¿En verdad nos extraña que una horda de trogloditas colombianos estén cometiendo tantas tropelías en Rusia? ¿En verdad quedamos estupefactos porque unos gomelos con camisetas chiviadas de la selección se vanaglorien en las redes sociales de insultar a un par de japonesas o porque lograron camuflar un cuarto de aguardiente en unos binoculares? Si eso nos causa extrañeza o es que somos muy ingenuos o es que tenemos una doble moral muy grande.
El problema no son estos tipos. El lío está en lo que somos como país. El domingo anterior, para no ir tan lejos, muchos colombianos, no todos, tuvimos que escoger presidente entre dos personas que no nos inspiraban la menor confianza para terminar votando por el que menos miedo nos diera, lo que habla muy mal de nuestra democracia y de nuestro pueblo en general. Sin embargo, más de ocho millones de personas escogieron limpiamente al pupilo de un señor al que han acusado, con razón o sin razón -eso está por verse- de muchos atropellos, por decir lo menos. También dice mucho de nosotros el hecho que, sin sonrojo, nuestros congresistas se quieran hacer los locos con el trámite de la JEP, que mal, bien o regular es un compromiso pactado y firmado, solamente porque el uribismo, que será su proveedor burocrático en los próximos cuatro años, así lo quiere. Vivos que somos.
Estos tipos en Rusia son el menor de nuestros males. El problema es lo que somos como país que de alguna manera los aplaude y los celebra.
Tal vez será nuestra herencia española o alguna jugada cruel del universo, pero los colombianos tendemos a la trampa. Le inyectamos agua a las naranjas, vendemos carne dura, mezclamos el pan viejo con el que acaba de salir humeante de los hornos, hacemos fraude en los exámenes, y sobornamos a policías y a porteros. La única forma de ponernos en el lugar de los demás, es cuando nos colamos en la fila. Somos pícaros, ladinos, marrulleros, pillos, estafadores, truhanes y bribones.
¿Será que los insultos de Alfredo Ramos a Claudia López son muy diferentes a los de los tontarrones en el Mundial de Rusia?
Y para completar somos tapados y fantoches y nos sentimos más inteligentes que cualquiera. Todo lo convertimos en chiste y en recocha, para todo tenemos excusa y de repeso nos atrevemos a juzgar a los demás porque creemos que robar en los supermercados, colarnos en Transmilenio, volarnos de la oficina para ver un partido, meterle una moneda falsa a un mendigo, fingir un dolor, un orgasmo o inventarnos un penalti jugando banquitas en la calle, eso no es trampa, porque alguien nos metió en la cabeza que la marrulla y la engañifa sólo existen cuando se habla en miles de millones. No hay contratación pública que no se roben, ni presupuesto que no desfalquen. El soborno, el fraude, el engaño son pan de cada día. La trampa cotidiana no tiene color, ni raza, ni edad, ni lugar de origen. Nos ha permeado de tal manera que ya nos penetró hasta los huesos. Tenemos uno de los aparatos judiciales más grandes del mundo y lo que menos tenemos es justicia. Tenemos una constelación de estrellas y sabiondos que repiten las leyes al derecho y al revés y la verdad es que no nos cabe una inmoralidad más. Nos encanta burlarnos de los otros: de los gordos, de los feos, de los pobres, de los enfermos, de los necesitados, de los vaciados, de los ingenuos, ¿y nos extraña que tres o cuatro fantoches, gamincitos readaptados, hagan de las suyas en Rusia? Lo que debería extrañarnos es el tiempo que se demoraron en hacerlo, porque para la familia, los amigos y con seguridad para muchos que ni siquiera los conocen, eso les parece una gran hazaña. Se convirtieron en héroes y ya tienen un cuento que contar cuando nazcan sus hijos o cuando simplemente se vuelvan a emborrachar en el bar de moda que frecuentan junto con prepagos y traquetos.
Cuando los idiotas andan sueltos en verdad no hay remedio que funcione como tampoco para esta patria boba que se nos deshace entre las manos y ya se le están viendo las costuras.
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Tristemente la cultura de la trampa y del avivato reina en nuestra sociedad.
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Nuestro comportamiento es barbaro a todo nivel. Hace mucho tiempo trabajaba en un hotel y mas de una modelo cotizada o personaje de la farandula se iba sin pagar dejandole la cuenta a los pobres empleados. Comportamientos vulgares e irrespetuosos son bastante comunes en todas partes. Algun dia ojala no muy lejano lograremos respetar y tolerar
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Nada raro este comportamiento, a diario en Colombia y en Bogota la gente se comporta como salvajes, no existe cultura ciudadana, no existe el respeto al otro,no existe respeto al bien publico, corrupcion campante tanto en lo privado y publico, tanto en lo poco como en elo muchos, tanto en cargo altome, medio o bajo, aqui se roban hasta un tinto y los demas destruyen estaciones, calles, paraderos, parques, buses, atroellan a abuelitos, golpean a discapacitados, matan a mujeres, violan y maltratan a niños. Somos uuna sociedad salvaje, los estranjeros cuando vienen y suben en tm, dice son unos salvajes los colombianos no hay respeto de la fila, empujones, groserias, apedrean buses, los rayan, rompen las puertas y no pagan pasaje.. y no pasa nada la gente los aplude y los ayuda a destruir.
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Jaime, leyendo tus comentarios deduzco que eres seguidor del mesías y te calificas como «la gente decente de Colombia». Aclaro que no soy seguidor de Petro, pero no veo nada decente seguir a un tipo que con la dignidad de presidente le ofrece a otro darle en la cara, marica o tratar de HP a los magistrados de la Corte Suprema (por bandidos que sean, respeto). Tipos como esos que la cagaron en Rusia son los que eligen un presidente vulgar, con los que se sienten representados.
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Cuando todos los idiotas andan sueltos, encabezados por este mamerto tontarron,unos fumando yerba y crack, otros gritando vivas a petro, insultos a uribe, burlandose de duque,,imaginee el problema pra la gente decente de colombia,
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¿Por qué tanto aspaviento? Ñerombia es así, aquí y donde vaya. Hijos de paridora irresponsable despatarrada en hamaca y fraile borracho, como desde la Conquista. Hijos de nadie, sueltos de madrina. No pidas peras al olmo. Ese es el ser colombiche.
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Cuando alguien devuelve lo de otro le cae en mundo encima.Y cuando se sabe de algunos que robaron un banco o algo así los demás suspiran que esos se la echaron.
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