Decálogo para bailar sin “hacer el oso”

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¿Quién no ha ido a un baile? No necesariamente a bailar, aunque en realidad es lo mejor no importa qué tan buenos bailarines seamos. Pero en el caso de solo ir disfrutar de la música y ver cómo las parejas se mueven en sincronía, es otra forma de vivir el baile.

Personalmente amo bailar el ritmo que me pongan, menos bachata y reggaetón lo confieso, y aunque no lo hago tan seguido como me gustaría, me encanta ese espacio porque no solo es una recarga de energía, sino que deshinbe, desconecta de las situaciones cotidianas que nos pueden restar por momentos tranquilidad, ejercita, relaja, divierte… en fin, ¡qué gran terapia!

Ahora… ¿y si el baile fuera la vida misma? ¿Qué tanto la estamos disfrutando? O… a veces no bailamos porque nos “da oso” de lo que puedan decir o pensar.

En el proceso de certificación de coaching del Instituto Internacional de Liderazgo, Inilid, del cual soy directora académica, uno de los ejercicios obligatorios que nuestros alumnos deben realizar es ir a bailar. ¡Sí! Ir a bailar y observar, y observarse y a partir de ahí generar diferentes reflexiones con relación a temas como empatía, fluidez, no solo en ese baile sino en sus vidas.

¿Quién estoy siendo como pareja de baile de mis compañeros de trabajo, de vida? ¿Cuál baile estoy disfrutando hoy realmente? ¿Cuánto me interesa si piso o no a otros con tal de yo disfrutar?

En fin, son muchísimas las reflexiones que de aquí salen. Entonces, para quien quiera ser un excelente bailarín en su vida (y en las fiestas también) elaboré el siguiente decálogo. Léelo como mejor quieras si es para prepararte para disfrutar aún más tus salidas fiesteras, en tu día a día en tu vida personal o llevar este decálogo a tu organización.

Decálogo

1. Prepararnos para disfrutar. Confundimos el disfrute con la alegría permanente, pero tener la capacidad de disfrutar es permitirse vivir cada momento como corresponde, porque puede que no nos pongan la música que esperábamos, o que no estaban las personas que queríamos que estuvieran, pero de seguro siempre hay algo que rescatar porque de hecho tener la posibilidad de estar en un baile ya es una ganancia. Habilidad a desarrollar: actitud y motivación adecuada
2. Explorar y afianzar nuestras habilidades naturales. Antes de lanzarnos a bailar ritmos exóticos, concienticémonos de cuál es nuestra música favorita y nuestras habilidades naturales para ella. No importa si nos sentimos torpes, es cuestión de practicar, pero de entrada ya los estamos disfrutando. Es importante no lanzarnos a actividades solo porque otros nos invitaron, pero en el fondo sabemos que no tenemos todas las habilidades o el gusto por ellas. Habilidad a desarrollar: autoconocimiento y auto aceptación
3. Elegir grupos de baile. Nos movemos en la era de las relaciones, en donde es fundamental armar redes, formar parte de equipos. Ellos son nuestros principales compañeros de baile. Abrirnos a la posibilidad de integrarnos a diferentes grupos es ganar confianza y más posibilidad de invitar y ser invitados a bailar. Habilidad a desarrollar: inteligencia relacional
4. Escuchar la música antes de empezar a bailar. Antes de iniciar cualquier movimiento es fundamental que el cuerpo sienta la música, vibre con el proyecto, se erice con las posibilidades que se abren. Una vez esto suceda lo demás es fluir. Habilidad a desarrollar: Escucha activa
5. Permitirse fluir con los ritmos que suenen. No siempre va a sonar la música que identificamos como la favorita, entonces ¿para qué agobiar al disc jockey pidiéndole que vuelva a poner ese disco favorito? No hay peor oso en una fiesta que el quejumbrón que solo quiere un mismo tipo de música. ¿Cambio el ritmo, cambiaron algunas circunstancias, pero lo fundamental permanece? ¡Fluir es la clave! Habilidad a desarrollar: Resiliencia
6. Cuidar a las parejas. Si queremos que nos vuelvan a invitar a un baile, pero cuando bailamos pisamos, voy a mi ritmo sin importarme si la otra persona me sigue o no, o siempre digo “tengo mi propio estilo y el que me quiera seguir que me siga”, no nos extrañemos que nos quedemos sentados un buen rato. Cuidar a quienes la vida nos ha dado como compañeros de baile – equipos de trabajo, familia, pareja, amigos- es regla de oro en este decálogo. Habilidad a desarrollar: empatía
7. Si es necesario, tomar clases de baile. Si me doy cuenta que con unas clases de un ritmo o movimiento en particular voy a mejorar mi desempeño bailarín ¿Qué espero para tomarlas? El aprendizaje continuo es fundamental. ¿Qué competencias requiero desarrollar? Es una pregunta para realizarse permanentemente. Habilidad a desarrollar: capacidad de aprendizaje
8. Comunicarse permanentemente con mi grupo o pareja de baile. Si hay algo que no podemos descuidar es la forma como nos estamos comunicando con mis compañeros de baile. ¿Cómo les comparto lo que estoy sintiendo? ¿Qué genero con mi comunicación verbal y no verbal? Si me siento en mi silla con los brazos cruzados y el ceño fruncido ¿Qué mensaje estoy dando? Después no nos preguntemos ¿Por qué será que no quieren bailar conmigo? Habilidad a desarrollar: comunicación efectiva
9. Vistámonos acorde con el baile. Aunque lo más importante es el SER, no podemos descuidar nuestra apariencia física con ese argumento. A cada baile es importante conocer las normas que lo rigen incluyendo si hay algún tipo de acuerdo en vestuario y presentación. Que nuestra apariencia no sea una barrera de entrada para que conozcan todo lo buenos bailarines que somos. Sin perder nuestra esencia podemos elegir lo que una esos dos mundos: el de otros y el nuestro. Habilidad a desarrollar: imagen positiva de sí mismo y capacidad de conexión
10. Practicar y practicar. Finalmente, entre mayor número de bailes nos desafiemos a asistir, mejores bailarines seremos y lo más importante, más los disfrutaremos. Habilidad a desarrollar: auto-motivación y capacidad de acción.

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