A los seres queridos,
Hoy solo quiero compartir un pensamiento sobre la familia que se me atravesó en uno de esos instantes en los que uno ve algo que tiene al lado todos los días de una manera nueva y reveladora, como si se tratara de algo que uno no conociera, una de esas ideas que uno agarra rápidamente para no perderles el sabor ni dejarlas de entender o de ver bajo el mismo ángulo exactamente unos instantes después.
Decía, entonces, que se trataba de la familia. Fue sencillamente un instante en el que pensé en mis padres, en cómo se tienen el uno al otro y en qué haría cada uno de ellos de sus días si no tuviera al otro…No alcanzo a imaginármelo. Entonces, pensé en todos esos chistes, quejas y críticas al matrimonio, a la carga de los hijos y a tantas cosas y problemas de la vida diaria; pensé en que la vida, más allá de todo eso por lo que luchamos, de los sueños y de las riquezas, para ricos y pobres consiste en vivir el día a día, en levantarse y acostarse para volver a hacerlo, y en cumplir con alguna rutina cada día, por más distinta que sea para unos y otros; pensé entonces en que en ese día a día, cuando algunos lleguen de un día de trabajo en la oficina, otros de pedir plata en la calle, otros de dar un paseo en yate, otros de pedir trabajo infructuosamente, otros de rogarle a una entidad de salud para que atienda a las súplicas y cubra un medicamento para salvar una vida, todos, sin distinciones, llegarán a alguna parte al final de su día y podrán encontrar o no a alguien a quien contarle todo lo que pasó en esas horas, a alguien a quien abrazar o sobre quien llorar.
El hecho de saber que alguien va a estar ahí lo es todo.
Por eso no hallo razón alguna en el universo para que una familia no sea lo único y más importante en la vida de un ser humano; esos que están ahí para pelear, poner problema, llorar, reír y abrazar, esos son los que construyen la esperanza, esos son los que dan fuerzas, esos seres son el amor que mantiene cálido el corazón de cada uno de los que sale a lucharse la vida cada día, a encontrarle sentido a levantarse, comer y dormir sin hacer más preguntas.
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