Pues bien, este tema me lo encontré rastreando el tema de la navidad en las bibliotecas digitales. Allí me esperaba una linda sorpresa.
Pero antes, hablemos de las tarjetas navideñas. Si bien ya en la antigua Roma se intercambiaban mensajes a través de pequeños trozos de cartón, será el siglo XIX el testigo del surgimiento de la cartulina navideña, aquella en la que se deseaba a amigos y conocidos parabienes durante las fechas natalicias y el año nuevo por venir.
Un señor inglés que en una navidad se vio estrecho de tiempo para escribir a todos sus amigos, se las ingenió para mandar igualmente sus saludos. Y ese es el origen de la tarjeta. Se trataba nada menos que de Sir Henry Cole, fundador y director del Victoria and Albert Museum de Londres. En 1843, en lugar de las tradicionales cartas que se acostumbraban a enviar por estas fechas con intercambio de noticias, él encargó al impresor John Callcot Horsley la elaboración de más de 2000 de estos ejemplares.
Hoy en día estas primeras tarjetas son muy codiciadas por los coleccionistas, al punto que hace poco se pagó por una de ellas una cifra cercana a las 9000 libras esterlinas!
Actualmente, el British Museum de Londres conserva una importante colección iniciada por la reina María, abuela de Isabel II, quien era una coleccionista de este género.
Esta costumbre se fue difundiendo a lo largo del siglo XIX y en Estados Unidos se asentó en 1870. Un impresor de origen alemán, Louis Prang, introdujo los primeros ejemplares, los cuales eran de confección muy lujosa.
En Colombia, las primeras tarjetas fueron impresas al filo del siglo XX por un par de alemanes también, los señores Ernesto Pahlke y Emilio Streicher. Ellos fueron los autores de las primeras tarjetas ilustradas. Se cuenta además que en 1910 la librería colombiana empezó a importarlas de Europa y a imprimir algunas en Colombia. Esto es todo lo que sabemos al respecto gracias al esfuerzo del Fondo Cultural Cafetero.
Hoy nos interesa destacar de modo particular las felicitaciones navideñas que se encuentran en la Biblioteca Nacional de España. Muchas de ellas remiten a una costumbre que fue común allí entre 1880 y 1970. La gente de los diferentes oficios o gremios usaba enviar a sus clientes estas felicidades o llevarlas personalmente a cada casa.
Con ello, promocionaban su negocio o pedían su aguinaldo en un modo cortés y a veces gracioso. Un panadero decía: “Evitele mil fatigas/siempre firme en mi trabajo/, siempre escaleras arriba/siempre escaleras abajo […] y con mi habitual franqueza/y mi constante alegría, me acerco a usted con nobleza/por ser el tan fausto día/de pascua de Navidad”.
Las que encontré más llamativas fueron por supuesto, las relacionadas con los oficios de tipo gastronómico. Los panaderos, pasteleros, taberneros, lecheras, lecheros e incluso meseros, enviaban su postal con un slogan igual en el que decía “El pastelero (o cualquier otro oficio) felicita a usted las pascuas de navidad” y en la parte de atrás añadían pequeños poemas referidos a su oficio pero en los que también podemos enterarnos de los platos típicos festivos. La imagen de muchas de ellas es casi siempre muy informativa. La parte central se refería siempre al oficio y en los bordes, de manera variada, se añadían escenas religiosas (el pesebre por ejemplo) y escenas gastronómicas que remiten a las bebidas y comidas consumidas durante las fiestas: pavo, lechón, turrón, vinos y frutas.
Esta es una de las felicitaciones que más aporta al tema gastronómico, firmada por un pastelero:
¡Ya se acercan, ya se acercan,
Las Pascuas de Navidad!
Los pavos sus rojas crestas
Lucen hoy por la ciudad.
Las tiendas son como estuches
Repletos de cosas bellas:
Cestas de oro como estrellas,
Contienen ricos turrones,
Hay barquillos a montones,
Frutas de color de fuego,
Licores que un buen lego
Fabricó con arte mago…”.
En una similar, otro pastelero recordaba a sus clientes que el día del Señor deberían “disfrutar cuanto pudieran con gran placer y alegría”, comiendo el día entero, “pavo y turrón”, a lo que añadía un lechero, “barquillos” y un carretero, “licor, pavo y turrón”. Una de las imágenes de un oficio no gastronómico pero relacionado con el transporte de alimentos, el del carretero, informaba de otras viandas navideñas como patos, conejos, langostas y sopa. Una imagen idéntica fue utilizada por un tabernero.
La felicitación del tabernero era de esta entidad:
“Que mi vino a nadie engaña
Por de contado se deja;
Es de cosecha muy vieja
Del mejor punto de España.
La verdad en la balanza
Es que mi aceite y licores
Son propios para señores
Pues que todo es de confianza
Aunque no sea cunero
Desea que Navidad
Disfrute usted de verdad
Quien le sirve
EL TABERNERO”.
Y para finalizar, una de las más ‘gustosas’ y originales, la de un tendero catalán:
Ya se acercan, ya se acercan
las grandes fiestas de Navidad!
los gallos con sus rojas crestas
ven su fin fatal.
Las tiendas olorosas
y llenas de buenas comidas,
ofrendan frutas jugosas,
llaminets (bocadito enroscado de salchicha) y calamares.
Yo quiero un gallol! Yo gallina!
Yo un chorizo! Yo un jamón!
Todas llaman, todas quieren
hacer una cesta como un abril.
Toda la tierra embriagada
con los buenos olores del hogar,
y unos comen pollo
y otros el goloso caviar.
Por eso yo os felicito
en día tan señalado
esperando que me daréis
un poco de felicidad.
EL TENDERO
Y yo desde mi oficio de bloguera gastrohistórica os deseo las más felices fiestas, esperando que no os atiborréis de tamales, natillas y lechones. Hasta el año que viene, si las indigestiones os lo permiten. Y no os pido el aguinaldo, solo que sigáis fielmente leyendo, el próximo 2015.
Fuentes:
Museo del Ferrocarril, “Felicitaciones navideñas: historia”. PDF online.
Cecilia Montoya, “Un saludo de navidad” en el periódico El Tiempo del 18 de diciembre de 2002. El Fondo Cultural Cafetero organizó hace varios años una exposición que hoy se puede consultar en el folleto “Cartulinas de amor y cortesía”.
Imágenes de la Biblioteca Nacional de España y de la página de Facebook, Lima antigua.
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