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Ya estoy cansada de estar encerrada y tengo derecho a decirlo. No por ello soy irresponsable ni dejaré de seguir los protocolos de seguridad para evitar mi posible contagio con covid-19 ni el de los demás, pero sí creo que expresar mi desespero es legítimo y necesario.

Me hace falta salir a caminar acompañada, entrar a un café y sentarme con una amiga a conversar, andar por la calle sin misterios y que los demás vean mi expresión cuando les sonrío.

Ya no aguanto una reunión más por Zoom ni por ninguna otra plataforma, no quiero más Facebook life ni Instagram life, menos una webinar gratuita. Esto de que lo virtual llegó para quedarse no me convence. No me gusta para nada un planeta en el que no podemos estar cara a cara, en el que no podemos interactuar con naturalidad, porque así el gobierno nos de permiso de salir a la calle, el riesgo al contagio continúa, por eso esa frasecita de «tenemos que aprender a vivir con el coronavirus” me parece tan vacía.

¿Qué es aprender a vivir con este virus? ¿Alejarnos de los demás? ¿No darnos la mano? ¿Desistir de los lugares públicos? ¿Evitar reuniones con amigos en la casa? Si de eso se trata, me pregunto de dónde sacan los optimistas que después del covid-19 vamos a quedar convertidos en mejores seres humanos, si lo que ha hecho este virus es que les tengamos miedo a los demás. No sé cómo este miedo puede lograr que seamos sociedades más conscientes.

Llenos de miedo los seres humanos no logramos mucho, creo que solo guerras, enfrentamientos, odios, inseguridades y plegarnos a gobiernos que hacen creer que con medidas totalitarias protegen a sus ciudadanos de ese gran enemigo que los asecha.

Por eso creo que lo que debemos preguntarnos para que no nos hagamos daño es cómo podemos vivir sin miedo ahora que llegó el coronavirus. De eso se trata esto y sería bueno que nos permitiéramos buscar la respuesta, porque a muchos que se han atrevido a hacer un análisis diferente de las cifras del coronavirus y a plantear la posibilidad de vivir de otra manera esta pandemia los han mandado a callar y a que no les brinden la atención médica si llegan a necesitar un ventilador.

Creo que debemos quitarnos el miedo para debatir cómo vivir a partir de ahora sin angustia, para analizar cómo convivir sin temernos unos a otros, cómo interactuar sin desconfiar de todos. Si seguimos viviendo con miedo, este virus nos ganó la partida a todos, incluso a aquellos que no nos hemos contagiado.

 

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