Hay momentos en los que se hace imperante tomar una decisión para cambiar lo que estamos viviendo. ¿Cuántos de nosotros nos hemos levantando en algún momento de nuestras vidas sintiendo que estamos en el lugar equivocado? Cuando nos encontramos en la Zona de la indecisión es muy probable que estemos bajo el pesimismo (tristeza + anticipación); ansiedad (anticipación + miedo); desconfianza, miedo y confusión, entre otras. Y con este cóctel servido en la mesa, nuestras conversaciones estarán cargadas de frases como “y si esto es un desastre”, “deme más tiempo para pensarlo… y luego más… y más…” “y si elijo mal”. Y entonces no nos movemos. Algunos dirán “estoy bloqueado” y otros, como mecanismo de defensa, elijen no “pelear” e instalarse, evitando el momento de decidir
Dice Anthony Robbins en su libro Poder sin Límites que «en el mundo no hay nada que tenga un significado inherente. Nuestro parecer sobre las cosas y lo que hacemos en la vida depende de nuestra percepción de ello. La mala suerte es un punto de vista. La jaqueca de usted es la fortuna del vendedor de aspirinas… Decimos que tal cosa ocurrió y que «tal» significa «cual», cuando en realidad los posibles modos de interpretar cualquier experiencia son infinitos. Si percibimos algo como una obligación, tal es el mensaje que enviamos a nuestro cerebro. Si cambiamos nuestro marco de referencia para contemplar la misma situación desde otro punto de vista cambiaremos nuestra manera de reaccionar ante la vida».
Y ni que decir cuando entramos en el espacio de las “decisiones difíciles”. ¿Quedarme en el trabajo actual en el que llevo años y no disfruto, pero tengo la certeza de su estabilidad o emprender un negocio propio? ¿Dedicarme a mi pasión, aunque no me de muchos ingresos o al negocio rentable e inmediato que me ofrecen, aunque no forme parte de lo que amo hacer? ¿Usar el dinero extra que llegó para pagar deudas o irme de viaje? ¿Terminar con una relación importante pero conflictiva o volver a intentarlo? ¿Quedarme en mi país o migrar?… ¿Qué les da a estas situaciones esa connotación de “difícil”? ¿Que hace que estas sean conversaciones difíciles? La respuesta es: lo que hay en juego.
Entre más haya en juego, mayor tentación tendremos de permanecer en este lugar de la “no toma de decisiones”.
¿Consecuencias? Pérdida de oportunidades personales y laborales, ruptura de relaciones, vivir con emociones como ansiedad y enojo (surge cuando nos damos cuenta de lo que hubiéramos podido ganar), control excesivo en búsqueda de la seguridad necesaria, entre otras.
¿Cómo cambiar las conversaciones en esta Zona de Indecisión?
El primer paso es salir de las emociones anteriormente mencionadas e invitar a otras que nos posibilitan más como la serenidad, tranquilidad, esperanza (anticipación + confianza). A partir de aquí, lo siguiente es concientizarnos de la importancia que para nosotros tiene aquello sobre lo cual debemos tomar la decisión y comenzar a explorar implicaciones y significados. ¿Qué cambiaría para mí hacer o no esto? ¿A qué debería renunciar? Toda elección lleva implícita una renuncia y por eso nos cuesta, porque queremos “lo otro” sin dejar lo que ya tenemos. Escucharnos en lo que estamos dispuestos a renunciar nos da luces sobre el origen de nuestras resistencias y por ende de nuestra inconsciente búsqueda de motivos para no elegir.
Dos preguntas poderosas en esta conversación son:
1) De seguir como estoy, sin tomar esta decisión ¿cómo voy a estar en 5 años? Mirar hacia adelante es una manera de colocar en perspectiva aquello que hoy nos detiene y nos puede empujar a movernos más rápidamente sobre el asunto en cuestión y
2) ¿Qué opciones tengo? Esta última permite entrar en el terreno de las posibilidades, alternativas. Salirnos de espacios de blancos y negros para entrar a uno menos estresante que es el de las gamas intermedias. Si lo que hasta el momento he contemplado no me permite elegir con tranquilidad, ¿Qué otra opción puedo diseñar?
Otros interrogantes fabulosos para encarar esa sensación de no saber qué camino tomar son
1) ¿Qué hace que me plantee esto en este momento de mi vida? (Sentido de urgencia)
2) ¿Qué valores son fundamentales en mi vida y de ellos cuales estaría colocando en riesgo con esta decisión? (Sentido de identidad)
3) Si cierro los ojos y me veo primero en uno de los escenarios y luego en el otro, ¿en cuál de los dos sonreí mientras lo pensaba? (Sentido de compromiso).
Nuestro cuerpo es el mejor consejero si le damos permiso para hablarnos y la oportunidad de escucharlo. Sensaciones como las famosas “mariposas en el estómago” no salieron de la nada y tienen más importancia de la que le solemos dar, porque, y esto es algo que la mayoría desconoce, tenemos incrustados en las paredes estomacales alrededor de 500 millones de neuronas, es lo que se llama sistema nervioso entérico. Como vemos, algo tienen que decirnos.
La ecología en esta conversación
Mucho se habla últimamente sobre la necesidad de ser ecológicamente responsables y de emprender acciones que reduzcan el impacto negativo sobre el medio ambiente para garantizar de esa forma, un presente más seguro para nosotros y un futuro más claro para los que están comenzando a vivir. Y de esa responsabilidad de tomar decisiones adecuadas para una sostenibilidad ecológica se deriva una nueva propuesta: ser ecológicamente responsables a la hora de tomar nuestras decisiones, o, en otras palabras, tomar decisiones ecológicas.
¿Qué es una decisión ecológica? Es el proceso de elegir siendo conscientes del impacto que esa elección generará en nuestra vida y en la de quienes nos rodean. En algunas ocasiones estamos seguros del impacto positivo en nosotros, pero se nos olvida familia, pareja o empresa: acepto este trabajo que me duplica los ingresos, pero debo reducir al mínimo el tiempo con mi pareja o mis hijos… En ese orden de ideas, ¿cuáles debieran ser los elementos al tener en cuenta a la hora de tomar una decisión ecológicamente responsable?
El primero es ser consciente de los Efectos Futuros, pues la influencia de lo que se decida puede llegar a ser de largo plazo, en particular decisiones de niveles altos. El segundo, la Reversibilidad, que se refiere a la velocidad con que una decisión pueda devolverse y la dificultad que implica hacer este cambio, en particular para revertir sus efectos. Otro elemento en esta ecología de las decisiones es el de la Calidad, que se refiere a las relaciones laborales, valores éticos, consideraciones legales y principios básicos de conducta. Entre más factores estén involucrados en la consideración del camino a seguir, más conciencia se debe tener sobre el paso a dar.
Otras conversaciones sugeridas están en las zonas de Apego, metas, Incapacidad
*Extracto de la «Zona de Indecisión» del libro «Cómo salir de tus zonas oscuras. Conversaciones para cada una»
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