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Para ganar este torneo, Colombia necesita un proyecto más largo que una participación como la de Brasil.

Pasan los días pero sigue la tusa. Pensar que estuvimos a dos penales de repetir la hazaña de hace cuatro años en Brasil duele. Eso sí, aunque nos quedamos a un escalón y no es lo mismo decir que nos fuimos en octavos a decir que nos fuimos en cuartos, el resultado de Rusia mantiene vivo el proyecto y consolida a Colombia entre los mejores 16 equipos del mundo. Sin ser un Mundial excepcional, la Selección hizo un torneo digno y cumplió con el objetivo.

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El juego no fue tan bueno como en Brasil, pero decir que fue muy inferior es un error. Hace cuatro años, Colombia se encontró con un esquema que le funcionó muy bien. El 4-2-3-1 que paró Pékerman contaba con muy buenos laterales, unos centrales firmes y un equipo con buena capacidad para conectar. Pero, más allá de eso, Colombia se encontró con un jugador como James que explotó su nivel a alturas estratosféricas. Sin él, la Selección habría tenido otro torneo. El gran y atípico Mundial que hizo Colombia en Brasil se debió a un gran grupo de jugadores, pero sobre todo a que tenía una joya en su mejor momento. Esta vez, faltó alguien así.

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En todo caso era necesario mantener el nivel. Si llegas a cuartos de final en un Mundial, debes tratar de aprovechar el avance y quedarte en un rango cercano. Por esa razón, en otra columna, dejé claro que el objetivo de Colombia era llegar a octavos y hacer un partido competitivo. Hubiera sido increíble repetir el quinto partido, encima en una llave relativamente sencilla, si es que eso existe en el Mundial, pero enfrentamos con un rival de igual o mayor nivel y ahí todo puede pasar.

Dejando eso de lado, la Selección jugó con una copa muy competitiva. Perdió un partido contra Japón que jugó con 10 hombres, apabulló a un rival en crisis como Polonia con un gran juego y supo sobrepasar a una complicadísima Senegal. Contra Inglaterra, Pékerman sacrificó el ataque para tener una buena defensa y el partido se complicó para ambos equipos. Al final, los goles llegaron en jugadas aisladas y todo acabó en el juego mental de los penales. Colombia no tuvo el brillo de hace cuatro años, pero sobrepasó obstáculos que antes, con mentalidad de equipo chico, no podía superar

Por eso fue un Mundial digno. Por haber llegado a cuartos no es necesario exigir semifinales, pues el fútbol depende mucho de momentos como para manejar los proyectos como una típica empresa. Colombia no es el equipo pobre de hace ocho años, sino que es una Selección competitiva y que está en boca de muchos cuando juega. No se trata de ser conformistas, sino de pensar en proyectos gruesos y a largo plazo. Ahora Colombia está en el podio suramericano con Uruguay y Brasil.

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Por ahora, pasemos la tusa y recojamos todo lo que dejó el Mundial. El equipo tiene una mentalidad diferente. Es posible soñar con la Copa América, aunque dependerá mucho de si cambiamos de técnico y de cómo llegan nuestros jugadores. Paciencia, que ganar un Mundial es muy difícil y requiere mucho tiempo y trabajo.

Foto: FIFA

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