
La política en Colombia se ha vuelto cada vez más un escenario en el que, si uno critica una sola idea de un líder, es porque es su enemigo y a la vez acérrimo defensor del adversario. Si uno critica a Santos, es porque es uribista. En cambio, si uno critica a Uribe, es porque es santista. Y en Bogotá es como lo mismo: si uno critica a Peñalosa, es petrista; y si critica el pasado, entonces es peñalosista.
Que Santos dijo esto y Uribe le respondió, que Uribe escribió un tuit y Santos le contestó. Y uno como espectador siente que alrededor de esto no hay un debate político de fondo, pero eso sí, se prenden las redes sociales, aparecen columnistas de uno y de otro lado, se critican los criterios de emisiones y publicaciones de las noticias, se calientan los debates en el Congreso y los problemas del país se quedan por ahí andando como si nadie quisiera hacerlos propios. Lo más grave de todo esto es que las propuestas políticas y de cambio no se discuten desde ella mismas, sino desde quien las emite.
Yo estoy cansada con tanta peleadera. Ya quisiera que apareciera un líder serio capaz de hacernos soñar con un proyecto de país y de ciudad que vaya más allá del personaje, una opción que logre trascender un nombre propio y convocar a los votantes y a los ciudadanos para ver si por fin logramos ir para algún lado.
No se trata de ser homogéneos, se trata de poder hablar sobre lo que podemos intentar como sociedad con tolerancia, sin agresiones personales, sin burlas, sin rechazos porque sí.
Cada vez más personas van quedando por ahí sueltas sin encontrar en la clase política alguien que las represente y es justamente en momentos como estos cuando aparecen personas salidas de la manga que se llevan a estos huérfanos y los hacen suyos.
Quisiera creer positivamente que también un político inteligente y responsable podría aprovechar esta situación y entender que muchos estamos cansados de ver el país en blanco y negro, de creer que o estamos aquí o estamos allá. Tal vez muchos nos encontramos en algún lado y quisiéramos que alguien tomara nuestra vocería. Recuerdo los comerciales de la campaña de Noemí Sanín a la Presidencia de La República en 1998 en los que mostraba cómo se lanzaban pullas Horacio Serpa y Andrés Pastrana, entonces sus competidores, y ella se preguntaba si realmente los colombianos queríamos más de lo mismo. En ese entonces las peleas eran entre samperistas y pastranistas. Noemí no alcanzó los votos suficientes para llegar a la Casa de Nariño, pero muchos se identificaron con ese agotamiento producido por una asfixiante y nociva peleadera.
Creo que andamos por las mismas.
A mi lo que me asombra, es ver como este Sr Uribe tiene este pais tan polarizado, cuando su unica herramienta es hablar, los uribestias cada dia son menos, entonces por que prestarle tanta atencion, cual es el miedo.En la firma por la paz, hay gente se alegra dizque por que pierde Uribe, y poco saben de los pro y los contra.
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Que mal hace Uribe y Uribestias al país!
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Ese pinche Uribe ya debe morirse y dejar que los jóvenes vivan en paz. Anciano Camorra Uribestias, vayase al infierno con su guerra
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