Sigo sin entender. El 8 de noviembre del 2012 iban Isaac Garzón (6 años) y Tatiana Sierra (5 años) caminando al colegio y los atropelló Wilson Cely, un chofer de bus con 8 millones de pesos en partes. Isaac Murió, Tatiana está en cuidados intensivos (o estaba, hasta donde supe ). Y el chofer quedó en libertad porque no estaba borracho.
Pero no fue la primera vez, y si todo sigue así no va a ser la última. El 11 de septiembre de 2009, Nicole Cañón iba caminando al colegio y, cuando iba a cruzar la Avenida Séptima con Calle 57 (no, no hay cebra ni cruce ni nada), la atropelló un chofer de bus y después la terminó de matar un chofer de taxi. El conductor del bus siguió su camino y el taxista se escapó durante un rato hasta que lo cogieron. Y nos siguen tratando de convencer que la guerra está en el monte y no en la ciudad.
¿Por qué pasa esto? Las respuestas típicas serían:
– El conductor era un guache
– Los niños no debían ir solos
– Los peatones son brutos
– y otras respuestas más tecnificadas (como la guerra del centavo, la falta de seguimiento a las normas, etc, etc).
Para mí hay un factor que se olvida permanentemente, y que además es generalmente percibido como algo positivo: la velocidad de los vehículos que iban pasando era muy alta, y si hubiesen ido más despacio no habría sucedido lo mismo. Fuera de cualquier discusión contractual o sistémica, un vehículo que va a menos de 30 km/h no genera tanto riesgo como el que va a una velocidad mayor. Y esto está demostrado con estudios, gráficas, y estoy seguro que con la experiencia de todos ustedes.
Pero el problema real no es tanto la velocidad del vehículo, sino la permanente angustia de quienes lo conducen de alcanzar una velocidad alta, y la permisividad del gobierno al no actuar. Los comparendos por velocidad son un tema que se ve solamente en las vías interurbanas y pocos han generado estrategias para reducir las velocidades dentro de la ciudad con medidas efectivas. No, la señal de velocidad máxima no sirve para nada. Lo que sirve son acciones sobre la educación y sobre las vías.
Por favor, no se indignen con la señal de 30 km/h en su barrio ni con la de 80 en una autopista (como lo dice un columnista sobre incrementar el límite de velocidad, «en la práctica, lo único que vendría a hacer esa norma es legalizar la velocidad actual a la que se anda en Colombia pues los límites son tan ridículos y absurdos, como imposibles de cumplir.»). Más bien sepan que el riesgo de morir atropellado incrementa más que exponencialmente cuando un vehículo motorizado viaja a más de esa velocidad. Sepa que, cuando se implementan las zonas 30 en ciudades europeas (con acciones sobre la vía, reduciendo el ancho y cambiando la textura), las muertes se reducen en 42%. Sepan también que en Alemania, el país que erróneamente se imaginan como uno de velocidad desenfrenada, fue donde inventaron la Spielstrasse (calle de juego) donde TODOS deben ir a una «velocidad de caminata», es decir a un máximo de 7 km/h. Y les funciona. Y, por último, imagínense que, cuando lo midieron unos investigadores, se dieron cuenta que subir de 89 kph a 105kph en la Unión Europea generó 15% más muertes (American Journal of Public Health, vol 79, p 1392).
Entonces por favor dejen la hipocresía, y en lugar de indignarse por la conducta de todos los que mataron a gente atropellándola, reduzcan ustedes su velocidad y dejen de hacer caras cuando les digan que vayan más despacio en una calle residencial. Al que no le parezca, que siga asemejándose a los mercenarios de la guerra urbana.
Carlos Felipe Pardo es un colombiano con maestría en urbanismo de la London School of Economics que trabaja en temas de transporte sostenible, desarrollo urbano y calidad de vida. Le ha tocado ir a más de 60 ciudades en Europa, América Latina, Asia y África a dar asesorías, presentaciones y cursos sobre esos temas. Ha escrito libros y capítulos (unos más buenos que otros), varios de los cuales están en la página de su organización Despacio.org
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Sìempre habra alguien que a pesar de tener relativamente conciencia que es peligroso para èl y los demàs las altas velocidades, incurra por fuerza mayor a acelerar su vehiculo, y no faltara, por lo menos en estas grandes urbes quien cruce con afan la calle, y se repita nuevamente uno de estos desafortunados episodios.
Sin duda alguna hay quienes son amantes de la velocidad, y ni se diga de los conductores de servicio público quienes en su afán de recoger más pasajeros, aceleran a fondo sin importarles la vida de quienes van en la calle y quienes van sentados (o de pie) en el bus y son los que también sufren este desmán que se vive a diario. A mi me pusieron un parte por exceso de velocidad (iba como a un poco más de 80kn/m) y después de eso empecé a ir más despacio no por el hecho de que podía causar un accidente sino por el temor de que me clavaran otro parte. Por esto es importante tomar conciencia porque de nada sirve una señal de 30km/h o una Spielstrasse o una multa si tan pronto como salimos de esta zona o calle, volvemos a acelerar a fondo. Creería que es más bien una cuestión de cultura y de darnos cuenta que la velocidad mata, independientemente de que nos pongan o no algo para hacernos desacelerar, como dicen «del afán no queda sino el cansancio».
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Sìempre habra alguien que a pesar de tener relativamente conciencia que es peligroso para èl y los demàs las altas velocidades, incurra por fuerza mayor a acelerar su vehiculo, y no faltara, por lo menos en estas grandes urbes quien cruce con afan la calle, y se repita nuevamente uno de estos desafortunados episodios.
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Sin duda alguna hay quienes son amantes de la velocidad, y ni se diga de los conductores de servicio público quienes en su afán de recoger más pasajeros, aceleran a fondo sin importarles la vida de quienes van en la calle y quienes van sentados (o de pie) en el bus y son los que también sufren este desmán que se vive a diario. A mi me pusieron un parte por exceso de velocidad (iba como a un poco más de 80kn/m) y después de eso empecé a ir más despacio no por el hecho de que podía causar un accidente sino por el temor de que me clavaran otro parte. Por esto es importante tomar conciencia porque de nada sirve una señal de 30km/h o una Spielstrasse o una multa si tan pronto como salimos de esta zona o calle, volvemos a acelerar a fondo. Creería que es más bien una cuestión de cultura y de darnos cuenta que la velocidad mata, independientemente de que nos pongan o no algo para hacernos desacelerar, como dicen «del afán no queda sino el cansancio».
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