(esto es parte de una historia real que comenzó acá)
Quién carajos iba a haber oído qué era un injerto. Pero es cierto que a los catorce años uno generalmente tampoco ha oído hablar de una quimioterapia, un legrado y casi ninguno de los términos que yo había aprendido durante los últimos meses y que configuran la realidad médica en que vivimos donde hay cosas que son terribles como procedimiento pero son muy buenas para la salud.
El cuento era que mi pierna no estaba mejorando en la parte superior del muslo. Oí la frase típica de estos casos: «no está respondiendo al tratamiento como lo esperábamos». Resignados, salimos del consultorio del doctor para averiguar bien qué era eso (nos pidió que viéramos bien qué era, qué implicaba, y pues sugirió que era su recomendación para este caso). Yo no me acuerdo de haberle dado muchas vueltas al asunto, en realidad me pudieron haber sugerido cualquier cosa y la iba a aceptar. Si eso que proponían dolía mucho y me daba mucha incomodidad, era imposible que fuera a doler tanto como me dolía la pierna todos los días cuando me despertaba y tenía que arrancarme la sábana de la pierna.
Tengo que admitir que esta parte de la historia es realmente más tranquila, cada vez iba viendo el final del karma más cerca. Me hicieron la cirugía, que consistió en sacarme un pedazo de piel debajo de la nalga derecha (un parche en forma de ele que era más o menos del tamaño de mi mano extendida, o del tamaño de un bolsillo de pantalones para cantar hiphop). Cuando ya habían quitado todas las vendas, cubrieron el parche de «piel vieja» con un plástico super especial. La teoría era que ese área de donde sacaron el parche iba a regenerarse porque solo me habían quitado un pedazo muy superficial, y que el parche que habían quitado iba a pegarse al resto de la pierna (la «pizza») y le ayudaría a regenerarse. La teoría.
Para que la teoría se hiciera realidad, había reglas nuevas: tenía que estar acostado todo el día, y solo podía pararme una vez al día para entrar al baño. Esto iba a durar, en el mejor de los casos, un mes. Y… pues era ya época de colegio entonces me tocaba faltar a clases. No me acuerdo si hice tareas, lo único que me acuerdo es que me ví todas las películas que pasaban por la parabólica de la casa. No me acuerdo de nada más. No me acuerdo si había visitas, o si comía o qué comía, ni cómo me bañaba (haciendo un esfuerzo, creo que el baño era con paños húmedos por el cuerpo y ya, igual que los primeros días de la clínica). Mi vida se había reducido a una cama ubicada en el estudio de la casa donde veía televisión.
Yo me imagino que hay grandes personajes de la historia que aprovecharon su mes de total quietud para crear una nueva teoría, escribir un libro o aprender un nuevo idioma. Yo no tenía ganas, solo ví televisión y no me acuerdo de nada excepto de la gran frecuencia con que pasaban el video de «Mary Jane’s Last Dance» de Tom Petty por emtivi – lo extraño es que me encanta oír esa canción, de pronto porque ahora mi vida no consistía en despegarme telas de la piel ni echarme mercurio, sino quedarme quieto y esperar. Era como si uno estuviese en el infierno pero de repente apagaban las calderas y los fuegos y nos dejaban descansar.
La cosa ya parecía que iba a terminar. En realidad eso fue el final de la larga serie de operaciones y curaciones y todo eso. Sí hubo una que otra cosa más que tuvimos que hacer (quitarme los cuarenta y cinco puntos de sutura del injerto, por ejemplo, fue una ocasión feliz porque señalaba un avance increíble), pero lo que tenga que contar médicamente sobre la experiencia de esta quemada ya no es gran cosa. Eso es porque no he comenzado a describir el estigma que significó (y, como me he dado cuenta esta semana, aún significa) el hecho de «no ser normal» por tener una pierna quemada e injertada.
(continúa: El Estigma)
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Carlosfpardo, gracias por tus palabras. Gracias por contar cada detalle y el dolor que produjo en tí y en tu familia. Tal vez, si algún joven/niñ@ te está leyendo,…tal vez,….marques una diferencia en su vida. El espíritu de aventura y experimentación en esa edad no lo quita nada ni nadie, pero, aproximándose navidad, tal vez,…..una persona menos tenga que pasar por esto.
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