Los ojos tristes de fiel canino acompañan al viejo que guardó las abarcas y sacó las botas. Con el agua a las rodillas, muestra resistencia, que no solo es anímica o física, sino que envuelve las esperanzas, perspectivas, el conocimiento de su entorno y por ende de los riesgos y desastres que le permean. Las costumbres, clarividencias, empatía, resiliencia y una serie de cualidades cultivadas en la cultura de riesgo.
Una vieja casa con paredes cuarteadas y alrededor agua…
En este pequeño gran mundo se superpone lo geográfico con lo histórico, lo social, político y lo económico, indicado en una colectividad con hogares dispersos de manera lineal a lo largo del río Sinú. Ante nosotros una vereda, una vereda ribereña. Aquí se desenvuelve la vida afable, cultural, social y productiva del sarandelano
Llora el campesino y los pescadores
lloran los manglares que hay en Tinajones
y llora Lorica también lloras tú
y toda la zona del Bajo Sinú.
–Adriana Lucía (cantautora cordobesa)
Si bien es cierto que desde la conquista se ha pretendido acabar la cultura ancestral del hombre de río, en la actualidad la destrucción de los sistemas hidráulicos, la deforestación, la posesión y la explotación de la tierra por la dominación de intereses económicos particulares, -«para perjuicio pa’ beneficio»-, son causas directas de las inundaciones.
Por esta razón, es importante fortificar no solo la capacidad institucional para gestionar de manera apropiada los riesgos, o la construcción de infraestructuras adecuadas para el poblamiento de áreas inundables, sino también fortalecer los conocimientos de la comunidad sobre el aprovechamiento y conservación de los recursos.
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