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Es mucho más grave ser sancionado por usar un cargo directivo para realizar conductas anticompetitivas que perder por goleada con Ecuador.

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Tras el nefasto partido contra Ecuador, en el que la Selección Colombia perdió 6-1, la Federación Colombiana de Fútbol y Carlos Queiroz llegaron a un acuerdo para que el portugués no continuara como entrenador del equipo nacional. Fue una decisión acertada para el contexto, algo inusual en el fútbol colombiano desde hace ya varios años. Con el luso fuera del proyecto, más allá de conocer su reemplazo pronto, queda la duda de por qué el presidente y vicepresidente de la Federación, Ramón Jesurún y Álvaro González Alzate, siguen al mando. Ellos han cometido actos peores que dirigir un equipo que pierde por goleada.

Me refiero, por si hace falta hacer contexto, a la sanción que les impuso la Superintendencia de Industria y Comercio a estos dos señores (entre otras personas) por ejecutar o facilitar conductas anticompetitivas en la organización de venta de boletería para los partidos que la Selección Colombia jugó de local en las Eliminatorias al Mundial de Rusia de 2018. Tras el recurso de los sancionados, la SIC dejó en firme su decisión. Si Jesurún y González no habían dejado su cargo cuando inició la investigación, por lo menos, mientras se resolvía el asunto, debieron renunciar el mismo día en el que la entidad confirmó la sanción. Una institución que representa al deporte colombiano no puede tener como dirigentes a personas que aprovechan su posición para incurrir en conductas anticompetitivas.

Esos actos son de mala fe e irresponsables en el ejercicio de su trabajo. Aparte de eso hay otras conductas que, aunque no están sujetas a investigación del Gobierno, sí son lamentables. Es increíble que tras acabar el Mundial 2018, en agosto, cuando faltaba un mes para el final del contrato con José Néstor Pékerman, la Federación no tuviera un plan en caso de que el técnico argentino no renovara. Dado el contexto, era muy probable que el profe se fuera y, sin embargo, Jesurún y compañía se demoraron hasta marzo para contratar a Carlos Queiroz. ¡Eso fue tres meses antes de una Copa América! Colombia tuvo un año para preparar el torneo y los dirigentes esperaron hasta marzo para iniciar el proyecto. Tras la salida de Queiroz, todo pinta igual.

¿Hace falta hablar de las declaraciones machistas que hizo Álvaro González a inicios de este año? El vicepresidente ninguneó las denuncias al entrenador Didier Luna por acoso sexual en la Selección Colombia Femenina Sub-17. Hay una larga lista de razones para renunciar y, sin embargo, ahí están.

Vale la pena especular quién reemplazará a Carlos Queiroz como entrenador de la Selección Colombia, pero no podemos hacernos ilusiones si la directiva es esta. Si a esto le sumamos una Dimayor que se ha encargado de destrozar el fútbol local, la situación es para apagar el Metropolitano de Barranquilla y dejar que proyectos serios de otros países vayan al Mundial. No vaya a ser que volvamos a otra Copa del Mundo a pesar de todo esto y nos olvidemos quiénes ocupan las oficinas de la Federación. Da pena ver al fútbol colombiano así.

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