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A veces un simple gesto cambia toda tu historia, a veces no tomar una mano llena tu vida de dolor e incertidumbre.

El resto es silencio

Después de leer ‘Contigo en la distancia’ me quedó claro que más adelante tenía que leer más de Carla Guelfenbein y luego de varios meses cumplí con la tarea. Acabo de terminar ‘El resto es silencio’ y debo decir que valió la pena ‘recaer’ en la obra de la escritora chilena.

La historia de Tommy, Alma y Juan es conmovedora. Realmente uno logra identificarse muy fácilmente con los protagonistas. Sentir sus miedos, sus tristezas, sus alegrías. Compartir sus reflexiones. En esta historia hay mucho de lo que la escritora plasma en ‘Contigo en la distancia’, en especial esa dualidad interna de los personajes, que, finalmente, es la de todos los humanos.

Hay verdades en la vida en las cuales uno no piensa mucho, a las cuales no se les da mucha trascendencia, pero eso no implica que no estén latentes cada segundo. A veces uno no dimensiona todo lo que puede pasar al realizar o dejar de realizar un acto tan, en perspectiva, poco importante como tomar una mano, como responder un mensaje, como dar un abrazo, como responder una pregunta. Las consecuencias de hacerlo o no pueden cambiar tu vida para siempre.

“Pongo mi mano sobre su muslo. ‘Toma mi mano’, le pido callada. ‘Por favor. Me estoy alejando hacia un lugar donde ni tú ni los niños pueden acompañarme, ¿no lo percibes?’ Pero nada sucede. Ni yo pronuncio estas palabras ni él toma mi mano”.

La historia del libro gira alrededor de Tommy, un niño de 12 años con problemas de corazón y huérfano de madre. Precisamente el argumento se basa en los descubrimientos que Tommy va realizando sobre la muerte de su mamá y de cómo todo lo que creía cierto va dejando de serlo. En medio de estos descubrimientos surge la historia de Juan, padre de Tommy, y de Alma, la nueva esposa de este. Su historia de amor, su crisis matrimonial. Una historia paralela que termina confluyendo y siendo igual de importante que la del menor.

El aislamiento de Tommy es un motivo que le dificulta crecer con normalidad. Es más, él a veces no quisiera crecer.

“Al principio recordaba a mamá todo el tiempo. Pero un día descubrí que aun cuando pusiera todo mi empeño, no podría dejar de crecer, ni tampoco olvidar. Las dos cosas van juntas y no hay forma de desamarrarlas”.

Y eso nos pasa a todos sin importar la edad. Por eso el refrán de que el tiempo lo cura todo. Al final uno seguirá creciendo e irá olvidando lo bueno y lo malo. Claro que a veces uno quisiera que fuera más rápido, a veces uno quisiera acostarse y despertarse sin dolor en el corazón.

Y también uno quisiera poder no recordar los momentos infelices, no tener que guardar en la memoria las cosas que te hieren:

“Quisiera editar todo esto, como lo hace ella con sus películas. Borrarlo de mi memoria. Pero cuando un asunto nuevo e importante entra en mi cabeza, ya no hay forma de sacarlo de ahí. Por más que intento olvidarlo, unos monstruillos me recuerdan su presencia”.

Creo que esto de olvidar, de recordar, de poder editar lo que llega a la mente al final, todos, así no lo queramos admitir, terminamos creando nuestras propias verdades y creyendo en otras que son totalmente ficticias. Mejor lo explica Alma:

“Quizá veo lo que necesito ver, con el fin de darle consistencia y sentido a una vida que de otro modo sería vana; y ha ocurrido de una forma tan paulatina, que he acabado creyendo el cuento que me he contado”.

Y a veces cuando este mundo que te has inventado explota, aunque tomes todas las precauciones, siempre vas a terminar mal. Vas a sentir que no hay futuro y que te has equivocado, pero ten la seguridad de que no es el final.

“A veces, por más esfuerzos que hagamos, la vida pasa por sobre nosotros. Nuestras conductas y sentimientos no nos pertenecen por completo. Están determinados también por lo que los otros nos dan y nos quitan, por lo que nos callan o lo que nos dicen, por nuestra historia. Tantas cosas…”

La novela está llena de giros, de cambios internos en cada uno de los protagonistas. La confianza, la lealtad se van deteriorando. Aquí como en la vida real no importa tanto el amor como saber entregarlo. Al final encontrarás que sin importar los errores que cometas y las traiciones a las que eres sometido o a las que sometes siempre habrá una segunda oportunidad mientras tengas a tu lado la persona que sea tu hilo de amor, tu hilo de Ariadna.

Si no han leído a Carla Guelfenbein se las recomiendo a ojos cerrados. Estoy seguro que los hará pensar y los conmoverá… ¿o no querida Cindy?

@digonar

 

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