Hubo una semana, durante los años que viví en Neuquén, Patagonia, Argentina, en la que los vientos llegaron a 100 km/hora -en realidad esto no es muy novedoso en esa zona, pero recuerdo mucho esta ocasión-, y arrasaron techos, derrumbaron postes de luz, avivaron incendios… ¿Será que a veces vivimos la vida a esa velocidad?
Más o menos por esa misma época le pedí a mi hija, en ese entonces de nueve años, que me acompañara a unas cuantas calles del apartamento para ir a comprar algo que necesitaba y ella feliz accedió. Habíamos caminado un tramo cuando me dijo muy seria:
—Mami, un día de estos van a tener que andar a mi velocidad, porque estoy cansada de andar a la velocidad de los adultos.
En ese momento me día cuenta que mis pasos eran acelerados, aún sin tener prisa alguna y que la nena hacía enormes esfuerzos por seguir mi ritmo. Entonces, me detuve un poco y le pregunté:
—¿Cómo es a tu velocidad?
—Fácil —me contestó — Cuando voy sola camino despacio, disfruto y aprovecho más todo lo que veo, porque no solo miro hacia adelante.
Como diría la sabiduría de condorito ¡plop! Cuanta sabiduría en tan pequeña cabecita. Y pensar que todos vivimos así en algún momento de nuestras vidas; vivíamos el aquí y el ahora, respirábamos con fuerza, corríamos por diversión, nos deteníamos a apreciar todo lo que nos causaba curiosidad, jugábamos lo que queríamos, nos desafiábamos constantemente y terminábamos el día con la satisfacción de haber sido felices y que pasara la noche para volver a empezar la próxima jornada emocionados. Cero pendientes.
Pero un día decidimos caminar a la velocidad de los adultos y comenzamos a respirar agitado, correr para cumplir con todos los compromisos adquiridos y terminar la jornada con la sensación que mucho nos faltó por hacer. Y es ahí donde surgen temas como “gestión del tiempo” o “productividad”.
De hecho, tomarte el tiempo para leer algo como este blog no siempre es posible y es probable que hayas recibido una llamada mientras lo hacías o te hayas acordado de lo que tienes que hacer en cuanto leas con rapidez lo que falta. Es más, podrías ser uno de los que primero revisan en la pantalla rápidamente qué tan largo es el texto para calcular así cuánto tiempo les tomará la lectura y así decidir si leen o lo dejan para “después”.
VIVIR es algo más que respirar.
Es levantarse con un motivo poderoso y disfrutar el camino que nos lleva hacia ese motivo. Es ir despacio gozando de las brisas suaves y los vientos fuertes e incluso los temporales que, seguramente, llegan con el día a día.
¿Cómo lograrlo? Lo primero es tener claras nuestras prioridades. Y para eso hay que tomarse un café con nosotros mismos y respondernos varias preguntas. ¿Qué cosas son fundamentales en mi vida? ¿Si tuviera la oportunidad de vivir un día ideal, qué haría, con quién lo compartiría? ¿Qué clase de pensamientos y sensaciones quisiera tener?
¿Pensamientos y sensaciones? Sí. No es algo que comúnmente nos estemos planteando y es la base de nuestros resultados. A partir de los hábitos de pensamiento que hayamos construido a lo largo de nuestra vida generamos permanentemente sensaciones y estados de ánimo que nos lleva a accionar de una u otra manera. Esto lo desarrollaré próximamente. Entonces, ¿a que tipo de pensamientos le quiero dedicar mi tiempo? Empoderantes, positivos, proactivos, resolutivos o recelosos, indignados y que me llevan a la inercia.
Tomarnos ese café con nosotros nos generará una perspectiva más clara para evitar vivir en la urgencia, en ese espacio donde no me detengo a indagarme sobre posibilidades de solución, o donde me tomo la cabeza y la escondo en la incertidumbre.
Te dejo la siguiente historia: Un profesor delante de su clase de Filosofía, sin decir palabra, tomó un frasco grande vacío y la lleno con piedras grandes. Luego le preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí. Entonces, tomó una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco de mayonesa. Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las piedras grandes y volvió a preguntar a los estudiantes si el frasco estaba lleno, ellos volvieron a decir que sí. Luego… el profesor tomó una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos, así que el profesor preguntó nuevamente: ¿el frasco está lleno? Nuevamente los estudiantes respondieron con un ‘sí’ unánime y, para su sorpresa, enseguida agregó una cerveza al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían en esta ocasión.
Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo: “Quiero que se den cuenta que este frasco representa la vida. Las piedras grandes son las cosas importantes como ver crecer a tus hijos, ir a cenar con tu pareja, practicar tu afición favorita, fortalecer tu espiritualidad, cuidar tu salud, todo lo que te apasiona. Las canicas son las otras cosas que importan como el trabajo, el auto, la casa. La arena es todo lo demás, las pequeñas cosas, lo trivial. Si ponemos la arena en el frasco primero, no habría espacio para las canicas ni para las piedras grandes.
Lo mismo ocurre con la vida. Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las que son realmente importantes. En ese momento, uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó qué representaba la cerveza y el profesor sonrió y dijo: “No importa cuán ocupada esté tu vida, siempre debe haber tiempo para tomar una cerveza con un amigo”.
Cómo construir el perfil ideal de cliente o lector
a partir de la estructura de construcción de personajes para cuento o novela
¡Abrimos inscripciones! Julio 24 10am -12m
En julio tendré un nuevo encuentro de nuestro Ciclo Escritor 2021 y en esta ocasión vamos a combinar dos espacios: la narrativa ficción para entender la composición de personajes y, a partir de allí, la construcción de un poderoso recurso de mercadeo: el «cliente avatar», que nos permite establecer nuestro cliente ideal, nuestro coachee, nuestro consumidor y de esa manera ser más efectivos en la comunicación comercial.
Son 2 horas prácticas, al igual que hemos trabajado en cada uno de los espacios de este poderoso ciclo escritura, para que al final no solo hayas vivido un rato muy divertido, conocido otras personas con objetivos similares, sino que hayas construido las bases de un personaje para un relato que estás construyendo o tu «cliente avatar».
¿Quieres participar? Ingresa a www.facilitarclic.com/cicloescritor o a contacto@facilitarclic.com
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