La ministra de minas y energía de Colombia anunció hace unas semanas en el Foro Económico Mundial de Davos, que se suspenderá la firma de nuevos contratos de exploración de hidrocarburos como estrategia para combatir el cambio climático. Desde entonces los análisis llueven del cielo sin parar. Aquí les dejo el mío.
Para iniciar me es importante dejar claro que no estoy en contra de la transición energética. Que el carbón, el petróleo y el gas se van a acabar y es necesario que como especie logremos desarrollar las tecnologías necesarias para extraer y producir energías, y materias primas renovables y limpias. Hasta aquí, todo bien.
Sin embargo, no es fácil de comprender los cálculos económicos del gobierno Petro. El aporte que le hacen los hidrocarburos a la economía colombiana es absolutamente importante; el 40% de las exportaciones provienen del gas, el petróleo y el carbón. El 34% de la inversión extranjera y el 56% de la generación de divisas extranjeras también. La distribución de combustibles emplea directamente a 150mil colombianos e indirectamente otros 120mil más. Esta industria genera en todo el país un poco más de 500mil empleos. Entre enero y noviembre de 2022 la facturación de los hidrocarburos cerró en 52.574 millones de dólares.
No olvidemos que el 96% de los automotores en Colombia depende del petróleo o del gas. El transporte de alimentos, mercancías, insumos, las ambulancias, carros de bomberos y de las fuerzas armadas. Taxis, rutas escolares y carros personales. Es decir, todo.
Perseguir y ponerle fin a la industria de los hidrocarburos en Colombia sería perder inmediatamente, una de las más grandes fuentes de recaudo, algo que resulta muy difícil de comprender conociendo la debilidad energética de este país pintoresco y las grandes sumas de dinero que deberán ser invertidas para lograr que la transición energética no se quede en discursos populistas y ponga en riesgo la estabilidad económica y social.
Es tan absurda la agenda del presidente Petro en esta materia que da pena ajena escucharlo a él y a su ministra repetir sin un ápice de vergüenza tantas sandeces. El aporte de gases efecto invernadero que Colombia le hace al planeta es apenas el 0,37%, sin embargo, no dice que el 40% de los colombianos adultos y el 50% de los niños viven en pobreza. Que estas personas y sus territorios requieren inversión social, es decir, requieren dinero para combatir su situación.
Tampoco dicen que justo este año, mientras Colombia decide no firmar nuevos contratos de exploración ni extracción de hidrocarburos justo, puede ser el inicio de un repunte mundial de los precios de estas materias primas. Lo que significa que vamos a dejar de percibir los beneficios de vender a buen precio como lo hacen los árabes y el amigo de Venezuela.
Si a Petro en realidad le preocupara el calentamiento global, debería ´ponerle atención a la industria agrícola y ganadera que juntas representan el 60% de las emisiones de Colombia.
Giovanni Acevedo
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