Diciembre resulta una interesante época para hacer el balance de mis resultados en los diferentes roles en los cuales me desenvuelvo: como pareja, hijo(a), madre, padre, directivo, líder de equipo, colaborador, compañero de trabajo, estudiante. ¿Y cómo hacemos balances? A partir de conversaciones. Lo he mencionado en otras ocasiones: somos el resultado de las conversaciones que tuvimos y las que callamos. De cómo las encaramos, qué emociones son las más recurrentes en ellas, cuál ha sido nuestra responsabilidad en el hablar.

Así que, como una manera diferente para adentrarnos en esta época de balances, les propongo un top cinco de las conversaciones que considero estratégicas para realizar antes que termine este año.

PRIMERA

Conversación conmigo mismo: ¿He estado atento a mis conversaciones privadas automáticas y recurrentes? Son nuestras conversaciones privadas, aquellas que nos llegan en automático y otras que conscientemente permitimos, las que nos llevan a la acción o a la no acción. Estás leyendo este artículo porque cuando viste el título, te dijiste algo como “qué interesante, veamos de qué se trata” (esa es mi conversación interna esperanzadora a la hora de escribirlo). Pero alguien, se dijo “más tarde lo leo” o “que pérdida de tiempo”, y eso los llevó a hacer otra acción. Registrar los patrones de conversación interna que tenemos es importante para detectar creencias, emociones no posibilitantes, juicios frente a otros o frente a mí.

SEGUNDA

Conversación con mi círculo de influencia cercano. ¿Cómo ha sido la calidad de mis conversaciones? La calidad de mis conversaciones está medida por los resultados que generan, y se ven involucrados aspectos como: ¿escucho al otro o solo busco que me escuchen? ¿Qué resultados genero? ¿Soy responsable de mis ofertas o las incumplo de forma sistemática y una hora de una reunión siempre es media hora más de espera para el otro?, o ¿Una llamada que prometí devolver al final de la tarde la hago cinco días después? Una forma de saberlo es pedir feedback a quienes están más cerca nuestro ya sea en lo profesional o en lo personal. Es decir, generar una conversación para honestamente estar dispuesto a escuchar lo que el otro nos puede decir. Recuerda que “de la calidad de mis conversaciones, se deriva la calidad de mis relaciones, y de la calidad de mis relaciones se deriva la calidad de mis resultados”.

TERCERA

Conversación con mis objetivos no realizados. ¿Qué me ha detenido a cumplirlos? Cuando nos damos el tiempo de conversar con aquello que aplazamos y aplazamos tanto que se llegó el fin de año y no cumplimos, podemos aprender enormemente de esta experiencia, porque si no lo hacemos y nos quedamos en la superficie, es decir, pasamos simplemente a  “el otro año sí lo hago”, podemos caer en la trampa de volver a incumplir. ¿Por qué? Porque en el No Hacer pueden ir escondidos temas como: ¿Ese objetivo es lo suficientemente motivante para mí? ¿Es mío o es para satisfacer los deseos de otro? ¿Quién fui en el momento de planteármelo y quién soy ahora? O, y es la otra cara, también me puedo dar cuenta que no estoy siendo responsable con mis promesas, que no me comprometo con ellas, que no me hago cargo, postergo y no me salgo de mi zona cómoda aunque ese objetivo me signifique un crecimiento personal y/o profesional.

CUARTA

Conversación con mis logros. ¿Quién he sido para lograrlo? Al igual que en la conversación anterior, el relacionarme con lo que sí conseguí me va a brindar importantes aprendizajes que me servirán incluso para avanzar en aquello que tengo pendiente. ¿Qué talento aproveché? ¿Cómo avancé frente a las dificultades si las hubo? ¿De qué me dí cuenta que soy capaz? Tenemos, muchas veces por herencia cultural y social, el hábito de fijarnos solo en lo que no nos sale bien, pero es más importante conversar sobre aquello que logramos para empoderarnos de esas creencias posibilitantes.  

QUINTA

Conversación con mis conversaciones difíciles. ¿Qué espacio quiero sanar? Si bien es la quinta, no precisamente es la menos importante. Se trata de conversar con quién o quienes hubo o hay una dificultad e incluso quiebre en la relación. En otras palabras, “esa conversación difícil” a la que le sacamos el cuerpo. Y una de las herramientas poderosas que nos da el coaching es el poder diseñar la conversación. ¿Qué tipo de conversación sería? ¿Cuál es mi objetivo? ¿Qué quiero declarar o pedir? ¿Cuáles son mis juicios frente a esa persona y si están validados para qué los tengo?

Las cinco conversaciones aplican también para trabajarlas con nuestros equipos de trabajo. ¿Cómo sería una sesión decembrina para trabajar sobre estos puntos? ¿Qué espacios de efectividad se abrirían?

 


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