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A aquellos que aprueban y respaldan la figura detrás de las manifestaciones y del fervor popular de un sector del pueblo Venezolano y rechazan la consabida actuación del gobierno de ese país frente a los más recientes hechos de orden público, los invito a que supongan:

Supongan que producto del descontento popular – porque no es únicamente allá en Venezuela en donde hay inconformidad, aquí también la hay, aquí también estamos fregados, aquí también nos gobiernan pésimo-, la gente en Colombia sale a las calles, a protestar contra el gobierno, y,  por ende, se presentan disturbios, y desmanes. Y supongan que desde la clandestinidad, y detrás de todo esto, está Gustavo Petro; sí, el muy querido y admirado por los medios de comunicación Tavo  Petro, coordinando las protestas, azuzando los desmanes, apuntalando la logística.

¿Qué pensaríamos?, ¿cuál sería el pronunciamiento del gobierno ante estos gravísimos indicios?, ¿qué posición tomarían los grandes medios?:  ¿lo aplaudirían? ¿ ¡Bien por Petro!?¿¡Bien, que se erija a sí mismo como portavoz del descontento popular!? ¿¡ Qué chévere que en este país haya una voz democrática que disienta!,? ¿ ¡Eso!, ¡que azuce al pueblo!, ¡que nos lo eche encima!? ¿¡Está en todo su derecho!? ¿¡Siempre es que es bueno que alguien le abra los ojos a la gente!, ¡que la rebote!, ¡porque bien jodidos que sí los tenemos. !? ¿O más bien el gobierno y los grandes medios de comunicación lo acusarían de rebelión, de sublevación, de instigador de masas contra un gobierno democrático y legítimamente constituido?¿No cierto que absolutamente nadie catalogaría el hecho como oportunismo político, cierto que todos le creeríamos que lo hace por amor al pueblo? Nada, estoy seguro que absolutamente nada justificaría que Petro, nuestro Leopoldo López, arengara, se convirtiera en el artífice y gestor de una manifestación de este tipo.

Le pregunto a los periodistas:  ¿cuál sería el calificativo a través del cual se referirían a él? ¿Mártir de la patria?, ¿héroe de masas?, ¿caudillo popular? ¿O los «halagos»  irían más bien por los lados de:  ¡terrorista!, ¡incitador a la  violencia!, ¡apátrida!, y ¡conspirador!?

¿Qué pasaría si, tal y como lo hizo Leopoldo, el día de su entrega Petro se encarama sobre algún busto o estatua, se arropa con la bandera de Colombia, y empieza avivar a las masas? ¿Y al mismo tiempo nos pide a todos los colombianos que despertemos, que no nos dejemos meter más los dedos a la boca, que nos levantemos contra este gobierno, que continuemos con las marchas? ¿Qué diría Vicky Dávila?:  «Señor Petro, una respuesta muy concreta, ¿que busca envolviéndose con esa bandera, cogiéndola de ruana?, ¿hasta dónde piensa llegar con toda esta revuelta ciudadana?, digo, ¿ la gente no se cansa de vitorearlo?, ¿no le da miedo caerse desde allá tan alto? Toda esta demagogia y pantomima como ¿pa’ qué?»

Contrario a Maduro, que no acepta una crítica constructiva, tan delicado, ¿cuál sería el reclamo de nuestro presidente al momento de que las fuerzas del orden lo apresen?:  “¡Un momento! ¡Stop! ¡No lo suban al camión!” “¡Déjenlo hablar!” “¡Déjenlo que despotrique de mi gobierno todo lo que se le dé la gana!” “Permitan que,  a través de él,  las masas me  manifiesten su descontento”. “Qué bueno que en este país exista alguien que sacuda y que despierte al pueblo del letargo en el que lo tenemos sumido, que encause el descontento popular, genial que un opositor saque las multitudes a las calles, a que protagonicen desmanes, a que armen el caos”.  “Del chiras que me quieran tumbar” “Alucinante que pidan mi cabeza”.  ¿O más bien diría que es un populista, un revolucionario, un resentido que incita al odio, a la polarización y a la lucha de clases?.

Supongan que al rato los protestantes le hacen pategallina y allá encaramada, junto a Petro, termina Verónica Alcocer, la esposa del burgomaestre, la que sacó corriendo a Leszli Kalli de la alcaldía, y empieza a abrazarlo y a piquearlo. ¿No cierto que la afamada sección light de algún noticiero, empezaría su emisión manifestando: “Verónica Alcocer, la mujer que enamoró a Colombia”? “Tan tiernos el par de tortolo-caudillos”. ¿O más bien calificarían el gesto de cursilería, de populismo y demagogia barata? ¿Qué diría Vicky Dávila?:  señora Alcocer, una pregunta muy concreta: ¿usted no se cansa?, digo, todos los días lo besa, lo abraza, estas manifestaciones públicas de cariño como ¿pa’ qué?,¿hasta dónde piensa llegar con tanta melosería?

A los que consideran que Santos estaba en todo su santo derecho de opinar sobre los asuntos internos de Venezuela, de nuevo los invito a que supongan que en plena excitación de la sublevación de Petro – la gente en las calles está matándose-, Maduro asoma sus narices y le pide a Santos que concilie, que se siente a dialogar con él, con Petro. Planteo de nuevo la pregunta:  ¿qué postura asumirían los medios? ¿Oiga,  sí, no habíamos caído en la  cuenta pero, ahora que Maduro lo sugiere, sígale el consejo, dialogue con Petro? Maduro no nos critica porque pertenece  a una corriente ideológica contraria a la que gobierna este país, sino porque le importa, le duele Colombia, Maduro nos ama. ¿O más bien el clamor popular iría por el lado de:  “oiga Santos, tenga huevos”, “haga la de su compadre Uribe que se agarraba con todo el mundo, apréselo, métalo a la guandoca, califíquelo de terrorista” “No ceda ante las vías de hecho…” Y al rato, para rematar la faena entra en escena Telesur a cuestionar la actitud del gobierno colombiano. Ante esta intromisión,   ¿qué diría Vicky Dávila?

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