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Comienzo por lo que me trajo aquí:
Me encantan, estos avances. Me encantan.
The interpreter (para nosotros,
La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la
ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.
Estaba viendo hace unas horas
cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver
La intérprete. La duda es la siguiente:
Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?
Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.
En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.
Él y sólo él.
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Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "
aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por
aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del
Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.
Me encanta leer la columna
Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y
la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de
La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.
Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.
dancastell89@gmail.com
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Su
nuevo álbum Takk... ("Gracias..."), ha salido hace
poco. A mí me parece una maravilla, mucho mejor que ( ), que no me ha
gustado tanto (...). No sé que opináis, pero para mí, el hopelandic nunca ha
funcionado, es demasiado pretencioso y un poco tonto. A lo mejor no fastidia
tanto a extranjeros que quizás no oigan la diferencia entre islandés y
hopelandic, pero a mí me fastidia tanto que casi no lo aguanto.
Esa es exactamente la idea.
Me encanta Sigur rós, no lo voy a negar. Por lo tanto, es difícil que yo diga que no me gusta alguna parte de su música. Pero sucede que yo casi nunca le pongo cuidado a la letra de la música que oigo, en caso de que esa letra exista. Lo que dice Gudmundur (el autor del blog) me parece concluyente; como no somos islandeses ni hablamos islandés, no nos hace diferencia alguna oír a alguien cantando cosas sin sentido, pues sin importar lo que diga parece estar cantando en un idioma desconocido.
Parece ser que no creamos barreras ante lo que se diga en otros idiomas, y puede llegar a sonar igual de bien un poema en ruso que una sarta de ofensas pronunciada en el mismo idioma (claro está - si comos completamente ignorantes ante este lenguaje). Sabemos que se trata de otro idioma, y (como en el caso del islandés) si no tenemos idea acerca de éste, más uniforme será la impresión que produzca lo que se diga.
Entonces, ¿por qué es molesto oír "hopelandic" siendo islandés? Supongo que Gudmundur no será el único que sienta lo mismo, aunque seguramente habrá quien disfrute más cualquier pista de
( ) que otra que lo siguiera o precediera, y en su mismo idioma. Esta es la clase de cosas que siento que no se puede llegar a conocer del todo; supongo que habría que nacer islandés para entender.
Si quieren oír más de Sigur rós, les recomiendo
Svefn-g-englar,
Flugufrelsarinn y
Gobbledigook.
En ese orden.
dancastell89@gmail.com Quizás no conozcan a Sigur rós. Esta puede ser una buena introducción a ellos, según lo que yo creo. Lo que sigue se llama
Inní mér syngur vitleysingur, lo que significa algo así como "junto a mí canta un loco":
Sigur rós es una banda islandesa que existe desde hace casi catorce años (desde 1994). Los oí por primera vez en el cine, pues se utilizó su música en el
trailer de la película Children of men (2006) - lo que suena es
Hoppípolla ("saltando charcos"). Luego de eso me he enterado de lo reticentes que son sus integrantes a comercializar su producción, y he desarrollado un gusto inmenso por su trabajo. También tengo una afición irracional por
Islandia, y no sé muy bien por qué.
Pero eso es otro asunto; vamos al grano.
Esta es la dirección de
ojos de mosca, un blog sobre música islandesa escrito en castellano por un islandés. Hace un tiempo leía allí mismo
una pequeña reseña que hacía el autor acerca de
Takk..., el tercer álbum de estudio de Sigur rós. Y me pareció muy interesante la opinión que presenta la entrada. A ver si esta vez sí me puedo explicar.
El segundo álbum de Sigur rós se llama
( ). Sí, así se llama. Le debe su nombre tanto al hecho de que ninguno de los cortes que lo componen posee título (las ocho pistas se llaman
Untitled 1,
Untitled 2 y así sucesivamente - aunque luego del lanzamiento del álbum, los seguidores del grupo contribuyeron a nombrar las pistas una a una) como a una particularidad característica de Jónsi, el cantante; quisiera que trataran de descubrirla ustedes primero. Para eso, otro video; lo que sigue se llama
Untitled 4, o
Njósnavélin (la máquina espía):
¿Lo notaron?
Yo tuve que leerlo para caer en cuenta; no sólo usan un arco de chelo para tocar la guitarra eléctrica (lo que produce ese sonido tan intenso de vez en cuando), sino que
Jónsi no canta en un idioma en particular. Lo que dice no está dicho en islandés; ninguna de las canciones que componen el disco lo está. Han llegado a llamarlo un lenguaje aparte (que no lo es): "vonlenska", o "hopelandic". Y esa es sólo una de las interesantes particularidades de este grupo.
Vuelvo al blog del islandés. Luego de tener un poco de idea acerca del grupo, transcribo (con estilo corregido, porque el hombre escribe ligeramente mal el español) su opinión sobre el disco que siguió a
( ):
Su
nuevo álbum Takk... ("Gracias..."), ha salido hace
poco. A mí me parece una maravilla, mucho mejor que ( ), que no me ha
gustado tanto (...). No sé que opináis, pero para mí, el hopelandic nunca ha
funcionado, es demasiado pretencioso y un poco tonto. A lo mejor no fastidia
tanto a extranjeros que quizás no oigan la diferencia entre islandés y
hopelandic, pero a mí me fastidia tanto que casi no lo aguanto.
Esa es exactamente la idea.
Me encanta Sigur rós, no lo voy a negar. Por lo tanto, es difícil que yo diga que no me gusta alguna parte de su música. Pero sucede que yo casi nunca le pongo cuidado a la letra de la música que oigo, en caso de que esa letra exista. Lo que dice Gudmundur (el autor del blog) me parece concluyente; como no somos islandeses ni hablamos islandés, no nos hace diferencia alguna oír a alguien cantando cosas sin sentido, pues sin importar lo que diga parece estar cantando en un idioma desconocido.
Parece ser que no creamos barreras ante lo que se diga en otros idiomas, y puede llegar a sonar igual de bien un poema en ruso que una sarta de ofensas pronunciada en el mismo idioma (claro está - si comos completamente ignorantes ante este lenguaje). Sabemos que se trata de otro idioma, y (como en el caso del islandés) si no tenemos idea acerca de éste, más uniforme será la impresión que produzca lo que se diga.
Entonces, ¿por qué es molesto oír "hopelandic" siendo islandés? Supongo que Gudmundur no será el único que sienta lo mismo, aunque seguramente habrá quien disfrute más cualquier pista de
( ) que otra que lo siguiera o precediera, y en su mismo idioma. Esta es la clase de cosas que siento que no se puede llegar a conocer del todo; supongo que habría que nacer islandés para entender.
Si quieren oír más de Sigur rós, les recomiendo
Svefn-g-englar,
Flugufrelsarinn y
Gobbledigook.
En ese orden.
dancastell89@gmail.com