2. Crónicas de La Candelaria
El 1 de agosto de 2015 se inauguró el XXIV Festival de mujeres en escena por la paz con la presentación de “Soldados”, a cargo del grupo Tramaluna, bajo la dirección de Patricia Ariza, quien también dirige “Camilo”, creación colectiva del grupo de teatro La Candelaria que inició actividades hace casi 50 años precisamente con la misma obra: “Soldados”.
Según Santiago García, el estreno fue el 6 del mes 6 de 1966 a las 6 de la tarde. En las publicaciones de la época y el programa de mano aparece, sin embargo, como fecha inaugural el día 30 de ese mismo mes y año. La razón corresponde, por supuesto, a García: “hay que estar muy loco para empezar algo en un momento en que coinciden tantos 6, el número de la bestia. Dicen que trae mala suerte. Será por eso que a nosotros nos ha ido…¡bestial!”.
La diferencia de fechas podría tener repercusiones para quienes conceden a los astros influencia en el destino de los hombres, independiente de su oficio. A nadie sensato se le ocurriría estrenar una obra en lunes y menos si hay luna menguante. Los jueves, en cambio, son cosa distinta. Y aquel 30 de junio, sobre Monserrate y Guadalupe brillaba el plenilunio que presagia un porvenir de cosas amenas y generosas cosechas.
La comarca Macondo
La singularidad de La Candelaria no radica sólo en su existencia prolongada durante medio siglo en un medio inhóspito para la producción artística. También en que inició una afición, que crece y perdura, por las artes escénicas. Sus realizaciones son emblemáticas para la identidad cultural latinoamericana.
El público, los adeptos del teatro, empezó a forjarse aquella noche de junio de 1966 con la primera exhibición de una breve pieza escrita por el guionista y dramaturgo Carlos José Reyes, a partir de extractos de la novela “La casa grande”, de Álvaro Cepeda Samudio.
La trama de “Soldados” es sencilla: dos reclutas del interior reflexionan en voz alta sobre las circunstancias que los llevan, con su batallón, a reprimir la legendaria huelga de los trabajadores en la zona bananera, a orillas del Mar Caribe, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. En el corazón de la comarca que se llamaría Macondo.
La Masacre de las Bananeras conmovió a la nación en sus cimientos, tal como se plasmó para siempre en las páginas de “Cien años de soledad”. Y, antes, para la historia política, en el debate que tituló a Jorge Eliécer Gaitán como Tribuno del pueblo. El líder reveló allí los detalles de la conjura -urdida entre la United Fruit Company, la iglesia, el ejército y el régimen conservador-, que acribilló a centenares, si no miles, de niños, mujeres y hombres, en diciembre de 1928.
Sin indulgencias
La tirantez del diálogo entre la pareja de conscriptos, se atenúa en el montaje de Tramaluna para el festival de “Mujeres en escena”, el evento organizado por Patricia Ariza desde hace más de dos décadas y que, en esta ocasión, congrega a 38 grupos nacionales y 21 extranjeros en más de cien presentaciones que irán hasta el 23 de agosto de 2015.
Las jóvenes protagonistas de esta versión de “Soldados”, Ángela Triana y Lina Támara, lucen azoradas frente al público, en su mayoría mujeres, que repleta la sala Seki-Sano de la Corporación Colombiana de Teatro. Declaran sus motivaciones y recelan de quienes les ordenarán disparar contra los huelguistas inermes y confiados. La conciencia ausculta miedosa los síntomas del crimen contra el pueblo. Al final, la directora agradece con venias el aplauso de los asistentes.
La maga rebelde
Rebelde es la palabra que tal vez mejor defina a Patricia Ariza. Su rebeldía es apasionada pero sin algarabía. Cordiales fluyen sus palabras, las iniciativas, los proyectos incesantes: “en tres días y a partir de poco podría montar una superproducción, si se necesitara. Como por arte de magia”, comentó sobre ella el maestro Santiago García.
Una manifestación de talento constructivo e indómito, la dio Patricia cuando, por instrucciones de la embajada de los Estados Unidos en Bogotá, el rector de la Universidad Nacional censuró el folleto publicado para el estreno del “Galileo Galilei” de Bertolt Brecht por el Teatro Estudio de la Universidad Nacional.
Justo en las páginas centrales, el programa de mano comparó la participación del científico Openheimer en la fabricación de la bomba atómica que los Estados Unidos lanzaron contra Hiroshima y Nagasaki, con la actitud de Galileo Galilei en su conflicto con la inquisición romana.
Por ordenes superiores, las tropas allanaron el teatro donde el elenco ensayaba, destruyeron parte de la escenografía e incautaron los programas de mano; todo con el propósito de aliviar la molestia de los diplomáticos estadounidenses. Pero un grupo de estudiantes animado por Patricia Ariza, resolvió imprimir en mimeógrafo copias del texto censurado y entregarlo a los asistentes al estreno en el teatro Colón de Bogotá.
El episodio causó la salida del director del Teatro Estudio de la Universidad Nacional Santiago García quien, junto a Carlos José Reyes, Eddy Armando, Miguel Torres, Gustavo Angarita y Patricia Ariza, irían a fundar la Casa de la Cultura, es decir, el teatro La Candelaria.
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