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Buena parte de las fabulosas ganancias del sector financiero
en el país  proviene de su
sagacidad para poner a los cuenta-habientes a pagar por el uso de las TIC en
sus transacciones.  Sagacidad por
que, a cuenta de modernizar la infraestructura las autoridades  -gracias a la influencia de los
poderosos grupos financieros-, se niegan a frenar los abusos que se están
presentando.

¿Acaso siempre no son los consumidores quienes cubren los
costos de un servicio? Sí. En últimas, todo negocio se mantiene y crece con lo
que recibe por suministrar un bien o servicio a sus clientes: mejorar la
presentación de un local se debe reflejar necesariamente en la facturación,
bien por el aumento de las ventas o por el incremento de los precios.

 

Sin embargo, las cosas no son tan claras cuando, por
ejemplo, se cobra la utilización de Internet en una transacción que se puede
hacer en forma presencial. Y menos aún cuando, en aras de adoptar las
tecnologías digitales, se promueve el desuso de otras donde la retribución no
es tan evidente.

 

Entre diversas opciones para realizar un movimiento
bancario, el cliente puede emitir un cheque (que paga), ir hasta la
sucursal (el transporte y los riegos van por su cuenta) o adelantarlo por
Internet (cuya tarifa también paga). En este último caso, el banco también
impone tarifas que, en muchos casos, representan un doble costo para el
usuario.

 

Esas deficiencias quizás permitan
explicar el descenso de la bancarización desde 1997, cuando Internet estaba en ciernes. El argumento de que la gente prefiere hacer sus diligencias en forma
presencial por desconfianza en los medios electrónicos, se cae de su peso
cuando se advierte el crecimiento vertiginoso del uso de Internet en todo tipo
de transacciones incluidas, (obligatoriamente en muchos casos), las bancarias. De ahí la importancia de alentar
la participación ciudadana en el debate del proyecto de ley sobre cuentas de
ahorro social que se examina en el Congreso. Y de procurar que el gobierno, aparentemente interesado en impulsar la inserción del país en la Sociedad Informacional, tome cartas en el asunto y controle los abusos escandalosos de los banqueros.

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