Los demás se comportan como paramilitares, con actitudes mafiosas propias de repúblicas bananeras donde violar la ley por quienes tienen poder o dinero está a la orden del día.
El caso más reciente resalta la actitud del grupo de escoltas de Luis Carlos Sarmiento Angulo – no requiere presentación este personaje – a quien su nutrido grupo de escoltas le va abriendo camino a las malas mientras transita por las calles de Bogotá atestadas de autos y trancones.
Para él, los demás somos simples mortales que debemos esperar horas en medio del tráfico. Él no. Y seguro le da órdenes a este grupo escolta para que despeje el camino como sea. Aquí la ley no es para todos.
Este incidente se dio a conocer por el Secretario de Seguridad de Bogotá, Daniel Mejía, quien ya había tenido otro incidente similar. Hay una luz de esperanza en esta alcaldía con funcionarios como él que trabajan para que todos cumplamos la ley. TODOS.
Peñalosa también se pronunció:
Nadie, distinto del Presidente, puede desobedecer con escoltas los semáforos, ni normas de tránsito
— Enrique Penalosa (@EnriquePenalosa) 4 de abril de 2016
¿Qué se necesita para trabajar como escolta en este país? ¿Bachillerato y ya? ¿Manejo de armas? ¿Pasado criminal? No en vano, cientos de estos guardaespaldas privados se dedican a este trabajo porque fueron expulsados de las filas de las Fuerzas Armadas por actitudes ‘non sanctas’.
Los hay por montones en las calles, detienen ilegalmente el tráfico en beneficio de sus protegidos. Parquean en lugares prohibidos pues sus protegidos –entiéndase senadores, alcaldes, magistrados, procuradores, generales, empresarios, mafiosos, etc- son tan ‘pobres’ que no tienen cómo pagar un parqueadero. Manejan y actúan como cerdos.
El que se atreva a enfrentarlos sufre insultos o – lo que claramente es una amenaza de muerte – les empuñan un arma como sinónimo de la ley del más fuerte. Actitud paramilitar. Lamentable e ilegal espectáculo que también hace la Policía Nacional y el Ejército con su grupo de escoltas.
Personalmente hace unos años me reuní con el señor Andrés Villamizar, director en ese momento de la Unidad Nacional de Protección, UNP, para quejarme. Y la respuesta de siempre: Tomaremos medidas. Nada pasó. La guerra contra los escoltas se perdió hace rato. Se han hecho innumerables campañas contra este abuso. Una de ellas por la Revista Soho.
http://www.soho.com.co/web/articulo/campana-contra-abuso-escoltas-y-carros-publicos-carros-diplomaticos/21563
Nada, nada pasa. Todo queda en lo mismo. ¿Esta vez será igual?
Otra herencia del narcotráfico, aunque decir herencia es una falacia pues el narcotráfico aún existe. Es más una manía de mantener ese falso estatus de poder traqueto. Dime cuántos escoltas tienes y te diré qué tan ‘importante’ eres.
Es cierto que muchos simplemente obedecen las órdenes de su patrón. Quien claramente no pide favores sino que da órdenes. Se excusan en los riesgos de seguridad del protegido.
¿Pero no que en Colombia, o por lo menos en las grandes ciudades, la seguridad ha mejorado? ¿Cuántos atentados o intentos ha habido hacia personajes poderosos en los últimos años?
Hace 20 años se podría justificar el uso desmedido de estos personajes. Ahora no, salvo algunas excepciones.
Hay que recordarle a la fuerza pública y a otros escoltas privados que según la legislación vigente el único grupo de escoltas autorizado a detener el tráfico es la caravana presidencial. Los demás estamos bajo la ley. Senadores, expresidentes, traquetos, clan Úsuga, usted y yo.
Los demás simplemente violan la ley con la más absoluta impunidad porque adivinen quién es el encargado de sancionar estos comportamientos en las vías: Sí, la Policía Nacional.
Y bueno, tú me ayudas, yo te ayudo. Corruptos tapándose entre ellos. Haga un derecho de petición solicitando el dato de cuántos escoltas han sido sancionados por este comportamiento. Cero.
Saltará alguien de la Policía -¿Palomino, eres tú?- a decir que los buenos escoltas son más. Entonces hagamos efecto placebo y pensemos: Los buenos somos más. Los policías buenos somos más. Los escoltas buenos somos más. Los taxistas buenos somos más. Los colombianos buenos somos más.
¡Ya viene la paz!
¡QUÉ LEJOS ESTAMOS!
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LuisÉ Quintero
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