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Hoy 24 de julio, conmemoración de una batalla fundamental para consolidar la independencia de Nueva Granada (Colombia) y Venezuela.

Por Daniel Mera Villamizar, sociólogo, directivo de la Fundación Color de Colombia, columnista de El Espectador.
Crecimos creyendo que la Batalla de Boyacá terminó la guerra de independencia, el 7 de agosto de 1819. Pero no.
Casi cuatro años después, el 24 de mayo de 1823, Bolívar le escribía a Sucre:
«Mientras no se haya decidido la batalla contra Morales no podemos contar con seguridad en el sur».
Morales era el comandante general de la fuerzas españolas en Venezuela, que se preparaba para atacar a Riohacha, Santa Marta y Cartagena:  reconquista.
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La Batalla del Lago de Maracaibo, en la tarde del 24 de julio de 1823, garantizó la independencia de Venezuela y la tranquilidad de Colombia.
Fue tan notable que las Armadas de Colombia y de Venezuela celebran su día el 24 de julio, en homenaje a esa Batalla.
Arturo Uslar Pietri escribió:
«Si se pierde el combate de Maracaibo la suerte de la guerra de independencia hubiera sido otra.
Seguramente se hubiera prolongado por varios años más, tal vez, Bolívar hubiera tenido que regresar del sur.

Todo lo ganado en trece años de larga y desesperada guerra hubiera estado otra vez en juego». 
José Manuel Restrepo, el historiador que vivió buena parte de la revolución y la plasmó en ocho tomos, dice que esa victoria naval «celebróse en todas las provincias, con fiestas y regocijos …»
Pues bien, como poco se recuerda, el comandante de las fuerzas patriotas fue el Almirante José Prudencio Padilla.
En la mañana de ese 24 de julio, «el jefe» estuvo en cada barco alentando a la tripulación para la batalla, cambió a algunos jefes de barco y luego los reunió a todos para instruirlos en la táctica, incluyendo los detalles.
Por ejemplo, esparcir arena mojada en las cubiertas para no resbalar con la sangre.
La sangre de cerca de 1000 hombres tiñó las aguas del lago. En combates cuerpo a cuerpo con armas blancas, los patriotas causaron las mayores bajas.
El 26 de julio de 1823, a bordo del bergantín «Independiente», Padilla dijo en su proclama:
«Compañeros: habéis correspondido también a la promesa que me hicistéis de morir o vencer a mi lado (…) jamás dejaré de confesar que mi mayor gloria consiste en mandaros».
5 años después de la Batalla de Maracaibo, Padilla sería fusilado injustamente, convirtiéndose en mártir fundacional de la fe en el derecho y en la democracia.
Aunque ya era el héroe naval inmortal de la guerra de independencia.
[Citas tomadas de El Almirante Padilla, de Jesús Torres Almeida, Ediciones El Tiempo, 1983)
Publicado originalmente el 24/07/2008, en los 185 años de la Batalla del Lago de Maracaibo]. 

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