Poco se habla sobre el Jardín Botánico de Bogotá, y esta vez tuve la oportunidad de conocerlo.
Una joya para el cuidado y representación de la fauna y flora colombiana en un espacio de aproximadamente 19 hectáreas perfectamente diseñadas.
Jardines temáticos como el de las Palmas de Cera, el de los sentidos, los cactus, y el rosal de todos los colores que usted se pueda imaginar, son algunos de los espacios externos que tiene para ser recorrido.
La tranquilidad del escenario invita a caminarlo solo o en compañía de nuestros allegados, e incluso a sentarse y meditar un rato con el sonido de las fuentes que hay alrededor.
El Tropicario es sin duda alguna uno de los espacios más impactantes ya que logra replicar los distintos ecosistemas que alberga nuestro país, incluyendo un recorrido bastante interesante sobre los nevados y montañas más emblemáticas de América Latina.
Al ingresar en el primer piso se encuentra la sección de bosque húmedo tropical del Amazonas y Chocó donde hay replicas y plantas originales de la zona con un recorrido donde se explica el por qué de sus características. Incluso, la sensación térmica va aumentando a medida que el recorrido avanza.
Seguidamente el Tropicario transporta al público hacia las zonas más secas como el desierto de la Tatacoa, el Cañón del Chicamocha, y la alta Guajira, con todas las especies de plantas que allí habitan en sus distintas formas.
Y finalmente, en el último piso se encuentran todas las plantas con múltiples propósitos tanto para rituales de comunidades locales, como para aquellos de tipo medicinal.
Vale mucho la pena hacer el recorrido guiado ya que así tenemos una noción mucho más amplia del porqué de cada especie y cuál es nuestro rol de turistas a la hora de garantizar la protección de estos ecosistemas. La importancia del jaguar como especie sombrilla, la extinción de ciertas palmas que afectan a especies como los loros, troncos de árboles amazónicos en forma redonda que albergan el agua, entre muchos otros datos fascinantes para llevarse como el mejor regalo.
Las caminatas por los senderos ecológicos y todas las actividades culturales que este Jardín, que lleva consigo el nombre del gran botánico y médico español que vio el potencial científico en nuestra fauna y flora, es una opción recomendada para empaparnos más sobre la verdadera riqueza que tenemos.
¿Podemos proteger lo que no conocemos? Seguramente, pero si tenemos la oportunidad de acercarnos más a nuestros ecosistemas, probablemente se nos despierte la conciencia ecológica que llevamos por dentro.
Invitados a conocer la joya verde de Bogotá.
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