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En vísperas del popular día de las velitas el centro de la ciudad ya andaba prendido, la ola negra acudía sagradamente a un ritual pactado meses atrás, había llegado la hora de que las promesas lanzadas por aquel incendiario diablo pasarán del verbo a la acción. Lejos de arder como almas en pena lo que se vivió allí fue una fiesta del más puro y leal metal. Reseña – Festival del Diablo-. Bienvenidos.
Como pocas veces sucede en eventos donde bandas locales abren actos internacionales, el teatro Metropol se encontraba a un 90 por ciento de su capacidad cuando sobre las 6 de la tarde los colombianos de NarcoPsychotic con un arsenal de Hardcore representaban su disco “Farzombia”, en aquel altar del diablo. Primer buen indicio. El telón de fondo de color blanco tenia impresos instrumentos quirúrgicos, que aparte de ser los símbolos de la banda cabeza del festival, anunciaban que esta cirugía musical era sin anestesia o por lo menos así lo afirmaba la segunda en turno, la agrupación de Facatativá, Random Revenge. Soportados en su reciente álbum debut “Justice of Chaos” y en las cuerdas afiladas de su vocalista Fabián Beltrán, la cuota de Heavy metal y Thrash estaba bien personificada; acoplados y potentes, desde las entrañas este quinteto dejaba al público con verdadera sed de –más- “venganza”.
Mientras la fundación Hard Fight Colombia recibía regalos para niños discapacitados por parte de los asistentes, abajo, otros, se concentraban en la ‘cantina del infierno’, inevitabl tentación, primero por la tan preciada cerveza –bastante traspiración- y segunda por la belleza de sus tenderas. Al parecer el diablo no había dejado nada al azar. Ahora en tarima una de las leyendas del metal nacida en Medellín. Reercarnación, su único integrante fundador Victor Jaramillo tomaba todas las almas del festival para reencarnar canciones hechas a finales de los noventa pero que muchos no habíamos tenido el chance de escuchar en vivo, oscuras como su voz pero relevantes como pioneras del rock nacional, ‘Piolin’ de gafas y cabello ondulado recibía un merecido reconocimiento de parte de las nuevas generaciones seguidoras del estilo.
Poco tiempo duro puesto el corsé de Rosa Arias, de Día De Los Muertos, sola, se tragó con su devastadora voz y de una sola bocanada, la localidad Infierno – primer piso y Purgatorio – segundo piso, cabalgata a tope con temas como ‘Sigo siendo el Rey’ y ‘Sacrificio’. Energía pura, amalgama de talento y actitud el de los angelinos. En el fondo, al costado derecho del escenario, dos amigos hablaban pero cortaron porque sus gargantas empezaron a contraerse, el gas lacrimógeno se esparció por el recinto, varias personas logran colarse y la policía reacciona. Vuelve la normalidad luego de algunos minutos de receso, retorna la buena actitud del público y por supuesto de la banda, quienes tocan dos canciones más y se van. Obvio, había algo de confusión pero el corazón del rockero siempre ha sido de acero puro ante las adversidades, por eso cuando Dagon con su rostro maquillado saltó al podio, no solo apaciguó los ánimos, también bajó el velocímetro musical que venía a full, adjunta a la gente en las profundidades de una propuesta tan prolífica como el Black Metal de su banda Inquisition, dúo que al aire parece un cuarteto, atónitos, aquel show en Rock al Parque 2012, tenía ahora un segundo capítulo pero bajo el mismo nombre: ¡Asombroso!
El tiempo era oro, los técnicos al mil por ciento, poco se perdió el hilo conductor entre música y público en cada cambio. Para los fotógrafos igual, en turnos entraban al foso por una canción, par disparos y luego afuera, apoyados por el personal de logística siempre presto y amable. Ahora todos esperaban por ‘Juan Brujo’ y su corte, pero los focos blancos estallaron sobre el telón logo del grupo principal. Al plato, Carcass, abría con la enganchadora Buried Dreams su líder Jeff Walker sonreía como nunca en sus anteriores visitas. A pocas bandas de metal se le pueden adjudicar el término “locomotora”, los ingleses son unas maquinas cuando obturan el carbón en su caldera, aleaciones explicitas en liricas corrosivas y sonido fiel, había que ver los rostros enérgicos del presente batallón metalero al final del set. Zona de prensa -segundo piso- algunos periodistas veían iniciar el hechizo del grupo Brujería, música extrema pero bajo el parámetro de la parodia a nuestro mundo de “Colas de Rata”, “Narcos Satánicos” y “Revolución”. Mera diversión de unos ‘chingones’ mexicanos-americanos, de machete, gorra y pañoleta de bandido, embrujo final. Luego de más de 6 horas de fiesta las almas felices eran liberadas pasadas las 2:30 de la madrugada, el Diablo cerraba su casa.
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El Festival del Diablo ofreció un gran cierre de año en materia de conciertos, pero también un ejemplo de profesionalismo, se contempló desde el asistente hasta los músicos, hubo campaña masiva de difusión en la gran mayoría de medios, redes y sitios oficiales, facilidad e incentivos en la compra de entradas, un recinto óptimo en sonido con zonas para todos, y buen trato hacia la prensa. Respeto y trabajo en llave de promotores (varios de otras empresas) técnicos, logística, periodistas, músicos, todos, realmente comprometidos y sin prejuicios. Presente la tan subvalorada unión. Ni la ignorancia de aquellos que se colaron ni la imprudencia de la policía al lanzar gas lacrimógeno dentro del teatro, pudo empañar esta fiesta de convivencia y música. Por supuesto hay que corregir cosas, como buscar una estrategia para evitar que dichos individuos sigan entrando a la fuerza.
“Matando Gueros”
Puede que se asocie al diablo con maldad y con una música como el metal, pero lo visto el pasado sábado 6 de diciembre no tiene nada que ver con esto, hay que estar adentro para comprenderlo. Debemos continuar replicando este tipo de aleaciones en pos de construir una verdadera escena. Bienvenido sea.
Permanezcan Rockosos
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