Cuando se vive a miles de kilómetros de distancia de tu patria, donde no es posible sentir de forma directa masivas manifestaciones de alegría o desconsuelo, festejo o protesta por algo que sucede en el país de origen, el internet en el celular o en el computador se convierten en el principal cómplice de tus propios sentimientos.
Y esa tarde, ese 23 de septiembre, las redes sociales de la mayoría de los colombianos dejaron por momentos de replicar cartelitos de chistes, dietas, notas divertidas, fotos de amigos, salidas o frases personales para dar paso a frases alusivas a una noticia histórica: el anuncio de la firma del acuerdo marco entre el Gobierno nacional y las FARC para lograr la firma definitiva de la paz en Colombia.
Entonces lo lees y emocionado quieres compartir lo que sientes con quienes están cerca tuyo, que no son colombianos, y si bien se solidarizan, no son pocos los que creen que lo que sucede en nuestro país se remite a las patéticas series televisivas de narcos que se exportan como una muestra de “realismo fantástico” colombiano.
¿Qué emociones genera todo este proceso en quienes por diferentes motivos vivimos, algunos de forma temporal, otros permanentemente fuera del país? Personalmente mi corazón se llenó de esperanza. Nací en medio del conflicto, mis abuelos paternos llegaron a Bogotá desplazados por la violencia como millones de familias, y el pensar que hay una posibilidad de vida diferente para mis hijos y los de millones de colombianos me une a quienes piensan que no podemos dejar de intentarlo.
Por eso, aprovechando que la tecnología acorta distancias, quise conocer que sensaciones despertó la noticia en compatriotas que viven en otras latitudes.
En Santiago de Chile, por ejemplo, otra Sandra, Sandra Castiblanco sintió felicidad e incredulidad, la primera “porque es un gran paso para el país, y para la sociedad Incredulidad, porque ya antes han cambiado de opinión”. En la ciudad donde vivo, Neuquén, Sonia Patiño, me asegura que sintió felicidad porque su experiencia en particular es que siendo madre, tuvo el temor de pensar que sus hijos pudieran ser soldados participes de esta guerra.
Pero Miguel Rodriguez quién vive en Miami sintió “frustración e impotencia” ¿De dónde surgen esas emociones? “De crecer en mi país viendo como la guerrilla era el titular de los 365 dias del año en los noticieros con el grado de barbarie a las que llegaron y saber que simplemente terminan muy protegidas y con todas las garantías. De tener amigos y familiares extorsionados y amenazados”.
“No recuerdo un día de mi vida donde no se haya mencionado que Colombia está en guerra, donde no haya tenido que lidiar con mis propios miedos o con otras personas hablando de lo peligroso que es Colombia, de estar teniendo que convencer al mundo de que no todos somos malos y que merecemos una oportunidad de conocerlos; adicionalmente conozco muchisima gente que ha tenido que salir del país por la violencia y la situación económica pero añoran estar de vuelta en su tierra con oportunidades económicas y disfrutando de su familia y amigos”, compartió Ricardo Triana, colombiano que ha llegado a liderar el Project Management Institute (PMI) una organización internacional sin fines de lucro que asocia a profesionales relacionados con la Gestión de Proyectos.
A Ingrid Rendón, radicada en Madrid la noticia le “generó esperanza e ilusión que surgen del deseo más grande de ver a mi país en paz con sus conflictos «normales» como cualquier otro y libre de insurgencia, todos remando hacia el mismo lado. Particularmente por el Cauca mi departamento que ha sido especialmente afectado por la violencia guerrillera y paramilitar”
¿Obstáculos?
La importancia de poner sobre la mesa los obstáculos no es, como lo manejan muchos, para desistir e inyectar dosis de razones para NO moverse, es para inyectar dosis de razones para moverse en búsqueda de las alternativas para superarlos.
Y en esta ocasión es claro que no son pocos y estos colombianos señalaron desde la falta de trabajo para los reinsertados y que se genere más vandalismo o nuevos grupos terroristas, que las Farc vuelvan a realizar ataques a personas inocentes, sentimientos como el miedo, rencor, indiferencia, incredulidad, resentimiento, el rencor, la rabia, el odio o la sed de venganza que tiene los que han sufrido en carne propia la guerra hasta la dificultad en ver la transparencia de la mano con la paz en el actual gobierno.
¿Y entonces?
Las emociones surgen de nuestras experiencias particulares e historias personales. Por eso esta mezcla de sensaciones. Si se lee cuidadosamente la mayoría de los obstáculos nacen precisamente de estados de ánimo generalizados y alimentados por años de violencia y cansancio ante la ausencia de soluciones reales y transparentes.
El tema es ¿Qué hacemos con ellas? ¿Qué diferencia hay en las acciones que surgen de la esperanza o de la desesperanza? ¿Y si en nuestras manos estuviera la posibilidad de hacer que este proceso de paz llegue a todos los niveles de la sociedad, que acciones estaríamos dispuestos a emprender?
Estos mismos colombianos, desde su rol, desde su experiencia, propusieron emprender acciones educativas para preparar a la sociedad a recibir a los reinsertado, el hermanamiento como valores para inculcar en nuestros niños para que haya una generación que prefiera el diálogo a la confrontación, acciones educativas para enseñar a los reinsertados a trabajar en diferentes instancias, seguimiento y acompañamiento psicológico a los reinsertados y a las familias lastimadas por las Farc.
En la baraja también están erradicar la crítica y hablar precisamente más de acciones concretas para que se lleve a cabo.
Diana Galeano, colombiana que vive en Buenos Aires, propone en escuelas, colegios y universidades establecer catedras para contar y analizar los hechos y sus actores e implementar talleres de perdón y diferenciarlo del olvido, desde la cotidianidad hasta llevados al proceso en sí.
“No hay paz sin justicia social, me enfocaría en los estratos menos favorecidos, proveyéndolos de educación, trabajo, salud, bienestar, para que estos no se vean en la obligación de empuñar un arma para sobrevivir”, opina Sonia, mientras que Miguel insiste en tener presente que “el pueblo es la voz y El Referendo debe ser ya antes de colocar fechas aceleradas para esa paz”.
Todo bien en las recomendaciones, pero la única manera de participar activamente, de ser parte de la solución, es comenzar a preguntarnos desde nuestro lugar, nuestro rol, nuestro ámbito de influencia. ¿Qué podemos empezar HOY a hacer?
Aquí las opciones también son variadas: “continuar explicando el conflicto para que realmente sea entendido fuera del país”, “Invitar a la gente de España a que visite Colombia y se de cuenta que es un hermoso país”, “desde las redes sociales, tal vez siendo más tolerantes, aceptar esta nueva etapa y dejar de ver el pasado y no comparar con el ahora”
Cada uno tiene su cuota de participación, hoy desde donde vivimos y mañana… quién sabe, el elegir regresar a nuestra patria si las condiciones nos lo permiten siempre será una opción. Coincido con Ricardo quién me dijo “No me gusta esta realidad y tengo que cambiarla; tengo que lograr un futuro mejor no solo para mis hijos sino para los hijos de mis amigos, para mi familia y para mí. Entonces a pesar de estar lejos, me esfuerzo para que sea una realidad. Lo primero a erradicar es ese sentimiento de que tenemos de dos Colombias, porque a la final todos estamos unidos por los mismos destinos; quitar ese son de desesperanza y crítica constante al otro esa es mi labor”.
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Se trata de una recopilación de diez historias reales de amores tóxicos o bloqueos personales que le impiden a las personas amar y permitirse ser amadas de una forma sana. Como hasta hace unas décadas atrás en donde las cartas nos unían a quienes estaban lejos de nosotros, la protagonista de estos relatos le escribe a su Alma Gemela, donde quiera que se encuentre para que juntos aprendan a identificar en sí mismos situaciones que no les ayudan a estar en equilibrio emocional y tomar así los aprendizajes que cada historia deja.
Bajo esta estructura, se relatan historias que se ven marcadas con temas como la infidelidad, baja auto estima, amores por internet, violencia de género y otros tipos de agresiones o situaciones que terminan en relaciones tóxicas pero que iniciaron con la firme convicción de sus protagonistas de haber creído encontrar en ese momento su alma gemela.
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