Los identifiqué como activistas porque en sus bicicletas tenían algunos avisos que invitaban a la gente a tomar conciencia del uso de estos vehículos frente a las motos y los automóviles. Excelentes mensajes.
Sin embargo, no tuvieron ningún problema en parquearse sobre la cebra peatonal y, más aún, algunos de ellos, pasarse el semáforo en rojo.
Los seguí por algunas cuadras y varios realmente manejaban su bicicleta sin cumplir las normas mínimas de tránsito. Por ejemplo, circulaban por el carril de la izquierda, en una vía de tres carriles. No usaban casco y ni siquiera hacían señales con los brazos para indicar que iban a girar.
Al llamarles la atención por su comportamiento, de la manera más respetuosa posible, me agredieron verbalmente y encerraron mi auto con sus bicicletas. Instantáneamente me catalogaron como enemigo de la bicicleta, del medio ambiente, de la movilidad y otros problemas sólo porque iba en carro. Lo siento señores ciclistas, las normas de tránsito también son para ustedes. No están exentos de ellas, así algunos se crean con una superioridad moral que los hace levitar.
Porque ahora muchos de estos guardianes de la moral ambiental van en sus caballitos de acero pregonando que gracias a ellos el mundo es mejor. ¡Pobres cerrados de mente los que aún viajan en carro, moto o transporte público! Incluso Doña María, quien vive en Soacha y trabaja en el norte de Bogotá ¿Le decimos que vaya en bicicleta todos los días y que se monte en la nueva era del transporte megaambientalista sostenible?
Según ellos, son los llamados a ocupar el trono de la moralidad y el premio a la sostenibilidad ambiental. Así incumplan las normas de tránsito. Se les debe perdonar todo porque no contaminan.
Porque pareciera que ahora, después de los carros y las motos, las bicicletas se están convirtiendo en la nueva plaga vial. Las conducen como quieren, no respetan normas, no usan los implementos de seguridad, van en contravía y, peor aún, se escudan en su moralismo ambiental que resume que porque ellos no contaminan pueden hacer lo que se les venga en gana. Y vaya reclámeles algo. Gran parte se ofuscan e insultan. La ignorancia también viaja en dos ruedas.
¿Y qué tal estas nuevas abejas de ‘ciclistas’ que circulan por las ciclorutas en bicimotores y otros vehículos motorizados? ¿Ah? Como la regulación no es clara, pues qué carajo, yo me meto suavecito. Les importa poco que vayan peatones, bebes en coches o adultos mayores caminando. Estas ‘motos disfrazadas’ alcanzan velocidades de hasta 45 km hora, y pueden causar graves accidentes. Pero no, para ellos lo importante es usar ilegalmente estas ciclorutas, circular lo más rápido posible para evitar los trancones de las vías de los autos y de las motos. ¡Qué falta de consideración con los demás!
Es lamentable el espectáculo que dan muchos ciclistas por las calles. Sé que Bogotá no tiene las ciclorutas suficientes, seguras y acondicionadas para los ciclistas que cada vez son más, pero esto no es ninguna excusa para no cumplir con nuestros deberes como ciclistas. Sí, los ciclistas tienen unos derechos. Se exponen a más peligros en este caótico tráfico bogotano, pero también tienen unos deberes y se deben cumplir. No hay excusas.
Para conducir bicicleta sólo se necesita aprender sin necesidad de tomar un curso en una escuela regulada por el Estado. Está en nosotros mismos mostrar civismo al tener un comportamiento ejemplar en su uso.
¡QUÉ LEJOS ESTAMOS!
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LuisÉ Quintero
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