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La #Palabrota ‘sábado’ tiene una estrecha relación con ‘lo sabático’: el descanso. Marchar el 1 de abril es protestar contra el respiro propio.

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Como es difícil hablar desde el computador sobre lo que pasa en la calle, no quiero darme licencias de discurso de activista. No lo soy; no se pongan a pelear abajo por eso, #QueGracias. Lo que sí soy es palabrera, y las palabras que leo en los medios sobre la marcha de este 1 de abril me dicen que es un error acudir a su llamado. En el marco de la convocatoria, veo a Uribe y Galán adjudicándose reproches políticos válidos; a Claudia López negándole ‘autoridad moral’ al primero; a Ordóñez siendo vocero de la ‘Colombia creyente’ que saldrá a expresarse el sábado.

Bonito.

Todos ellos argumentan a favor o en contra de un 1 de abril que ¡tuvieron que haber convocado los ciudadanos! Los usuarios de redes sociales reaccionan ante esas discusiones, claro. Pero ya se demostró recién empezado el 2017 que al menos la capital de Colombia no tiene ni idea de lo que es protestar por su derecho a tener ciu-da-da-nos.

  1. Los destrozos provocados en las marchas contra el alza de la tarifa de Transmilenio el pasado martes 28 de marzo, y
  2. el vandalismo del grupo de antitaurinos que, tras haber sido provocados por otros, deslegitimó la protesta pacífica contra los toros en enero de este año

son dos ejemplos de una vergüenza: protestar en la calle es una excusa para dejar de reprimirse, para pelear contra el vecino por destruir en vez de construir ciudadanía. Parece que las marchas son como partidos de fútbol: excusas para hacer pagar a personas o idea que ni siquiera están realmente en juego en la cancha.

Ojo, es entendible. La exclusión genera violencia, pero esa segregación es aprovechada para armar huestes. Y si bien exigirles a los poderosos que arreglen lo que tienen que arreglar es un derecho y deber, no es lo mismo emplear una fuerza democrática que volverse un empleado de sus políticos: las personas o vandalizan lo que habría que proteger (como el transporte público) o se dejan llevar como huestes embobadas al llamado caudillista ‘contra la corrupción’ y ‘a favor de la democracia’Seamos ciudadanos, no empleados. Más vale que nos convirtamos en miembros activos del Estado, porque la política, aunque diga lo contrario, no nos va a pagar por nada.

Una anécdota para ilustrar el punto anterior. Por allá en el siglo XIX, José Martí escribió para el diario La Nación de Argentina sobre la gestación, desarrollo y culminación de las protestas de los obreros y anarquistas que se llevaron a cabo del 1 al 4 de mayo de 1886 en Chicago (EE.UU.). Se tratan de las manifestaciones que llevaron a la revuelta de Haymarket, la mayor de esos registros. ¿Qué tienen que saber? Que esos ‘anarquistas’ (término bastante despectivo en Colombia) lograron que muchas de las leyes de los países de nuestro continente abogaran por un horario laboral de ocho horas diarias. Esas que la mayoría de los mortales no respetamos por diferentes razones e injusticias.

Pero bueno: normal trabajar 10 u 12 horas diarias. «Nos gusta». «Es gratificante». «Tocó».

Más vale que nos convirtamos en miembros activos del Estado, porque la política, aunque diga lo contrario, no nos va a pagar por nada.

Entonces, precisamente porque ni siquiera nos damos el lujo de respetar nuestros derechos laborales más básicos, ¿a quién se le ocurre protestar un sábado? En serio, si no ven que los convocantes les están tomando del pelo por eso (incluso va Popeye; JAJAJAJ), mejor quédense ciegos. Marchar es alterar el orden de un espacio público para demostrar inconformidad. Si se van a dar el espacio de hacerlo, entonces háganlo bien… ¡Un lunes! ¿Creen que un sábado los poderosos contra quienes van a protestar los van a escuchar? Ese día está hecho para dejar de sentirse inconforme con el resto de la semana. El domingo es para pensar a Dios. ¡Al menos Él sí peleó por descansar!

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Maru Lombardo

Conversemos: @puntoseacabo y #Palabrotas

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