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Que siete tipos presencien y hagan parte de un crimen atroz y repudiable sin que ninguno haga nada para detenerlo, sin que ninguno se oponga, sin que ninguno piense por un instante en sus madres, en sus hermanas o en sus propias hijas, sin que ninguno defienda a la pequeña víctima, sin que ninguno haga respetar esa ley y esa constitución que tanto juraron defender, nos refleja de cuerpo entero como sociedad.

A los colombianos nos gusta andar en manada, insultar en grupo, burlarnos en rebaño. Amamos la gavilla y la mansalva. Actuamos como recuas indomables, como montonera montaraz, porque nuestra valentía se acentúa cuando estamos con dos más y toda recocha es buena cuando la hacemos con los otros. Esa risa comunitaria desaparece cuando llega otro más grande o más fuerte y entonces sigilosos ponemos pies en polvorosa.

Que siete tipos presencien y hagan parte de un crimen atroz y repudiable sin que ninguno haga nada para detenerlo, nos refleja como sociedad

No nos ponemos de acuerdo ni para hacer una fila en el D1, pero a la hora de montársela a alguien, de hacerle matoneo al indefenso, de putear y de insultar al que se encuentra en minoría, somos expertos  y versados. Los que no, nos quedamos callados, viendo pasar las cosas, masticando en silencio nuestras rabias, elaborando poderosos argumentos en medio de un café de sobremesa, cuando todo ya ha pasado.

Nuestra moral es de caucho, para ser y para hacer, para ver y para hablar. Crecimos con ese yugo implacable de la presión del grupo, donde el que no hace lo que dicen los demás, así no esté de acuerdo, no es digno de pertenecer a la manada. Y eso funciona en el deporte, en la política, en las fuerzas armadas, en la iglesia, en la familia y en las bandas criminales, porque lastimosamente nos gusta el omelette, pero no tenemos huevos suficientes.

A los colombianos nos gusta andar en manada, insultar en grupo, burlarnos en rebaño

Preferimos pasar de agache porque nos morimos de culillo de hacer lo que nos toca y aunque el bien y el mal son apenas miradas diferentes que dependen de dónde está parado uno, hay cosas que se caen por su peso, porque el sentido común y la razón de ser del ser humano indican que las manadas pocas veces tienen la razón.

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