes de  la Guerra de los Mil Días, con «la segunda mejor Semana Santa del país», escribe la reportera Gina Betancourt, que se enamoró de este municipio turístico.
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Por Gina Betancourt, de la redacción de Color de Colombia
Soy testigo de la excepcionalidad del municipio, no sólo por sus privilegios geográficos y patrimonio, sino también  por la amabilidad de la gente, que revela el inmenso cariño por su tierra natal.
El Cerrito, fundado en 1825 y declarado municipio en 1846, por curiosidades de la historia se llamó Chiquinquirá y Guzmán. Una tierra de 60 mil habitantes (30% afros) y riquezas culturales expuestas a todos sus visitantes.
Diego A. Carvajal, historiador cerriteño, es feliz hablando de su pueblo. «Sublime por hechos históricos y aspectos geográficos atractivos para el turismo regional y nacional».
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Y afortunado por las cuatro vías de acceso a la capital vallecaucana, la cercanía a ciudades como Tuluá, Palmira, Buga y Buenaventura, y la carretera Panamericana, que amplía la comunicación con Pasto y Bogotá.
Las riquezas hidrográficas también valorizan a la ciudad cariño. El río Cauca es la fuente más grande de abastecimiento y las aguas del río Sabaletas entretienen a las familias vallecaucanas con el típico paseo de olla.
Al sur, el río Amaime simboliza la historia nacional donde se decantó la Guerra de los Mil Días, tras las hazañas del ejército cerriteño liderado por el General Vásquez Cobo. 
Su nombre  y heroísmo trascendieron. El 30 de noviembre de 1952, en El Cerrito inauguraron el Estadio con su nombre. 
Y si de cultura colombiana se trata, Efraín y María sedujeron al universo de la literatura y a la nación. La novela «María», de Jorge Isaacs, y la hacienda «El Paraíso» son motivo de orgullo  municipal. 
La historia de amor fue el motivo por el que historiadores denominaron al municipio «tierra de romanticismo»,  tentadora a la mirada del turista nacional e internacional.
Igual que «María», el Parque Francisco Antonio Rada es representativo del municipio, iluminado con faroles coloniales, engalanado con la siembra de palmas y tres esculturas; entre ellas, la de El Libertador Simón Bolívar.
Cada día, el parque es visitado por más de 250 raizales y turistas en plan descanso, reflexión y entretenimiento. 
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Allí, cuando caen los últimos rayos del sol, los adultos mayores relatan con misterio la leyenda del bosque encantado de la Hacienda la Merced y el descabezado que ronda en su caballo el parque central.
El Parque Rada también es epicentro de majestuosas celebraciones como el Festival Isaacsiano de la Cultura en el mes de junio, un encuentro artístico donde las manifestaciones culturales de diversas regiones de Colombia conmocionan a los cerriteños y turistas, quienes se preparan para disfrutar su decimotercera versión.
Legados arquitectónicos, patrimoniales, históricos y culturales embellecen a El Cerrito. Por ello, la recuperación, conservación y difusión de la identidad municipal tiene primacía desde el 20 de mayo de 1966 por medio de La Fundación Centro Cultural Universitas.
El apoyo a proyectos de índole artística, gastronómica y ambiental y la emisora comunitaria Universitas desde 1999 abren espacio al trabajo social y a la promoción de eventos como:
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La Peña Artística, el 30 de agosto, por motivo de aniversario del municipio; las Jornadas Culturales de Integración Municipal; los aguinaldos navideños para recuperar los valores de familia; las Fiestas de la Uva en Santa Elena, celebradas en el mes de noviembre y la más solemne Semana Santa.
Porque en este municipio se respira el olor a sahumerio más que el de caña de azúcar. La devoción de los habitantes posicionó a El Cerrito como patrimonio religioso de Colombia.
Durante 171 años ha sido atractivo para  centenares de fieles de Guacarí, Santa Elena, Rozo, Palmira, Cali, Ginebra y turistas de otras regiones y países.
        Los conciertos de música religiosa, el cine foro, el 
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descenso de Cristo el viernes Santo, los alumbrados en las procesiones nocturnas, son espacios para el reencuentro de muchas familias.
La masiva asistencia en los días santos, otorga a la Semana Mayor cerriteña, la segunda posición a nivel nacional.
En la ruta religiosa del Valle del Cauca, los peregrinos y fieles solemnizan el templo Nuestra Señora de Chiquinquirá. La obra, reconstruida tras los terremotos de 1925 y 1967, engalanada por dos torres y un  reloj de arte francés desde el 25 de marzo de 1991, es lugar sagrado.
Al marco de atractivos turísticos se suman los balnearios Tardes caleñas,  en la vía a Rozo, y La Lorca, cerca a Guacarí. El primer y único museo al aire libre: El Museo de la Caña de Azúcar, y el santuario más extenso de Palma de cera en el corregimiento de Tenerife.
En la tierra del romanticismo universal, encontré personas que vibran con todo lo que sabe a cuaresmero, pasabocas, panderitos, manjarblanco, dulce cortado, pan de yuca y vino artesanal con poderes medicinales.
Pero especialmente a bizcochuelo, un producto con 130 años de historia, que de la  mano de José Manuel Galindo se convirtió en tipicidad cerriteña. El Mecato es una exposición de sabores tradicionales del Valle que cautiva el paladar del visitante.
Los visitantes buscan en el municipio respuesta al apelativo «ciudad cariño». Y aunque la historia recurre al año 1967, cuando un circense recibió la ayuda de cerriteños para reconstruir su carpa devastada por un torrencial aguacero, en el 2012 descubrí no sólo la peculiaridad de un cementerio frente al Hospital San Rafael, sino la complicidad con personas que vibran al contar la historia de su natal Cerrito.
Los guardianes de una identidad,  de la sencillez y amabilidad de un pueblo, que honra el nombre «ciudad cariño».

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