Hace varios años un auto me atropelló. Vivía en Neuquen, sur de Argentina y en cuestión de segundos y a un metro de terminar de cruzar la calle, sentí que un carro se acercaba y acercaba a mí, pero lejos de imaginar que no iba a parar. No era la única que estaba cruzando, conmigo había unas cinco personas, solo que yo era la primera en la línea frente al auto, cuya conductora después le diría al seguro que «el sol me encandelilló y juro que no ví a nadie». Menos mal que hasta ahora comenzaba a acelerar la señora y el golpe hizo que diera media vuelta y todo el peso de mi cuerpo cayera sobre mi hombro izquierdo. ¿Recuerdas cuando en una película la escena va en cámara lenta? Así me sentí yo. En cámara lenta. Aunque un observador externo seguro la vio a la velocidad normal.

Para resumir el asunto, a los pocos segundos veía desde el suelo varios rostros, todos desconocidos, preocupados, preguntándome por un número para llamar a alguien y  escuchaba voces pidiendo  una ambulancia. Todo se logró pronto y en pocos minutos estaba en el hospital, sin dolor en realidad, todo se pasma, y pensando ¿por qué a mí? (esta no entra dentro de las diez preguntas del título, de hecho daría para otro artículo de las diez preguntas que no deberías hacerte). Luego de un par de hora de exámenes, entró la doctora titular y me preguntó con un tonito de voz que me sugería que algo pasaba «¿sufrías de anemia antes del accidente?«. Y yo, que alguna vez había sufrido de esto, le respondí que sí aunque hacía rato. Entonces me dijo: «ah, bueno. Porque te tengo dos noticias. La buena es que menos mal que me dices eso porque, de lo contrario, era probable que tuvieras alguna hemorragia interna y tendríamos que intervenir. La mala es que tienes anemia crónica«.

Creo que lo delicado de esta noticia solo lo entendí unos días después, cuando, frente a otro médico amigo a quien le lleve los exámenes y luego de iniciar las terapias para recuperar la movilidad total de mi brazo izquierdo, me miró y dijo: «debes agradecerle mucho a tu cuerpo, porque estos resultados son de una persona que está en cama. No es posible que estés haciendo todo lo que haces con este nivel de anemia».

Esto, junto con otras situaciones muy críticas que rodeaban por esos días mi vida, hizo que volviera a preguntarme ¿por qué a mí? y luego vino otra joya de frase que adorna este tipo de inquietudes: «por qué si no lo merezco». Allí me acordé de un libro que había leído hace mucho tiempo de Luoise L. Hay que se llama Usted puede sanar su vida. Lo busqué nuevamente, indagué por el significado emocional de la anemia y lo que encontré en realidad fue el inicio de lo mejor: «Anemia= Actitud de ‘sí, pero’. Carencia de alegría. Miedo a la vida. Sentimiento de no ser suficientemente bueno». Y en ese mismo instante tomé la decisión de volver a tomar las riendas de mi vida e ir por lo que realmente quería, no importara el tiempo que tardara en alcanzarlo. Dejar de quejarme de lo mal que estaba y hacerme cargo de lo que debiera. Y así fue… eso forma parte de otra historia.

¿Por qué comparto esto? Porque para mí el detonante que me mostró el fondo en el que estaba fue un auto, fue una enfermedad que estaba poniendo en riesgo mi vida. Para otros es la quiebra financiera (que también he vivido en dos ocasiones), la incertidumbre de no saber qué hacer, la infidelidad de la pareja, la traición del amigo, quedar sin empleo, una enfermedad grave… en fin. Una maestra del coaching a quién admiraré siempre, Elena Espinal, dijo una frase que me quedó grabada en el corazón: «Una patada en el c… solo te tira para un lado: hacia adelante».

¡Y eso son las crisis! Patadas en el C…, y está en nosotros quedarnos en el piso o levantarnos, limpiarnos  y tomar decisiones. Así que es aquí donde entran, por fin, las famosas diez preguntas que propuse en este artículo y que comparto por si estás recibiendo alguna de estas patadas:

  1. ¿Qué es lo que más admiro de mí?
  2. ¿De cuáles de mis habilidades y talentos me he desconectado?
  3. ¿A qué me he venido aferrando?
  4. ¿A qué me estoy resistiendo? (a veces nos resistimos, incluso, a la posibilidad de ser feliz, de pedir ayuda, de revelar mi verdadera situación)
  5. ¿Qué crees que haría en tu lugar la persona que más admiras?
  6. Imagino que han pasado 5 años y me  siento orgulloso por haber conseguido eso que deseaba ¿Qué es? Creo una lista
  7. ¿Cuál fue ese momento de mi vida en el que obtuve algún resultado que considero verdaderamente trascendente para mi?
  8. ¿Qué aprendí en ese momento trascendente de mi vida?
  9. A partir de este momento ¿qué cambio declaro para mi vida?
  10. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr aquello que quiero?

Espero que cuando hayas terminado de responderte a conciencia estas preguntas, tomes la decisión de dar un paso hacia adelante o hacia atrás (a veces hay que soltar para recibir) pero con firmeza y energía.

 


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