Por Luis Eduardo Quintero @DonLuisEduardo
Un día soñé que era alcalde de una ciudad caótica. Una ciudad desordenada, acabada y destruida por las últimas administraciones. Mi popularidad con los habitantes se reflejaba en que pensaban que era un tipo honesto, que nunca me había robado un peso, pero era pésimo gerente, déspota y el que no estuviera de acuerdo con mis ideas improvisadas, simplemente no tenía cabida en mi gabinete. Era un alcalde mediocre.
Esa mañana llegué feliz a mi oficina con ganas de implantar una de esas medidas improvisadas que no solucionaban de fondo los graves problemas que tenía mi linda ciudad. Me reuní con varios de mis asesores:
-Hoy quiero imponer por decreto el día del NO VENDEDORES AMBULANTES.
-Alcalde, pero esa es una medida arbitraria. Se afectará mucha gente.
-¡No me importa! Yo lo digo y punto.
-Pero alcalde…
-Si no le gusta mi democracia, ¡renuncie!
Más tarde, otro asesor intentaba aconsejarme.
-Alcalde, le sugiero no imponer esto por decreto hasta que no hagamos un estudio serio de sus consecuencias.
-¿Cuáles consecuencias? Que los vendedores ambulantes dejen de llorar porque un día no van a vender.
-Alcalde, pero hay familias enteras que viven de eso. Prácticamente lo que venden en el día apenas les da para comer.
-Tan llorones. Ni que no pudieran vivir un día sin trabajar. Además, mírenlo por el lado positivo. Mi ciudad estaría ordenada por un día, se respetaría el espacio público por algunas horas y ayudaríamos al planeta.
-Señor alcalde, con todo respeto, es una medida improvisada. Los vendedores ambulantes son una problemática social. Es una población vulnerable que debemos ayudar, pero no así de esta forma. Incluso estaríamos violando su derecho al trabajo.
-¿Medida improvisada? Si yo soy un genio en ese tema. ¡Renuncie!
Ya había echado a dos asesores. Llegaba otro a seguirme aconsejando:
-Alcalde, lo más seguro es que tendremos protestas, acciones de tutela y otro tipo de mecanismos enfocados en anular el decreto.
-Esas son mafias que buscan derrocar el poder popular y la voluntad del pueblo. ¡NO PASARÁN!
-Alcalde, lo que le propongo hacer es un estudio detallado sobre este fenómeno social. Sus causas y consecuencias. Cómo afecta la economía de la ciudad, el espacio público, la seguridad, el empleo y otras variables muy importantes. Una vez hecho esto, presentamos conclusiones a la ciudadanía, y con argumentos fuertes los invitamos a que por voluntad propia acaten el DÍA DE NO VENDEDORES AMBULANTES.
-¿Estudios? ¿Quién más estudiado que yo? ¿USTED NO SABE QUIÉN SOY YO?
-Sí, alcalde, pero debemos antes ofrecerle a esta población otras alternativas viables para que dejen de vender en la calle. Es más, de ser exitosas esta medidas, no necesitaremos decretar nada. Ellos mismos aprovecharán las otras alternativas y este problema social irá disminuyendo con el tiempo. Pero le insisto, alcalde, a las malas no funciona.
-¿Me está diciendo que mi estrategia es mala? ¡Renuncie!
Luego de esas reuniones donde descartaba los buenos consejos de mis asesores, que a mí me parecían malos porque no venían de mi cerebro, decidí tuitear un rato para reducir el estrés. Luego caí en la cuenta: -¡Carajo! Hoy es el día sin carro.- Llamaré a mis escoltas.
-Coronel, hoy es el segundo día sin carro. ¿Quién implantó ese decreto tan improvisado?
-Usted, alcalde,
-¡Ah! Verdad. ¿Y qué hago para ir a la oficina ahora?
-Para los servidores públicos no es efectivo este decreto. Sólo para el pueblo. Ya tenemos sus cuatro camionetas blindadas y cuatro motos escolta de alto cilindraje listos para usted, alcalde.
-¡Genial! Aunque no puedo dar papaya y decir que no tomo el transporte público tan eficiente de mi ciudad. Al menos sólo por hoy, búsqueme un par de taxis para mí y mi ejército de escoltas.
-Alcalde, pero con un taxi es suficiente. ¿No dice usted que la seguridad en Bogotá mejoró?
-Eso dicen las encuestas. Pero me da susto el paseo millonario o que me roben el celular en el bus.
-Está bien, alcalde. Ya le consigo los taxis.
Pasan 23 minutos…
-¿Qué pasa con mis taxis, coronel?
-Alcalde, hemos parado tres. Todos dijeron ¡YO POR ALLÁ NO VOY!
-¿Y entonces?
-Hay uno disponible inmediatamente. Dice que lo lleva a donde necesite. Es de UBER.
-¿UBER? Esas son mafias capitalistas que quieren desestabilizar esta ciudad y acabar con el buen servicio que ofrecen los taxistas de siempre. Además, ¿qué pensará Uldarico si me ve en un UBER? ¡NO! ¡NO PASARÁN!
-Alcalde, sólo quedan entonces las opciones del SITP y Transmilenio.
-Excelente. Vamos a la estación más cercana.
-Alcalde, me reportan mis hombres que en la estación más cercana de Transmilenio hay una cola más larga que 200 mil pesos de longaniza. Mínimo una hora para entrar y tomar el bus.
-¡Uy no! Yo no hago esa cola. Soy del pueblo pero tampoco tanto. Vámonos en el SITP.
-A sus órdenes, alcalde. Cuando el bus llegue al paradero, le aviso para que salga de su casa.
Pasan otros 32 minutos.
-Coronel ¿qué pasa con el bus SITP?
-Aún no llega, alcalde.
-¿Pero qué es este desorden? ¡Qué ciudad tan inhumana!
-Alcalde, acaba de llegar. Salga de su casa.
-Coronel, ¿pero están los medios de comunicación afines? Quiero que muestren qué fácil y tranquilo es tomar un bus en esta ciudad. Que muestren lo cómodo y seguro que me transporto.
Voy a subir y el conductor me detiene.
-Señor alcalde, lo lamento. Esa tarjeta no le sirve. Es la otra.
-¿Cómo así? ¿Qué es este desorden? ¿Y dónde la consigo?
-Tiene que ir a la estación cerca al aeropuerto.
-Eso es muy lejos. ¡¡¡Manden un carro!!!
-Hoy es el día sin carro, alcalde. Hay que colaborar.
-¿Entonces no me puedo subir?
-No, alcalde. Sin la tarjeta no puede ingresar.
-¡Pero yo soy el alcalde! Y un chofer no me va a decir qué hacer. Con lo que me gano le tanqueo 20 veces este bus SITP y le mantengo a su mujer.
-Soy soltero, señor alcalde. Mi novia me dejó porque no llevaba mercado a la casa. Hace tres meses no me pagan en el SITP.
-¡Qué caos de ciudad! ¿Dónde está el alcalde?
-Es usted, señor.
-Ah cierto. Bueno, tomemos al menos la foto que mandaremos a los medios. Sonría, chofer. Ponga algunos de mis escoltas como pasajeros. Que no parezca que son mis escoltas. Todos sonriendo. Espere me peino.
Me tomaron la foto.
-¡Qué buena foto! Ya mismo la publico en redes.
¡QUÉ LEJOS ESTAMOS!
Sobre el autor de este blog:
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