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El Gobierno de Álvaro Uribe ha hecho grandes cosas por Colombia y es indiscutible que el país hoy es, en muchos sentidos, uno mejor que el que era en 2002. Pero también han fallado cosas fundamentales como el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres; el mejoramiento de la infraestructura; las soluciones y los cambios al sistema de salud; la distribución de las tierras incautadas a los narcotraficantes; la creación de empleos formales; y la cobertura de la educación superior; entre otros. Todos estos aspectos son fundamentales para atacar el conflicto de raíz y acabar con el ciclo de la violencia ya que mientras no se ofrezca una vida digna a todos los colombianos que comprenda una buena alimentación, una vivienda con las condiciones y los servicios básicos, acceso a la educación y a la recreación, empleo, etc., las nuevas generaciones de colombianos serán nuevas generaciones de guerrilleros, paramilitares y delincuentes comunes que, al no encontrar una vía legal para obtener lo que necesitan para vivir y sostener a sus familias, recurren a la ilegalidad en busca de recursos y a la justicia por manos propias como respuesta a un sistema de justicia ineficaz, lento y poco transparente.

Además, reconociendo la excelente gestión del Presidente Uribe en diversas áreas que llevaron a que Colombia sea hoy un país más seguro, más apto para la inversión extranjera y con una mejor imagen en el ámbito internacional, también hay que decir que, por lo menos a mí personalmente, me decepcionó su deseo de seguir en el poder, lo que llevó a que gran parte de su gobierno -de ese tiempo que él decía que no era suficiente- se desperdició, irónicamente, en buscar su continuación en el poder y en desenredar escándalos de corrupción y clientelismo derivados de este deseo antidemocrático, mientras las verdaderas necesidades del país se veían relegadas a un segundo plano porque tanto el Gobierno como el Congreso, las Cortes, los medios de comunicación y los ciudadanos estaban inmersos en el dilema de la reelección.

Acierta la revista Semana cuando afirma que la reelección desvió al Presidente Uribe de sus propios objetivos, haciendo que en el presente año no se hayan cumplido muchas de las metas del plan Visión 2019.

El país ha avanzado mucho en materias que eran urgentes y necesarias, pero ahora necesita un cambio fundamental en políticas de otras áreas como la educación, la salud, la infraestructura y la justicia. Sobra decirlo, sin olvidarse en ningún momento de la seguridad.

Todos los colombianos, en el campo y en la ciudad, deben poder crecer rodeados de condiciones que les posibiliten el tener una vida digna y oportunidades que no los hagan escoger -o mejor, verse obligados a tomar- el camino de la ilegalidad.

Por otra parte, los colombianos estamos hartos de la corrupción, el clientelismo, la ilegalidad y la ineficacia de la justicia. Se necesita renovar la política del país para que no haya nuevas generaciones de jóvenes apáticos frente la política y a la democracia que prefieren no votar pues no creen en nadie y han perdido la esperanza.

Muchos de esos jóvenes hoy están ilusionados y quieren acudir a las urnas para otorgarle su voto a una propuesta diferente que representa una verdadera oportunidad de cambio: el cambio de la cultura misma, de una cultura de la ilegalidad y de lo fácil, hacia una cultura del trabajo y la justicia que haga que Colombia entera se transforme y termine con la delincuencia y la ilegalidad no solo acabando con las vidas de quienes ahora hacen parte de este problema, sino exterminando la semilla que crece dentro de miles de jóvenes que se sienten abandonados por el Estado y que deciden convertirse en nuevos delincuentes, continuando el ciclo de la violencia…

Ese ciclo no puede seguir por siempre ni la tranquilidad en Colombia puede depender de una sola persona o de la continuidad de un gobierno. Se necesitan políticas de estado a largo plazo y cambios culturales y sociales fundamentales que logren hacer de nuestro país uno en el que la vida humana sea digna y, por lo tanto, constructora de una convivencia pacífica.

Este es mi voto: considero que la propuesta de Mockus y todo su equipo de trabajo pueden llegar a hacer cosas fundamentales por Colombia. En primera vuelta mi voto será para Germán Vargas Lleras porque pienso que es el candidato más idóneo en este momento, una persona honesta que siempre ha sido fiel a sus principios y a sus convicciones, y que demuestra un gran conocimiento del país detrás del que van propuestas puntuales que tienen como base una gran visión de Colombia. De llegar Santos y Mockus a segunda vuelta, me voy por Mockus. Pero ojalá el país sepa valorar a Vargas Lleras.

Mi propuesta es: si queda Mockus, Vargas Lleras debería ser su Ministro de Defensa, no solo porque desempeñaría un excelente papel, sino porque así Colombia podría conocerlo más a fondo para que él fuera el Presidente de Colombia en el año 2014.

http://www.semana.com/noticias-nacion/sonar-no-cuesta-nada/138037.aspx

www.catalinafrancor.com

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