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Muchos gerentes cuando piensan en cómo motivar a sus empleados piensan en organizar un evento con un “motivador” a bordo, es decir una persona con capacidad para contagiar entusiasmo, energía, ¡todos podemos!. Pasa la conferencia motivacional, todos contentos “vamos a mejorar juntos”.

Una semana después ¿Se acuerdan que dijeron en la conferencia de la semana pasada?… las frases sueltas comienzan a aparecer pero sin el entusiasmo de esos primeros minutos.

Este es uno de los principales errores a la hora de hablar de motivación, creer que se trata de algo que viene de afuera de las personas, que podemos entregarla como si fuera uno de los recordatorios que nos entregaban a la salida de la fiesta de cumpleaños de algún amiguito.

El ejemplo que traje a colación se observa en los ambientes corporativos, pero no se circunscribe allí. En el dominio personal también y se refleja en creencias que nos llevan a colocar nuestra motivación en situaciones externas a nosotros o personas.

Este tema es tan importante que es uno de los pilares de la llamada Inteligencia Emocional como la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y en entenderla.

Desde esta perspectiva la motivación se entiende como la fuerza que activa y dirige el comportamiento y que subyace a toda tendencia hacia la supervivencia o hacia el logro personal o colectivo. De hecho, las investigaciones actuales centran principalmente su atención en la motivación como el factor que activa y da energía a la conducta.

Desde las teorías del liderazgo también es definida como “Motivos para la acción”. La pregunta es ¿a qué tipo de acciones me estoy o estoy motivando y que tan permanente son?

Entre varias clasificaciones de tipos de motivación, me quedo con una en la que los divide en tres:
1. Por temor. Tiene que ver con la autoridad con fuerza. Es algo externo que reprime y va enfocado en resultados a partir del cumplimiento obligado. Accionar por temor da resultados transitorios y lleva a dar lo mínimo que puedes dar solo para que no haya represalias.

2. Por incentivo. Es la típica recompensa externa, que viene dado desde la niñez “si te portas bien te compro un caramelo” ¡¡¡Padres!!! Si estás leyendo esto y acostumbras este tipo de motivaciones revisa lo que le estás heredando a tus hijos. Estas acciones también serán transitorias y solo responden a obtener eso que te prometen. No es estimulo – reacción. En lo profundo se genera una incapacidad de auto-motivarse en equilibrio.

3. Por Actitud. Esta es la motivación por excelencia, tiene que ver con una gestión de cambio permanente, de auto-liderazgo, de conectar talentos, dones, competencias y búsqueda de logro.

Esta última motivación viene de adentro. Las actividades que los individuos hacen son su propia recompensa. La gente se siente motivada porque ama sinceramente la actividad que está desempeñando.

Bien lo decía el autor de El principito: Si queremos construir un barco, no basta con reunir hombres, darles órdenes y distribuirles el trabajo. Lo que hay que hacer es infundirles el deseo de descubrir mares lejanos.

En esencia para motivar o auto motivarnos de forma que se convierta en un socio para alcanzar nuestra meta, es importante tener un propósito claro, una actitud adecuada, porque esa capacidad se pondrá especialmente a prueba cuando surgen las dificultades, el cansancio, el fracaso y es allí donde puede ser la diferencia entre el éxito o el abandono.

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