Hace unas semanas me sentí completamente agradecida, conmovida y afortunada al recibir ayuda inmediata e incondicional por parte de varios amigos.
No era habitual para mí pedir o aceptar ayuda. La mayoría de las veces y, a pesar de las circunstancias, siempre había encontrado la forma de hacer frente y solucionar las dificultades que se me presentaban en el camino, y, por el contrario, era más frecuente encontrarme a mí misma en la posición de ser quien ofrecía o prestaba la ayuda. Debo decir que lo que pasó me facilitó hacer un cambio de perspectiva, y darle un nuevo significado a lo que significa pedir ayuda y dejarse ayudar.
¿Qué fue lo que pasó? ¡Nos quedamos por un poco más de cuatro semanas sin un lugar donde vivir! A pesar de haberlo planeado así, fue un poco más complejo de lo que imaginamos. Nos movimos de casa, y los tiempos para pasar de una vivienda a otra no se alinearon, así que tuvimos que dejar todas nuestras cosas en una bodega y, mientras tanto, buscar un lugar para vivir. Nuestros amigos más cercanos de inmediato se ofrecieron para hospedarnos, y aceptamos quedarnos con un par de ellos por unos días. Confieso que mi diálogo interno se centraba en la idea de no incomodar, hacer todo lo posible por no alterar su rutina y ser casi invisible.
Mi esposo, nuestro perrito y yo, pasamos unos días maravillosos con esta pareja, sin embargo, esos días se vieron interrumpidos por una notificación de la administración del edificio, que muy amablemente invitaba a que el perrito desalojara el lugar, pues las mascotas no eran permitidas allí. Así que, con nuestras pocas maletas y el perrito, fuimos a parar a la casa de otra amiga quien también se había ofrecido a hospedarnos. La situación fue cómica, pero también desafiante, pues lo que menos queríamos era incomodar. Consideramos la opción de irnos a un hotel, pero al final, aceptar la ayuda fue lo mejor, hoy miro hacia atrás y dejarnos ayudar fue lo mejor que pudimos hacer.
Me encantaría pedirte que te tomes un minuto y respondas las siguientes preguntas ¿Te sientes cómoda(o) pidiendo ayuda? o, ¿eres de los que prefiere ayudar, en vez de pedir ayuda?
No se tu respuesta, pero pareciera que estamos llenos de prejuicios, de creencias erróneas alrededor de lo que significa pedir ayuda. En muchos de nuestros contextos nos han reforzado que esto es sinónimo de debilidad, de inferioridad, hemos crecido en sociedades en las que la individualidad es premiada, y su valor se sobrepone a la necesidad de construir en comunidad. Esto nos hace recrear relaciones asimétricas y nos aleja de la posibilidad de entender que, en realidad, pedir ayuda y recibirla es todo un acto de valentía, pues nos acerca a la posibilidad de ser honestos con nosotros mismos, de reconocer nuestras limitaciones, y simultáneamente construir relaciones auténticas, basadas en la confianza, y por supuesto también construir comunidad.
Todos necesitamos ayuda de vez en cuando y en muchas ocasiones, pedirla, puede significar la diferencia entre lograr o no lo que deseamos, ¡así que no es un signo de debilidad!, sino más bien, la muestra clara de que reconoces el camino que hay que recorrer para lograr ese objetivo, eso que estás buscando.
Te invito a que te permitas pedir ayuda, debería ser algo que hiciéramos con más frecuencia, te sorprenderías de la cantidad de gente que está dispuesta a darte una mano cuando lo llegues a necesitar. Recuerda, pedir ayuda no es un signo de debilidad, es la posibilidad de conectar con otros de forma más auténtica, es un signo de humanidad.
Muy buena reflexion, de vez en cuando esa ayuda nos muestra un panorama diferente al que nosotros vemos y nos da soluciones que en algunos casos puede ser mucho mas sencillas. Buen articulo!
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Gracias mi querido Jairo!!! Gracias por leer todo lo que escribo! 🧡
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