Siempre me pregunté por qué me conmovían tanto un par de líneas de Buenaventura y Caney, donde Álvaro del Castillo, cantante de Niche en aquel momento, decía: «Ahora me voy a meter un pargo rojo con bastante salsa. Y un sancocho de ñato. ¡Y te cuento compa!». Luego me di cuenta de que esas frases me llevaban años atrás al local de doña Mery, un puesto en la galería de Buenaventura que era el preferido de mi papá y parada obligada antes de regresar a Cali, luego de nuestros paseos a Piangüita, una playa a media hora en lancha del puerto.
Hace poco volví a Buenaventura a trabajar, pasé por la galería, que no ha cambiado mucho en todo este tiempo, y por recomendación de una negra muy querida, que se conoce -creo yo- casi todos los laberintos de esta ciudad, nos sentamos esta vez en El sazón de la ñata, un sencillísimo local, como todos aquí, donde evité improvisar y me dejé llevar por lo que mi compañera de mesa ordenara. Así que por $35.000 llegó un plato de jaiba, piangua, camarón, calamar y, lo digo desde mi trinchera, carne de tollo (sí, tollo), el tiburón azul que está en peligro de extinción y que se vende sin ningún problema en gran parte del Pacífico colombiano. Duro.
No esperaba otra cosa y antes de probar todo ya sabía que esos sabores me acercarían al cielo, como efectivamente pasó. Pero tampoco puedo negar que quedé con esa angustia del pecador, esa que entiende que algo estuvo mal. Sin embargo, dejando todo esto a un lado, que no es de poca monta, también digo que estas cocineras con esa humildad que las cobija y ese peso de la vida que llevan en la cara, no tienen ni idea de lo bien que lo hacen, porque preparan los más sofisticados platos, solo que sin tanta bulla, pero eso sí con todo el gusto. Todo.
Por eso no me queda duda de que a la galería hay que volver, repetidas veces. Solo que para la próxima trataré de ser un comensal responsable, que, a la final, también hace parte del plan, mi gente.
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La verdad es que las muelas de cangrejo y la Corvina al ajillo en primos son los manjares más exquisitos que he probado en mi vida
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Como extraño algunas comidas de mi puerto,aunque no estoy de acuerdo con el dicho porteño de que pajàro que corre y vuela a la cazuela,de eso nada,y tambien extraño mucho la comida de mi segunda tierra mi huila querido en especial los biscochos de achira y los asados.
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le faltó el caldo de babilla el arroz con chipi chipi y camarón en salsa de cangrejo.
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12 Dolares una super merienda.
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