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Mannheim20170610
Por dar papaya.

El ejercicio fue relativamente sencillo: hacer el mismo recorrido que hizo el Barón Karl von Drais ese día que sacó su nuevo invento a dar una vuelta (la “máquina de caminar” como la llamó él) el 12 de Junio de 2017 en Mannheim. Lo que yo había leído en internet antes de venir a esta ciudad era que había hecho una vuelta muy breve desde la Torre principal, y que se había devuelto. Cosa de niños, pensé yo. Nada más lejano de la verdad…

Mannheim20170610

Al llegar a Mannheim, la primera cosa que tuve que hacer fue informarme visitando el TechnoMuseum. Tienen una exhibición dedicada a los 200 años de la bicicleta donde muestran la historia de ese vehículo, y muestran con gran detalle todos los pormenores de aquel inicio del noble caballo de acero… todo en alemán, idioma que ni manejo ni entiendo ni hablo (solamente entiendo cuando saludan y los avisos que dicen entrada y salida, y a veces me confundo incluso con eso). Pero sí había un mapa antiguo con una raya resaltada que, si entendía yo bien en mi proto-alemán, indicaba ese primer recorrido en bicicleta. El aviso que tenía a su lado lo confirmaba, según el traductor de google: “un jueves, Drais comenzó con la máquina desde su casa de familia en la plaza Mannheimer M1, número 8. La primera salida documentada le llevó cerca de 14 kms a la casa de relevos en Neckarau, una estación de cambio de caballos…”.

Mannheim20170610

¿CATORCE KILÓMETROS? En una bicicleta que ni siquiera tenía pedales? Pues sí, Drais era un alemán muy comprometido con su animal metalizado que lo quería llevar por toda la ciudad (¡incluso a un suburbio!). Entonces, en honor a los doscientos años que cumple este lunes 12 de junio, yo también me comprometí con la causa y me dije a mí mismo: “mí mismo, lo vamos a hacer. Coja esa bicicleta y nos vamos”.

Mannheim20170610

Pero yo no tengo bicicleta…

Afortunadamente, no estaba en Bogotá donde nos prometen sistemas de transporte y nunca nos los entregan. Aquí sí contrataron a Nextbike (los mismos que perdieron la licitación de bicicletas públicas de mi ciudad contra Cartagueña de Aseo y sus socios chinos hace un par de años), y unas horas más tarde me había registrado por internet, tenía la aplicación móvil en el celular y había identificado la estación de bicicleta pública más cercana a la manzana M1, casa número 8. Papeles en orden, me pongo el cinturón, y todo bajo control. Salí a mi misión.

Mannheim20170610

Después de almorzar viendo el mapa original del recorrido de Von Drais y comparándolo según lo que veía en los mapas de Google, ya estaba seguro del recorrido. Ya no estaba ese sitio de caballos por ninguna parte, las ciudades habían cambiado de nombre, pero las vías principales parecían estar ahí. Estaba super preparado geográficamente. Llegué a la casa de Von Drais, o más bien a la manzana donde quedaba su casa y ahora solo queda una placa con su nombre conmemorando su gran hazaña que cambiaría una fracción del universo que habitamos. En su cuadra encontré tres cosas que, para mí, resumen el estado de las políticas de bicicleta en el mundo:

Mannheim20170610
Una bicicleta bien amarrada pero sin rueda, porque la robaron

Mannheim 20170610 - iphone
Una bicicleta blanca, indicando la muerte de un/a ciclista en ese lugar

Mannheim20170610

Una vía con contrafliujo ciclista permitido. Sí, esa es la situación que nos da un poquito de esperanza)

Mi cerebro a veces es super lento. Dos kilómetros después de arrancar, caí en cuenta de que habían transcurrido doscientos años con el peso de su historia desde aquél jueves. Había pasado, entre muchas otras cosas, el regimen Nazi que implementó la política de expansión de autopistas más ambiciosa de la historia de Alemania. Con esto, mi estúpida idea de tener el mismo recorrido que Von Drais se desmoronó.

No me había tomado el primer selfie cuando pasó el primer carro con sus pitazos. En mi alemán arcaico entendí que me estaban gritando “QUITE DE AHÍ CARAJOOOO BRUUUUTOOOO“, y miré hacia la derecha para encontrarme con una vía verde que iba paralela a dicha autopista. “Oh, será esta la oportunidad de encontrar mi camino y recorrer, con lujo de comodidades, el itinerario del Barón hasta su original destino hace doscientos años. Llegaré en menos tiempo de lo esperado y con una comodidad sin igual”.

Mannheim20170610

No hubo tal. Me perdí. Muchas veces. Casi gasto toda la pila del celular intentando encontrar en diferentes mapas digitales una forma de llegar a cualquier sitio. Estando solo y sin conocer el idioma -y en medio de lugares que realmente no parecían llegar a ningún sitio y que nadie transitaba desde hace siglos- no sabía un ñoco de lo que aparecía en los pocos avisos que encontraba.

Mannheim20170610

Continúe, me esmeré. Pedaleé esa bendita Nextbike entre arbustos, palos, bosques, avisos de cosas que no entendía pero que parecían decir siempre “por aquí no es, idiota“. En un punto de mi camino solo había escaleras y vías cerradas. No importa, subí las escaleras cargando ese yunque de bicicleta. “Si lo logró el Conde en su porquería de pedazo de madera, lo logro yo. Es como andar por la Calle 134” (eso último fue lo que me motivó).

Después de una hora de batallar con las vías alternas, trochas de bosque, pequeñas callecitas, amables barrios con avisos de 30 km/h, Spielstrassen y almacenes cerrados, por fin encontré que había una vía que me llevaba a lo que yo había interpretado como mi destino. Quince minutos más tarde, llegué a lo que yo pensaba que habría sido el lugar donde hace doscientos años se hizo historia cuando un tipo llegó con un palo amarrado a dos ruedas y saludó a gente en una caballeriza  (Ja! Die laufmaschine!!).

La reflexión final

Llegué a una banca que daba contra el río- que según yo era el mismo lugar, pero no tengo más que un mapa viejo y una lógica porosa que me dicen que ahí era. “He culminado mi misión. He llegado hasta aquí sin ayuda, mi malicia indígena me ha ayudado a resolver enigmas geográficos inimaginables“. Sentado en esa banca, reflexioné sobre la vida, la muerte, las bicicletas y las motocicletas, la necesidad de reformar el mundo y lograr cambios sustanciales cada 14 kilómetros. Interioricé la paz que se sentía al estar al lado del río Neckar y la poca longitud de mi pelo. Pasados esos doce segundos de reflexión, me paré para avanzar en mi camino de vuelta.

Mi camino de vuelta comenzó con una reflexión muy profunda sobre el estado global de las políticas ciclo-inclusivas, y mi desdicha tratando de llegar a un sitio que, de haber ido en un automóvil, habría sido en doce minutos y sin problemas. Cómo era posible, me preguntaba, que los alemanes no rescataran su historia, que no hicieran estos recorridos. Al final de cuentas, reflexioné, todos somos unos garbimbas y no respetamos nuestras herencias hermosas como esta – la humilde, honesta e invaluable bicicleta, ese vehículo del futuro. Dieron prioridad al automóvil y olvidaron a la bicicleta y ahora nos dan un contentillo con bicicletas públicas pero de infraestructura nada. NADA.

Mannheim20170610

No llevaba yo cuatro minutos en esta reflexión crítica cuando vi el aviso que me indicaba “gire aquí, llega ud a Mannheim, y es una vía verde solo para bicicletas”. Lo decía clarito, y además daba indicaciones para llegar a varios sitios en bicicleta. Me comí mis palabras y me metí por ese sendero que no había visto.

Mannheim20170610

A pesar de la pintoresca población que pasó por allí en esta soleada tarde de verano alemán, este sendero me acompañó durante 40 minutos de vuelta a Mannheim, y en ningún momento tuve que cruzarme con un automóvil. Todo el tiempo estuve entre árboles y pasto (y señores con sus tetillas al aire) y en total seguridad. Cosa bella, caray. Estos alemanes sí piensan en todo.

Llegué de vuelta a Mannheim. Nextbike me indicó el tiempo invertido en mi periplo y me cobró lo correspondiente según las horas utilizadas y Biko me decía cuántos puntos gané y cuántos kilos de CO2 había dejado de emitir. Continúe mi camino para conocer más de Mannheim mientras revisaba las fotos y reflexionaba más sobre lo bruto que soy, la prisa con que llego a conclusiones y el olor a pan que inundaba el barrio. Paré en una panadería a tomar apuntes de lo reflexionado.

Biko-la-prueba

Hemos tenido una revolución increíble en los últimos doscientos años, acelerada principalmente desde los últimos diez. Lo que hice hoy no habría sido posible hacerlo en el año 2000, o incluso más recientemente. Las diferencias con el viaje de von Drais no son tanto relacionadas con el vehículo en que anduvimos – la diferencia principal con su Laufmaschine es que ahora tenemos pedales y cadena y que ya no usamos madera para los componentes, pero en principio es el mismo vehículo. Pero esta vez yo hice el viaje con unas diferencias más interesantes:
– La bicicleta que usé no es mía, fue prestada porque espiché botones en un celular. La mentadísima “economía del compartir” de la que tanto hablan.
– La forma como llegué al lugar, a pesar de haberme perdido muchas veces, fue gracias a una aplicación de mapas digitales que me indicó cómo llegar a los sitios.
– Pude además registrar kilómetros, emisiones evitadas de CO2 y ganar puntos con otra aplicación.

Mannheim20170610

La cosa de andar en bicicleta es más interesante ahora. Von Drais estaría orgulloso… aunque, pensándolo bien, creo que no lo estaría tanto cuando viera que su ciudad natal le hizo apenas una pinche placa en su casa… pero a su tocayo Benz sí le hicieron una estatua de su prototipo y un mural gigante en la mitad de la vía principal de la ciudad (y eso que Benz solo vivió allá unos años). De otra parte, el Technomuseum tiene un piso entero para mostrar las cosas de los carros, pero de la bicicleta solo una exhibición temporal. La bicicleta igual sigue (y seguirá, al parecer) en los márgenes de la historia a pesar de ayudar a configurarla.

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pd: otros viajes a cosas alemanas interesantes:

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PERFIL
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Carlos Felipe Pardo es un colombiano con maestría en urbanismo de la London School of Economics que trabaja en temas de transporte sostenible, desarrollo urbano y calidad de vida. Le ha tocado ir a más de 60 ciudades en Europa, América Latina, Asia y África a dar asesorías, presentaciones y cursos sobre esos temas. Ha escrito libros y capítulos (unos más buenos que otros), varios de los cuales están en la página de su organización Despacio.org

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Reconocimiento a un melómano que acaba de fallecer y que cultivó la melomanía en miles de clientes. Además. reflexiones en torno a un concierto bastante raro, el de Carlos Santana y la Fania. 

 

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En la noche de ayer, domingo, falleció de un infarto Saúl Álvarez, el fundador de la tienda La Musiteca, ubicada en el paseo comercial de la calle 19 con carrera 8, en Bogotá. Ese local fue el precursor de toda la ola de vendedores de música de la zona. Su negocio estuvo ubicado primero en una de las casetas metálicas que quedaban sobre la calle 19.

 

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Recuerdo que cuando yo era niño, iba casi todos los domingos al mercado de las pulgas que en ese entonces era por la carrera tercera. Y si estaban abiertas las casetas de discos, era el momento de bajar y mirar esas rarezas que a uno de niño lo dejan marcado para siempre.

 

La última vez que estuve, hace no más de dos meses, le compré el disco de Hercules & Love Affair, y el Dig Lazarus Dig!!! de Nick Cave. De paso le eché ojo a la hermosa caja que tenía de los Talking Heads, prometiéndome que un día de estos volvía a la tienda a comprarla... Qué impresión tan tenaz saber que si vuelvo, Saúl ya no va a estar ahí.

 

Hoy me enteré del deceso a través de José Plata, locutor de Radiónica, y luego lo confirmó por Facebook otro coleccionista, Mario Jursich. En su proyecto Musicpimp, Alejandro Marín también recuerda los últimos discos que le compró... ¿Cuáles le compraron ustedes?

 

Vive.in publicó en alguna ocasión una corta reseña de Musiteca, dentro de su guía de lugares interesantes de Bogotá. Allí aparece la imagen de Saúl, sosteniendo una de sus joyas de colección.

 

La pérdida de Saúl Álvarez es un golpe certero en la cultura del melómano que creció haciéndole encargos a este rebuscador consumado. Era demasiado raro que no pudiera conseguir algún encargo caprichoso de esos que a uno se le venían repentimanente a la cabeza.

 

Para quienes estén interesados en acompañarlo en la velación, supe que será a partir de esta tarde en la Funeraria Gaviria de la 13 con 42.

 

Paz en su tumba. Sea momento para despedirlo con una buena canción: 'Phoenix', de Wishbone Ash.

 

 

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¿Qué pasó con la Fania?

 

El pasado concierto conjunto de la Fania All Stars y Carlos Santana estuvo lleno de matices que harán de la noche del jueves 12 de marzo de 2009 una experiencia inolvidable. Sobre todo porque, pese a que fue un gran concierto con más de cinco horas de música, fue también, extrañamente, una gala de confusos errores que dejaron deslucida a una de las agrupaciones más interesantes de la historia de la música popular latina.

 

Empecemos por el final. Empecemos por Carlos Santana... ¡Qué concierto! El tipo le dio gusto a todo el mundo. Para quienes disfrutamos de sus grandes clásicos, no se midió en gastos y tocó 'Oye cómo va', 'Samba pa ti', 'Evil Ways', 'Jingo' y una que me encanta y que no me imaginaba en el repertorio: 'No One To Depend On', que me la canté a grito herido... y en uno de sus "potpurríes", metió 'A Love Supreme', un fragmento de la pieza de jazz de John Coltrane que Santana tocó con John McLaughlin en el disco 'Love Devotion Surrender', en su etapa más experimental y espiritual al 100%... cosa rara, definitivamente. Supongo, específicamente por ese fragmento, que es un concierto diseñado para gustarle también a los fanáticos que extrañan a ese Santana salvaje.

 

 

Yo sentía que me había desconectado de la música del guitarrista mexicano desde hace mucho tiempo, porque no me he sentido nunca identificado con la onda que se produjo del álbum 'Supernatural' para acá. De hecho, su música de los noventa también me parecía muy aburrida. Yo soy seguidor del Santana que comenzó en el 'Live At Fillmore' en 1968 (antes de Woodstock) y que llega al 'Inner Secrets' de 1978; luego le reconozco su importancia por 'Blues for Salvador' (1987) y me encantó el 'Santana Brothers' (1994). Pero de resto, no me gustó nada mas.

 

Y coincido con algunas teorías que dicen que Santana tenía un talento que se desarrolló hasta un punto máximo y ahí comenzó a repetir la fórmula, años tras año. Cuando ya parecía no tener más ideas nuevas, y ya invadido por una espiritualidad acaramelada que alteró su visión musical con una mística de la paz y el amor al extremo, salió con los duetos al estilo 'Supernatural', a promocionar nuevos talentos como la carrera en solitario de Rob Thomas, etc etc etc.

 

Pues bien, quienes nos creemos tan críticos con Santana desfallecimos en el concierto del pasado jueves. Si bien, el guitarrista tiene una sola fórmula para hacer todo lo que hace, lo hace de manera genial. Vale que se repita, vale que se desvíe, vale que no tenga ideas muy novedosas... las que ya tuvo hacen historia.

 

Y ahora trajo consigo a una banda interesante, con dos cantantes de perfiles interesantes, con los que grabó recientemente el álbum 'Multidimensional Warrior', reinterpretando todos sus éxitos. Un espectáculo muy sólido.

 

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Tan sólido, que aún hasta hoy me pregunto por qué los organizadores pensaron que podían integrar los dos espectáculos, el de Santana con el de la Fania... ¡Son completamente diferentes! Y si Santana traía una planificación, es respetable porque tenía ganas de tocar durante tres horas (y por eso llegó a las 12 de la noche tocando). La última vez que estuvo en Colombia, fue espectacular pero fue tratado casi como un artista de apertura frente a Soda Stereo. Esta vez quería vengarse y por eso jugó con el público a "¿Se quieren ir a dormir ya?"...

 

En la foto de la derecha, Ismael Miranda.

 

Si el mánager de Santana fue el que ordenó que sacaran a la Fania del escenario alrededor de las 9:05 p.m., eso sí está muy mal. Especialmente porque la anterior fue posiblemente la última oportunidad de ver a todo este combo de estrellas reunido. Será seguramente el último concierto de Ismael Quintana en Colombia. Y además junto a Cheo Feliciano y Johnny Pacheco, quienes tampoco pueden esconder el peso de los años, y Adalberto Santiago, Ismael 'niño bonito' Miranda y Andy Montañez.

 

Pretendían quienes juntaron a todos estos artistas que se iba a resolver una diferencia histórica en Bogotá, como homenaje al fallecido Ralph Mercado. Creían que Santana se iba a unir a la Fania, posiblemente a tocar 'El ratón' o 'Oye cómo va' en homenaje al hombre que precisamente intentó comprar a Carlos Santana hace más de 30 años, cuando le ofreció un cheque en blanco firmado, como comprando su voluntad. Fue en ese entonces que, como Santana rechazó la jugosa oferta, entonces su hermano Jorge Santana, el 'malo' (por el nombre de su banda, porque es buenísimo guitarrista) aceptó la propuesta y surgió la grabación de 'El ratón' que veíamos en el post de ayer.

 

A las 9:00 p.m. fue el turno de Richie Ray y Bobby Cruz tocando con la Fania. Salieron a tocar el 'Jala jala'. Papo Lucca le dio paso a Richie en los teclados para llegar al sonido bestial. Pero por sonido bestial, todos entendíamos otra cosa: Cada viento iba por su lado, los trombones nunca se entendieron. La voz de Bobby fue sepultada por una interferencia, piano y vientos iban a ritmos distintos, como si no tuvieran retornos. Aldredo de la Fe miraba a sus compañeros descompuesto, como si pudiera arreglar algo en el camino pedregoso hasta la primera nota. Impresionante. Recuerdo a un amigo melómano agarrándose la cabeza, sin entender por qué sonaba todo tan mal. Ninguno de nosotros entendió.

 

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Papo Lucca, Bobby Valentín y Alfredo de la Fe, desconcertados durante el concierto de la Fania.

 

Lo que pasó con la Fania fue vergonzoso. Y fue una culpa compartida, entre quienes forzaron el show y los mismos protagonistas, el grupo: una demorada salida al escenario en la que ni los presentadores del show sabían qué era lo que estaba pasando; partituras extraviadas y instrumentos desencajados, cantantes que aparecieron con la ropa con la que estaban ensayando porque nunca les llegaron los vestidos. Roberto Roena haciendo muecas de que le llevaran algo que nadie entendía bien qué era. Canciones que comenzaban y a los 20 segundos debían detener, porque iban en un tono diferente. En fin, un completo desorden.

 

Si bien cada miembro de la Fania merece todo el respeto que se han ganado a través de la historia, era importante que un concierto de este envergadura estuviera muy bien preparado. Para muchos colombianos, fue el concierto de despedida, y esa no era la imagen adecuada para cerrar.

 

Ojalá vuelvan todos juntos para un concierto exclusivo para ellos. Ojalá que así sea. 

 

Suerte y pulso.

 

 

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