Una pareja de soldados de la Guardia Nacional de los Estados Unidos apunta sus armas de largo alcance contra dos jóvenes negros que, con las manos en la cabeza y el cuerpo pegado a un muro, dan la espalda al reportero gráfico de The Baltimore Sun.
En las redes sociales, un video muestra a un muchacho que desafía sonriente el toque de queda decretado por las autoridades de Maryland. Su única arma, un letrero impreso en letras blancas sobre la camiseta negra. Un policía le dispara spray de gas pimienta y cuando el hombre cae desgonzado al pavimento, otro oficial le hala la cabellera jamaiquina y, de ñapa, le propina una serie de ganchos al hígado.
La ciudad es la misma, la orgullosa urbe a orillas de la desembocadura del río Patapsco, en la Bahía Chesapeake. Pero 47 años separan las dos imágenes. El episodio registrado por The Baltimore Sun corresponde a las protestas que en 1968 sucedieron al asesinato del líder negro Martín Luther King Jr.
Con todo y su rancio prestigio de emporio industrial, comercial y turístico, en Baltimore hay una larga tradición de violencia y represión. En 1877 la Guardia Nacional rompió a balazos la huelga de trabajadores ferroviarios. La misma tropa que es hoy llamada también a sofocar la insurrección provocada por la muerte de un muchacho negro a manos de la policía, el 19 de abril de 2015.
La ciudad comenzó una compleja transformación, motivada en gran parte por la decadencia del puerto después de la Segunda Guerra Mundial, a comienzos de los setenta. Por imposición de un alcalde político tenaz, ambicioso y cínico, se invirtieron crecidas sumas en enormes programas de renovación urbana que, sin embargo, fueron insuficientes para recuperar el empleo ni atender las crecientes cifras de pobreza, pauperización e inseguridad en la mayor parte de la ciudad. Graves desequilibrios se mantuvieron Invisibles a los viajeros que, en gran masa, venían atraídos por los clubes, bancos, centros comerciales, lujosas mansiones y yates para el disfrute de los potentados del mundo.
La inversión, pública, llenó las manos privadas. Pero la riqueza era un espejismo que se vino a develar sólo tiempo después, cuando el alcalde Shaefer renunció para hacerse elegir gobernador de Maryland.
Una investigación patrocinada por la Fundación Goldseker se encargó de poner en claro la realidad oculta en las calles y barrios de Baltimore. Entre 1962 y 1986 la población urbana se redujo en una quinta parte. Perdió “más de la mitad de su población blanca, y una proporción muy elevada, pero difícil de calcular de su clase media, tanto blanca como negra”. El desempleo creció el 10% y la mayoría de la población urbana y de los condados aledaños carecía de ingresos, seguridad social, educación y acceso a servicios públicos.
En Una vista desde Federick Hill, artículo publicado por primera vez en “The Baltimore Book. New Wiews on Urban History, en 1992, David Harvey describe esa evolución urbana de Baltimore incluidas las duras confrontaciones, y sus causas.
La miseria agazapada detrás de las rutilantes avenidas, reta el imperio de poderosos intereses inmobiliarios, empresariales y políticos que reprimen la expresión y la participación democrática de la ciudadanía. El descontento social decolora las postales, pero la violencia de la fuerza pública derrumba el mito de Baltimore como un puerto de prosperidad, elegancia y buen vivir.
Recomendable:
Elogiosos comentarios de reputados intelectuales y académicos suscitó la conferencia que dio David Harvey en febrero de 2015 en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional. Vea aquí, la versión trasmitida por Canal Capital.
el error al que alude Alzheier Nacional ya fue corregido, por el suplente del corrector que raras veces llega a tiempo en el ídem
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Al autor de esta nota, en el siglo 19 Martin Luther King no estaba en los planes de nacer. Creo que le falta diligencia al hacer un reporte. Y el corrector, es de su familia?
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