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tan querida

Antes de hablar de regalos hay que poner las cosas en contexto y hablar de las tres interpretaciones modernas de Navidad (Pardo, 2014 – me las acabo de inventar): la primera es que es una época que supuestamente nos recuerda el nacimiento de un man, su mamá que tuvo el chino por arte de magia, unos burros y vacas y un padre putativo. Ay, qué grosería.

La segunda interpretación es la que tal vez tengo yo: Navidad es una época de trancones, buñuelos y novenas interminables, con gente que insiste que es rico cantar anananitanana mil veces y en mil tonos, acompañados por una tía que insiste que sí sabe tocar guitarra y otros que además insisten que tocar tambor es para cualquiera. Y le dan el tambor al niño más chiquito que encuentren.

La tercera interpretación es la que sirve aquí: Navidad es una época para comprar y recibir regalos. Es la época en la que uno puede botar sus medias raídas y reemplazar pecueca vieja por pecueca del próximo año. Es una época mágica en la que uno tiene permiso de comprar cosas, lo que sea, donde sea, pero cosas para gente.

En respuesta a la idea que tuvo El Tiempo de publicar algo sobre Navidad, me pedí escribir sobre las ocho cosas que uno no debería regalar de Navidad. En realidad la lista se compone de una sola cosa: no regale nada. Ahorre, aguante y dígale a sus seres queridos: «no le voy a regalar nada» y écheles una lora bien larga sobre cómo lo importante en la vida es regalar abrazos y besos y estar juntos en familia al lado de esa guitarra estridente de su tía. Seguro le creen, y seguro ahorra plata y trancones y malacaras, y hará chillar a alguien de emoción.

Yo sé: no son capaces de hacer eso. Además faltan poquitos días para Navidad y ya se gastaron un montón de plata en pendejadas que ni siquiera saben si le gustará a quien se la van a regalar. De todas formas, tal vez, quién quita, puede que mi lista de ocho cosas que no deben regalar les sirva de algo. A fin de cuentas, las listas son imprescindibles para la civilización (no lo digo yo, lo dice Umberto Eco).

¿Qué es lo que no deben regalar en navidad? Sin un orden muy lógico, y con ayuda de colegas y amigos que aparecieron en El Feis y en Tuiter a ayudarme a compilar la lista, les doy mi lista (a veces ilustrada para que se emocionen, créditos al acercarse a la foto y al final):
HUGS

– «No regale cosas útiles sino inútiles y chéveres» me dice Franz Campo. Este man dice que uno debe invitar a comer, a eventos, y dice que uno debe regalar sonrisas y abrazos. El man está conmigo: ahorren que las sonrisas son gratis y pueden después comprarse algo para ustedes. Buena, buena.

– Jorge Pachón me dijo que uno no debe regalar un kit de desodorante+bodyspray. Ush, yo no sé si le regalaron eso a él, pero sí me imagino que alguien será tan miserable de simplemente comprar un kit de esos y ni siquiera optar por la opción «demos sonrisas que nos hacen felices».
Morbidly obese belly
Mafe Ramirez dice que uno no debe regalar una Tarjeta de regalo de Herbalife. ¡Yo hasta ese momento no sabía que uno puede regalar tarjetas de esas! De hecho busqué en la página y no vi la opción de «bono» ni «tarjeta de regalo». Hice el intento de imaginar por qué alguien regalaría eso: «no sé qué regalar pero seguro algo de Herbalife le gustará, él tan gordito que es y todo lo que sufre»…
Osho books in Italian bookstore
– No regale un libro de superación personal (Franz Campo también lo dijo, pero yo pensé primero). Así lo necesiten, no sea malo. Es como regalarle un desodorante a quien tiene chucha, unos tic-tac al que tiene halitosis. Además ni a Paulo Coelho ni a Osho les cabe un centavo más de todo lo que han vendido. Si va a comprar un libro para mejorar la vida de alguien, cómprele El Principito, Jekyll y Hyde o El Hombre en Busca de Sentido (o los tres!).

English Black Cake
– Blí Mele dice que uno no debe regalar ponqué negro navideño (con frutas cristalizadas y uvas pasas, ella especifica). Cuando leí esto me empecé a dar cuenta que esta persona no entendió mi pregunta… ¿a alguien alguna vez le regalaron un ponqué negro navideño DE REGALO? ¿O más bien lo llevaron a la novena de la familia? Mi editora de textos me dice que sí, que ponqué negro es un regalo muy común (en ocasiones acompañado de alguna bebida alicorada). En una sugerencia similar, un abogado (cuyo nombre oculto) dice que uno no debe regalar Panettone. ¡Obviamente no llegue a regalar un Panettone! O si lo regala, entréguelo con un galón de agua para pasarlo.
Hideous Pug pants
– Algo rosado o curuba. No, simplemente no regale nada de esos colores (mi esposa me acaba de confesar que ella ya compró un regalo rosado… estamos jodidos en este mundo).

Miyako copying Santa Clause
– Algo con «motivo navidad». Un regalito embebido en el espíritu navideño entregado el 24 de diciembre va a llegar derechito para una caja y solo será abierto un año después, y seguramente ya estará roto o dañado por la humedad del depósito (por esa vez que se inundó, es que esos inviernos).
multiple abrazo arbóreo

Pero recuerden, la regla es una sola: no regalen nada. Más bien dedíquense a inventarse con todo el detalle necesario el cuento del «amor» y la «amistad», y si quieren incluyan en su explicación un párrafo sobre cómo la navidad es sobre el nacimiento de El Verbo, el amor hecho carne, y tuesascosas. Les prometo que van a salir ganando.

regalo es amor

Debo agregar algo: Milan Kundera tiene una posición distinta, pero bien interesante de mencionar para cerrar este post. Él dice que uno no debe regalar lo que la persona quiere, sino lo que uno quiere. En «La Inmortalidad«, el tipo lo explica así:

“Imagínense que tienen un amigo que ama a Schumann y odia a Schubert, mientras que ustedes aman enloquecidamente a Schubert y Schumann les aburre mortalmente. ¿Qué disco le regalarían a su amigo para su cumpleaños? (…) Claramente, Schubert (…) ¡Cuando hacen un regalo quieren hacerlo por amor, quieren darle a un amigo un trozo de sí mismos, un trozo de su corazón! (…) Si le hubieran dado el de Schumann se habrían quedado con la desagradable sensación de que el regalo no habría sido sincero y de que habría parecido más bien un soborno con el que pretendían calculadoramente comprar la voluntad de su amigo” (Kundera, 2009)

Miren: yo no puedo distinguir a Schubert o a Schumann, solo sé que tienen nombre de zapato (Beto de Zapato, Hombre de Zapato, es mi traducción literal de esos dos apellidos). Pero yo sí estoy de acuerdo con Kundera: si usted va a regalarle algo a un amigo que le gusta Beyoncé y a usted de verdad le gusta Shakira, pues dele el último disco de Shakira. Pero insisto que el escenario realmente gana-gana es el de no regalar nada distinto de amor y alegría y abrazos y eso. Si no me creen, vean pues el video de Ikea y empiecen a moquear:

https://www.youtube.com/watch?v=5egLxg_7mg0

Créditos de fotos que no son mías (todas con licencia Creative Commons):

– Abrazo de leoncitos por Ray Morris

– Osho por David Orban

– Ponqué por Franka Philip

– Cosa rosada por Emma

– Gato por Takashi Hososhima

– Abrazo arbóreo por marcos fernandez

– Obeso por FBellon

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